El Red Bull tailandés o la medicina siamesa de San Vito

Red Bull Tailandia M-150

A un par de euros la unidad. Ese era el precio al que Alejandro vendía las botellitas de Red Bull tailandés en el gimnasio de kickboxing de su barrio en Barcelona. Cuando los vuelos a Siam costaban casi el doble y el euro estaba a 50 bahts. Se sacaba un buen pellizco el bueno de Al, ya que dos euros era lo que él pagaba por agenciarse una decena de botellas en sus viajes al Sureste.

Por muy caros que los vendiese, a Alejandro le quitaban los Red Bull de las manos. En su barrio humilde y donde las vacaciones eran al pueblo del sur y no al otro lado del mundo, él aparecía allí con sus shorts de Muay Thai con el logo de los dos toros bordado y sus historietas de gimnasios al aire libre bajo el sol de Bangkok. Era difícil no sentirse fascinado por aquello.

En poco tiempo, los chavales de aquel gimnasio dejaron de pagar un euro extra en los cubatas del sábado noche. Se olvidaron de mezclar el whisky con el brebaje con gas del toro rojo en la discoteca para acostumbrarse a engullir el jarabe siamés antes de entrenar. Ya lo explicaba Alejandro, siempre enfundado en sus pantalones de Red Bull. “En Tailandia lo usan para entrenar, es tan fuerte y te da tanta energía que en Europa sería ilegal vender este Red Bull”.

El Red Bull tailandés es uno de esos mejunjes que más gustan a algunos cuando llegan aquí por primera vez. Y es que en Europa la versión con gas es una bebida cara y en según qué situaciones elitista, relacionada además con el deporte extremo. Así que cuando un occidental aficionado a las latas plateadas ve que aquí tres botellines de la versión tailandesa valen menos de un euro acaba comprando un arsenal.

Porque la bebida del toro rojo, el Krating Daeng (กระทิงแดง) en su nombre original, en Siam es popular para las clases bajas, los taxistas y los camioneros, no se estila entre pilotos de carreras. Además de ser más potente y saber a jarabe sin gas. Algo de razón tenía Alejandro con las historietas de sus botellines, así de duro pegaban los muchachos de su gimnasio tras recibir sus alas siamesas.

 

Los tembleques del Red Bull tailandés

 

Bucket de Sangsom Khaosan Red Bull tailandés

En Khaosan y otras zonas mochileras es habitual ofrecer un cubo de hielo, media botella de ron siamés, Coca Cola azucarada y un Red Bull para hacer con todo ello un mejunje explosivo. Pelotazo asegurado y dolorosa resaca por solo cinco euros.

Apostaría a que la mayoría de quienes beben Red Bull en Occidente no saben que la bebida energética del toro rojo es originaria de Tailandia. Es más glamuroso pensar que lo desarrolló el austríaco Dietrich Mateschitz, cuando en realidad lo que hizo él fue descubrirlo en sus viajes en taxi en Bangkok y tener la genial idea de occidentalizarlo y venderlo en todo el mundo.

Red Bull -o mejor dicho Krating Daeng– fue un jarabe creado hace más de 40 años por el siamés Chaleo Yoovidhya para darle empuje a los trabajadores del campo. Pronto se relacionó con el mundillo del Muay Thai y los transportistas empezaron a tirar de sus dosis de taurina y cafeína. Hoy en día, ese sigue siendo el mercado mayoritario de la bebida energética. Y aunque la marca del toro rojo no sea ni de lejos la más vendida en energéticas en Tailandia, a los herederos de Yoovidhya les da igual; tienen el control del 51% de la empresa en toda Europa, donde está el verdadero pastel. Así el nieto del creador de la bebida se pasea impune por medio mundo sin presentarse al juicio por el policía a quien arrolló y arrastró hasta matarlo con su cochazo. Un motivo de peso para no beber su marca.

Yo no probé el Red Bull siamés hasta que aterricé por estos lares. Al buen Alejandro se le acababan muy pronto en el gimnasio y tampoco sentía mucha curiosidad. Pero en mi primer año en Bangkok he de reconocer que bebí bastantes de esas botellitas y quizás no en los más oportunos momentos.

Ya he comentado en otros artículos las peripecias de mi gran amigo que habla un solvente tailandés y se la juega saliendo de fiesta sin gayumbos -en Siam es ilegal no vestir ropa interior- por si entre copa y copa acecha mano ajena. Él es un tipo de costumbres, y como tal cada vez que sale de copas pide lo mismo. Botella de Johnnie Walker, Coca Cola y varios botellines de Red Bull.

En más ocasiones de las que hubiera deseado me vi compartiendo aquel aquel mejunje en gloriosas noches que empezaban a las 22 horas y se alargaban, a veces, hasta las 9 de la mañana. Siempre acabando en su garito de referencia, el tan destartalado como divertido Swing. Y toda la noche igual. Copazo tras copazo de aquella mezcla casi inbebible de whisky, cola y Red Bull tailandés.

A las 9 de la mañana me metía entre sábanas y a las 12 del mediodía ya tenía los ojos abiertos, incapaz de dormir. Y con el corazón a toda mecha. Tras el abuso de Red Bull y whisky barato, sin más agua que las pocas botellas que pedía cuando la lucidez pedía turno, en esos amaneceres postaurínicos sufría unos tembleques que ni el Último Guerrero con su baile de San Vito.

Boxeador Muay Thai travesti

Pelea del luchador travestido siamés Apinya Sor Pumarin con el estadounidense Anthony DeMaio, en el estadio de Lumpinee. Ambos patrocinados por Red Bull, con los mismos pantalones que Alejandro. Foto: Paula Bronstein.

Como no soy dado a tales excesos, los brebajes alcóholicos con Red Bull tailandés ya ni los pruebo. Pero en ocasiones muy puntuales he recurrido a la milagrosa botellita. Porque realmente funciona. Los motivos por los que es efectiva ya son otro cantar, pero si un día estás cansado, ese chute cafeínico te levanta y ayuda.

Alguna de esas urgencias ha estado relacionadas con el deporte. Un día que llegué al gimnasio cansado y habiendo dormido poco, así que el entrenador me dijo que la próxima vez que estuviese derrotado tomase M-150, la copia energética tailandesa del Red Bull original que es ahora mismo la marca más vendida en el país. Y el principal patrocinador de los combates televisados de los fines de semana. Se dice que es la marca más potente, pero tiene las mismas cantidades de cafeína y azúcar.

Un par de días aislados en los que me sentía hecho un cromo me tomé un M-150 de camino al gimnasio y acabé rindiendo como un cohete. Los entrenadores, eso sí, me dijeron que eso no era algo para meter en la rutina. Y que bebiera mucha agua, que no dejara de beber líquidos.

No creo que ahora mismo tome más de una o dos botellitas al año y en casos muy concretos. Los temblores y el baile de San Vito solo me dieron tras las sesiones maratonianas de discoteca, whisky y Red Bull. Consumido con moderación puede ser una bebida interesante, aunque personalmente no recomiendo abusar de este mejunje químico y mucho menos para hacer deporte. Precisamente, este artículo lo redacto en relación a uno de los riesgos que puede tener su consumo y un caso que ha explotado recientemente. Jugar con el jarabe de la energía no es buena idea.

 

¿Qué diferencias tiene el Red Bull tailandés?

 

m-150 tailandia

M-150 es la marca de bebidas energéticas más vendida en Tailandia.

Sí, el Red Bull tailandés es más potente que la versión occidentalizada y con gas que se bebe en el resto del mundo. Pero no es el asunto tan exagerado como lo pintan si se toma solo una botellita.

Todas las marcas de bebidas energéticas en Tailandia suelen tener los mismos ingredientes principales. En cien mililitros de Red Bull, Caravao o M-150 hay unos 33 miligramos de cafeína, más o menos los mismos que en la versión europea, que son 32.

En materia de azúcar, aunque depende de marcas, suele acercarse al doble. Por los 10 gramos del Red Bull occidental, las versiones siamesas tienen entre 16 y 19 gramos en esos cien mililitros. Y en la taurina, ese producto natural que todos generamos pero que las elaboradoras de estas bebidas sintetizan para hacer que la mezcla sea -dicen- más explosiva, suelen incluir un 40% más de calidad.

Caso aparte es el de Red Bull Theoplex L, que no es más que la versión sin límites que mantiene la receta original de cuando salió al mercado hace cuatro décadas. En este caso, los contenidos de azúcares, taurina y cafeína por cada 100 mililitros son cerca del doble que en la versión europea.

Sin embargo, estas comparaciones a mismas dosis no son del todo válidas, ya que en su contenido total una botella normal de Red Bull tailandés tiene solo unos contenidos estimulantes un poco superiores a los de su homólogo occidental. El truco está en que la versión siamesa contiene solo 150 mililitros de mejunje, en comparación con los 250 de la lata occidental.

Ingredientes Red Bull tailandés

Ingredientes en la etiqueta de una botellita de Red Bull en su versión normal y no potenciada. Se puede leer que en los 150 mililitros hay 28 gramos de azúcar, 800 miligramos de taurina y 50 miligramos de cafeína. Y 120 calorías. De ahí al cielo.

La diferencia está en el formato más que nada. Las bebidas energéticas tailandesas se venden en frascos de cristal pequeños similares a los de un jarabe y no tienen gas. Puedes beberte un botellín de un trago como si nada, mientras que la lata europea es más pesada y cuesta beberla por el mayor contenido y por el gas. Además de que su concentración es menor.

Se tiende a demonizar al Red Bull tailandés, pero no creo que sea mucho más nocivo que el europeo si se consume en ocasiones puntuales. Además, su uso recreativo no está tan extendido como el de la lata en Occidente, e intuyo que los tembleques de San Vito también te dan si te bebes cinco o seis latas, además del presumible empacho de gas. Pero en Tailandia no verás por norma a nadie en el bar sirviéndose un Red Bull en un vaso con hielo. La botellita suele engullirse casi como si fuera un medicamento.

El conflicto más bien es cuando se abusa de ello. O cuando se utiliza como un sustituto alimenticio que no es. Si te vas al trabajo de empalmada, desde luego que yo no te recomendaría tragarte un par de botellines en dos tragos. Y si lo haces, come bien y bebe mucha agua también.

Si se abusa en malas condiciones pueden ocurrir desgracias como la de Jordan Coe. El motivo por el que muchos han puesto en el punto de mira -nuevamente- al Red Bull tailandés y al resto de bebidas energéticas.

 

La muerte del luchador escocés

 

Jordan Coe

Jordan Coe disfrutó peleando y triunfando en los circuitos de Muay Thai durante los últimos años. Foto: Facebook.

Jordan Coe no era otro extranjero más en Siam. Era un tipo con un sueño, y casi podemos decir que lo hizo realidad. Llegó con 17 años a Tailandia tras abandonar Escocia y en tres años participó en 70 combates de Muay Thai. Incluso se hizo con la victoria en el mítico Lumpinee. Tenía solo 20 años y en mitad de su esplendor murió de un golpe de calor mientras entrenaba.

El escocés fue encontrado en mitad del campo a mediodía. No había ido a correr antes de las 7 de la mañana como suelen hacer los peleadores para evitar el calor, sino que salió a a la carrera cuando el sol era más duro y evitando toda sombra. Vestía sudadera y ropa pesada que no transpiraba. Se estaba preparando para una pelea a la que tenía que llegar con tres kilos menos de peso y había escogido la peligrosa vía rápida. Quería sudarlo todo.

Lo imposible era posible debido a su faceta de profesional sacrificado, de deportista de élite sin un preparador en condiciones y apoyado en la falsa sensación de invencibilidad de la juventud. Quiso rizar el rizo y anunció que estaría cuatro días sin beber ni una gota de agua para sudarlo todo y alcanzar los 61 kilos de peso. Pero aún había más.

Se descubrió que antes de lanzarse a la carrera, Jordan Coe se ventiló dos botellitas de M-150. La bebida energética más vendida en Tailandia, la que patrocina los combates importantes. Buscó ayuda y rendimiento extra en algo cuyo contenido cafeínico agrava la deshidratación. Todo ello bajo el sol, con demasiada ropa y sin agua en su cuerpo.

La muerte de Jordan Coe ha puesto en entredicho nuevamente algunos métodos de entreno en el mundo del Muay Thai. Y también se ha vuelto a hablar de los riesgos de las bebidas energéticas siamesas. En el siempre interesante blog FightLand ven en ello a los culpables de la muerte de Jordan, si bien yo no comparto esa idea.

Las bebidas energéticas siempre han estado relacionadas con el boxeo tailandés. Sin embargo, su uso no es tan extendido como se cree. En mi experiencia personal, se consumen en ocasiones puntuales y muchos entrenadores alertan de que hay que beber mucha agua. No sabemos qué ocurrió realmente en el caso de Coe. Los hay que acusan directamente al gimnasio de haberle forzado a esa rutina para perder peso y están también quienes dicen que todo fue idea del boxeador. Hay demasiados interrogantes como para culpar a nadie sin saber qué ocurrió realmente.

Personalmente, yo no culparía exclusivamente al consumo de M-150 de la muerte de Coe. Las circunstancias fueron muy extremas y la bebida energética fue consumida en un momento fatídico. Porque el Red Bull tailandés o sus copias pueden ser una bomba en situaciones así.

Quizás lo que tendría que haber es más información sobre los riesgos de estas botellitas y sus efectos en según qué situaciones y no que se hable exclusivamente de sus beneficios. Sin duda, su consumo esporádico en condiciones normales no ha de tener problema alguno. Y, bueno, los temblores de San Vito en una mañana de insomnio se pueden aprender a la fuerza sin más consecuencias que algún dolor de cabeza. Pero para casos como el de Jordan Coe nadie está preparado y sería mejor no lamentarlos.

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8 comentarios

  1. Jesús dice:

    La primera vez que vi y probé una de esas botellitas fue en el 91, hace casi 26 años. Mi mujer que normalmente se mueve en el borde de la inanición, pasa de 1,60m de altura y no llega a 40Kg, me decía que cuando se sentía muy cansada tomaba una de esas botellitas energizantes y se recuperaba enseguida. ¡Joder era como la poción mágica de Panoramix! Tenía que probarla.
    Naturalmente a mi, no me funcionó en absoluto, no experimenté ninguna sensación salvo el sabor a medicina. Supongo que será porque parecido a lo que le pasa a Obelix, ya llevo incorporado el exceso de dosis energéticas. Habitualmente tengo que pelearme con el sobrepeso y habitualmente no practico deporte extremo, de manera que no llego a extenuarme, salvo en contadas ocasiones y cuando han ocurrido una simple coca-cola hace milagros.

  2. Tick-Tack dice:

    Jesusito, chiquitín…yo, esas porquerías ni las toco.
    ¡¡ ni con la punta de la Chancla !!

    Donde este un Rioja…aunque sea vino Joven cosecha del 2.016 o Crianza de los que venden en Carrefour; pvp. a 2 y 2.8 €

    A tu parienta, dale buen Tocino de Sapenn, aceite Virgen Extra y Chorizos de la Mancha…Lechessss.
    Uno de sus platos típicos del Sur de La Mancha (de la zona más turística) se denomina “Atasca Burras”
    por que será…???

    Pues te cuento. La “Mía”, mide 1.70 mts y pesa 56 kgs.
    ¡¡¡ y se me rompe en pedacitos !!!

    (Ahora la tengo en Tothaburi)

    Un abrazo…pequeño Saltamontes

  3. Jesús dice:

    Tick -Tack, tiene gracia tu comentario, porque mi mujer cree que el Red Bull thai funciona porque es thai y es una medicina y el Red Bull farang no funciona, porque es una porquería de refresco y encima sabe mal, motivo por el cual no lo prueba. Se le ha metido en su dura mollera y le da igual lo que le digas. Yo no insisto, porque es mejor no tomar ese tipo de productos y menos si lo mezclas con Whisky y Coca Cola, menudo bombazo.

    Por cierto tu chica con ese peso y altura tiene un indice de masa corporal IMC de más de 19 que se considera normal, cerquita de la delgadez leve y la mía está justo por debajo de 16, delgadez extrema.
    Yo no le presto mucha atención a esos índices, en mi caso porque pese a hacer deporte y cuidarme siempre doy sobrepeso y mi mujer pese a estar delgada, está bien proporcionada, es su constitución natural.

    • Tick-Tack dice:

      Jesús.
      Es muy normal que tu mujer este bien proporcionada (y la Mía) ¡¡¡ No tiene/tienen michelines.

      “Nada que se descuelgue” por la gravedad !!!

      Hace ya muchos años. Le regale una Alianza de Compromiso (con su piedrecita incorporada).
      Yo. No quería que se enterara y no le tome la medida con el Pie de Rey (como sería lo correcto).
      Tome como referencia mi dedo Meñique….Y, sorpresa!!! Le venía grande.

      La mande al Herrero del Pueblo que se lo ajustara…

      (Es broma, lo mantiene intacto como recuerdo.)

      • Jose Miguel dice:

        Jajaja, a mi hace poco me pasó igual, el truco del meñique siempre falla por lo que veo.
        En breves lo mandaremos a la forja para arreglarlo, saludos

  4. mal dice:

    Yo ni me atrevo a oler esos brevajes. Y a pesar de eso, los he olido, porque cada vez que alguien abre una de esas botellas inunda toda su circunstancia de ese aroma a líquido de automoción tan característico y potente que hasta marea, y más con el calor de Siam. No sé cómo es posible que el cuerpo humano aguante tanto…

  5. Aaron dice:

    Ohhh eso si que es nuevo. El red bull es tailandes, marca mundialmente reconocida por un austriaco.
    Realmente siempre he pensado que esas bebidas energizantes sirven para un rato. La verdadera energía es la que late adentro de uno puede ser algo material o algo espiritual pero muchas veces es objeto de envidia o celos, pero al final no se puede quitar pues es la energía que da la vida. La única que importa es la buena vibra. También el ciclo karmico puede ser buena energía. Las bebidas energizantes no. Solo por un rato y el cuerpo no siempre lo asimila bien. Muchas de estas bebidas son prohibidas en Francia y Dinamarca. Realmente la razón la desconozco pero la información la vi por tv y aparece información por internet.

    Bueno la única diferencia es que el tailandés tendrá otro metabolismo genético que empieza por su conciencia y su espiritualidad y así mismo ellos proyectan otra energía que es muy contagiosa y lleno de buena vibra, por eso le pregunte a buda y llegue por aquí. jejejejej

  6. luca00brasi dice:

    Creo que como en casi todo es aplicable la máxima “La dosis hace el veneno”. Moderación y elección del momento.A mi esos brebajes me han ayudado en situaciones puntuales. Gracias por tus artículos!!
    Viajo a Thailandia siempre que puedo y tu blog es referencia para comer,visitar y conocer la cultura del país. Gran trabajo 🙂

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