Tailandia se viste de negro y tapa sus vergüenzas

Procesión luto Tailandia

Concentración delante del palacio real por el luto del Rey Bhumibol, el 22 de octubre de 2016. Foto: David Alesina. Visita su web aquí.

Llegó el viernes y empezó el fin de semana. Y si bien no soy dado a excesos tales como pisar según que tugurios en viernes, quise hacer una excepción. Ya lo había intentado hacía exactamente una semana, vale. Pero aquel ya lejano viernes de hace diez días la ciudad lucía algo distinta y lo de festejar resultaba, cuando menos, difícil en mitad del luto y la siamesa pena por la entonces reciente muerte del Rey Bhumibol. Una pena que en Tailandia es más pena que en otros lugares del mundo. Ya saben, Spain is different. Digo Tailandia. Perdonen el desliz, será esa manía que tienen todos los terruños de este planeta en pensar que son -somos- especiales y únicos.

Mientras, reviso ahora mi correo. Aún muchos lectores dudan de si es buen momento para visitar Tailandia. Otros me preguntan si es mejor cancelar el viaje, incluso algunos temen levantamientos populares. Es normal viendo las noticias, pero el único levantamiento que llevo viendo desde la última semana es el de la copa para mojarse los labios. Que eso muy pocas desgracias pueden pararlo por aquí.

En entornos digitales, eso sí, las redes sociales tailandesas ardían -y arden- con multitud de perfiles en negro desde hace ya una semana, además de lamentos y fotos de Bhumibol por doquier. Artículos en The Guardian o The New York Times recibían oleadas de insultos por parte de usuarios tailandeses que incluso pedían que se censurase el acceso a dichos medios de referencia en todo el mundo. Porque, claro, estaban haciendo su trabajo: informar.

Aquel viernes de hace ya más de una semana, el día después de la fatídica fecha, la capital amaneció teñida de negro y no por los nubarrones. El Gobierno pidió vestir del color de la pena -el blanco y los tonos opacos se admiten también- durante un mes entero, lo que ha dado una estampa rocambolesca a la ciudad. También se pidió a los fieles que se cortasen en lo de festejar.

Y sin embargo, desde que empezó el luto se llevó todo muy a la siamesa. De cara a la galería, vamos. Porque en Tailandia vivir sin sanook -la diversión- no se lleva bien. Como me dijo un amigo, que el siajai -la tristeza- no  les quite el sabai, su actitud relajada. Y oigan, que las penas son menos penas entre colegas, casi siempre copa en mano. Eso es sin duda admirable.

Aquel primer día oficial de luto, en el que veía al Gobierno no electo hablar de rectitud moral y de contener instintos, me fui a un beer garden de cervezas y arroces. Prohibida la música en directo y los deejays, pusieron música a todo trapo desde una lista en Joox, el Spotify siamés. En las televisiones que se usan normalmente para ver el fútbol, en directo pero sin sonido se emitían las imágenes oficiales del funeral real. Y en las mesas del lugar torres enormes de cerveza y tailandeses, vaso en mano, riendo y bebiendo. La misma estampa de cada día, pero con las imágenes del monarca de fondo y el personal vestido de negro.

Aquel primer día de luto real, más allá de la medianoche, cerraron hasta los karaokes locales donde los siameses suelen ir a desahogar sus bajas pasiones. Pero a los dos días ya estaban abiertos de nuevo. Solo que los neones relucientes que dan a la calle están apagados y las chicas visten ahora minifaldas negras. Pero, dentro de los locales, el mismo ambiente erótico-festivo de siempre. Será por eso de los levantamientos, claro. Porque además de levantar copas, en este país resulta harto complicado parar lo de levantar miembros. Ni siquiera en mitad del luto real.

 

Y aún de negro, todo sigue (casi) igual

 

H&M Tailandia luto

Las tiendas de moda han tenido que adaptarse al negro de luto. En la imagen, la entrada a un H&M el pasado fin de semana.

La pregunta que me hacen muchos es fácil de adivinar. ¿Merece la pena visitar Tailandia ahora mismo? Y tras tantos años en estas tierras, mi recomendación es que sí. Para que Tailandia no sea visitable se tendría que llegar a asuntos mayores. Y este país se siente más cómodo en paños menores.

De cara al turismo, las diferencias son pocas. Se viste de negro, los cajeros automáticos emiten imágenes del monarca ya fallecido antes de entregarte el dinero y las canciones patrióticas y propagandísticas son las únicas que se escuchan en la radio. El jolgorio nocturno está asediado, vale, pero siguen habiendo opciones.

Las playas funcionan con normalidad aún sin fiestas de la luna llena y en el norte, aunque Loy Krathong no se festejará este año, todo sigue casi como siempre. Los templos, obviamente, no cierran. Lo único que visitar el palacio real ahora es imposible por obvios motivos, los restos del monarca allí descansan.

¿Y qué pasa con la noche de Bangkok? Pues la han dejado tocada, pero lo de cancelarlo todo ha sido imposible. De momento, hasta medianoche están muchos locales abiertos y las zonas recreativas como Nana exhiben menos luces rojas en sus exteriores, pero dentro de los locales la lencería fina sigue siendo el uniforme habitual.

El problema es para aquellos que quieren seguir empinando el codo a la hora de las brujas o incluso cuando el plan es toparse con alguna de ellas. Hasta Climax, Sugar y las discotecas de vida alegre cierran a horas tempranas. Pero, cómo no, han aparecido muchos garitos oportunistas que tratan de compensar su escasa popularidad durante todo el año haciendo su agosto este mes.

Snop Bangkok club

La discoteca Snop, el pasado viernes alrededor de las 2 de la madrugada.

Curiosamente, una de las zonas que estos días están teniendo más éxito es Ratchada 4, la zona de discotecas para la chavalada y los estudiantes de la zona. Aún bastante desvencijado el asunto últimamente por ahí, Snop sigue siendo el lugar de referencia. Y, vaya, abre hasta las 2 de la madrugada como siempre. Como si no hubiera cambiado nada.

En la misma zona, Embassy y Hollywood aguantan aun más tiempo sirviendo copas y con la música a todo trapo. Aunque el ambiente es más deteriorado y los precios muy oportunistas.

Otros clubes buscan suerte abriendo hasta que les visita la policía. En algunos, los agentes les obligan a poner baladas, melodías lentas y melancólicas o incluso canciones de la realeza siamesa.

Ese es el caso de, por ejemplo, Cave en Sukhumvit 22. Puedes estar allí tomando una copa tranquilamente con la música machacona de siempre y, de repente, encienden unas cuantas luces y empiezan a pinchar lentas. Como en los garitos de los 90 en España cuando había que buscar pareja. Solo que aquí cuando empiezan las lentas es ya todo lo que se escuchará hasta el cierre. Y más de uno estrena la madrugada, cubata en mano, escuchando canciones monárquicas entre neones.

Shock 39 fiesta luto tailandia

El desvencijado Shock 39 abre, por supuesto, en tiempo de luto. Este fin de semana estaba hasta los topes.

El sábado acabé casi sin querer en Shock 39, un tugurio que no suelo visitar. La discoteca favorita del turismo indio en busca de revolcones de pago, donde pululan algunos de los individuos e individuas más excéntricos de la noche siamesa turística. Motivos suficientes para haber vivido alguna noche para recordar en tiempos pasados.

Shock abre más o menos hasta la una de la madrugada. Aunque en la puerta de atrás del callejón paralelo, justo delante de una señal de prohibido el paso, la alternativa es una casa de baño masaje en la que un taxista simpaticón me dijo ayer que era la nueva entrada a la discoteca. Qué majo. Al entrar me topé con medio centenar de señoritas vestidas de negro pero enseñando pechuga. Me recordaron a Elvira, la vampiresa ochentera embutida en vestidos negros de prominentes rajas. Las de las ropas, obviamente.

Por supuesto, ante el panorama actual, Shock 39 es un total éxito y está hasta la bandera. Y poco luto y menos pena se ve por allí más allá de los vestidos negros ceñidos de algunas. Aunque la mayoría de éstas, también, visten el negro a lo Elvira. Será que les pega lo de dárselas de vampiresas.

Shock 39 Bangkok

El personal a la salida de Shock 39, el pasado sábado.

Al cierre de Shock 39 anunciaron que su discoteca hermana, el inefable Swing, abre cuando el club favorito de los indios juguetones cierra. Creo que ayer fue la primera vez que me vi en Swing sin siquiera haber tocado las 2 de la madrugada, ya que normalmente aquello se visita cuando hasta los gatos más pardos están pasados de vueltas. Aguantó el panorama hasta bien tarde en el garito más mañanero de Bangkok, pero no cabía un alma, pura o impura. Todos los clásicos -y sobre todo clásicas- de la noche más sórdida de Bangkok se dieron cita por allá.

Vale, no todo en esta vida es copear. Si bien la insistencia en ello a través de los párrafos anteriores se debe a lo particular del asunto y a que es un tema candente entre muchos de los que por aquí se dejan caer. Opciones, por lo que se ve, siguen habiendo. Algunas incluso más improvisadas. El viernes, por ejemplo, acabamos en un bar de Pra Khanong a persiana cerrada al que ni sé cómo llegamos.

Los restaurantes están todos prácticamente abiertos. Los lugares turísticos, por supuesto, también. El transporte funciona con regularidad y la gente trabaja con más o menos normalidad. Los mercados al aire libre siguen sirviendo cerveza y el cine quizás se visite menos, pero la cartelera sigue el calendario previsto.

¿Seguirá todo igual y sin altercados mayores? Muy posiblemente. Y pasado el mes de luto, quizás todo regrese a la normalidad. Si bien la incertidumbre es grande, los posibles conflictos que muchos esperaban tras la muerte del Rey no han ocurrido. Incluso con la sucesión pendiente y una regencia complicada, la bolsa de Tailandia y el baht están al alza, seña que indica optimismo.

Hay que recordar que el duelo es para muchos real. Aunque también se ve el luto de postureo, ese que más que dolor real lo que se expresa es querer lucir más afectado que los demás. A más de uno se le ve posar en la foto llorando, destrozado o muy afectado. Para que cuando la cámara se guarde se siga de risas como si nada.

Y sin embargo, más allá de que la ciudad siga funcionando, los bares tengan clientes y el personal no abandone su disfrute, entre los siameses hay una gran mayoría de gente que guarda el luto por la muerte de Bhumibol. Y que es como si todo se hubiera parado estos días, con muchísima gente de negro visitando los lugares simbólicos del monarca. La televisión, por supuesto, emite a todas horas y en tonalidades apagadas lacrimógenos reportajes propagandísticos sobre la labor del Rey.

Como he dicho siempre, yo no dejaría de visitar Tailandia ante la situación actual. Y no tengo intereses en el sector turístico que condicionen mi opinión. Otro asunto, claro, es la incertidumbre que existe. Algunos sectores empresariales están perdiendo dinero a espuertas y la actividad renquea en muchos lugares.

Ya solo con cambiar los uniformes a negro de los trabajadores de cara al público se queman bahts a mansalva, como la veintena de millones que me confirmaron se han pagado por los nuevos trajes de una de las más populares cadenas de comida rápida. Pero, aun así, no es el parón económico total que alguno profetizó.

Porque si bien para los de fuera todo sigue casi igual, para los tailandeses el asunto tiene su miga. El país ha sido un polvorín en numerosos momentos de su historia reciente y la adoración al monarca ha servido de pegamento en numerosas ocasiones ante aquellos que ni con cola pegaban. Las consecuencias ya se empiezan a ver. De momento, en relación a la libertad de opinión y al linchamiento hacia algunos que se atreven a decir lo que piensan.

 

Prohibido opinar en el país de los hombres libres

 

Tailandia luto Bhumibol

Una imagen de la reunión del sábado frente al palacio real para llorar por la muerte de Bhumibol. Foto: David Alesina. Visita su Instagram.

En el nombre de “la tierra de los hombres libres” se han escrito canciones y libros. También se han rodado películas y su concepto es común en infinidad de exaltaciones nacionales. Y si algunos estados como Liberia se han acercado en su nombre a la libertad, solo un país quiso bautizarse a sí mismo como “la tierra de los hombres libres”. Ese lugar es Tailandia, Prateet Thai y Muang Thai en su idioma.

La historia, aun así, no está exenta de cierta ironía. El concepto que jubiló a Siam como nombre del lugar lo eligió y lo impuso el mariscal militar y dictador siamés Phibun. Un hombre para el que la libertad significaba que él podía escoger por todos los hombres libres de su país sin dejarles decidir por ellos mismos. El mismo que tras la la extraña muerte del joven Rey Ananda Mahidol echó a los demócratas reformistas del país cargándoles con las culpas y apoyó darle la corona precisamente al hermano del fallecido, Bhumibol Adulyadej.

Por supuesto, para Phibun la libertad significaba que su país fuese el único territorio del Sureste no colonizado por alguna potencia extranjera, si bien él mismo se bajó los pantalones ante los nipones cuando entraron en Siam durante la Segunda Guerra Mundial. La libertad de expresión, por supuesto, no tenía nada que ver con lo de ser libres para el dictador siamés.

Casi tres cuartos de siglo después, lo de las libertades en Tailandia aún tiene lo suyo, sobre todo de cara a la opinión y a expresarse. Mientras se dice desde el Gobierno -ahora mismo también formado por militares golpistas- que todos los tailandeses sin excepción lloran por la muerte de Bhumibol y están orgullosos de poder postrarse ante su imagen, se puede encarcelar a quienes quieren decir lo contrario. Mediante el artículo 112 de su código penal, la ley de lesa majestad.

Bhumibol, en algunos de los discursos que ofrecía en las celebraciones de su cumpleaños, trató de convencer a los suyos que era “solo un hombre normal” y que cometía errores. También llegó a decir que no era tan feliz como el pueblo imaginaba. Quería acabar con los mitos que decían que no sufría un ápice de infelicidad por su condición de Rey y que no podía equivocarse en nada, además de tratar de sacarse de encima la imagen de semidiós. Precisamente, rehuía del retrato mitificado que, por el otro lado, las clases dominantes del país creaban de él para que su pueblo lo adorase aun más.

Tras su muerte, nadie puede dudar que uno de los mayores nexos de unión para los tailandeses -o directamente el más importante- ha sido y es la figura de Bhumibol. El pasado sábado, decenas de miles de siameses -fuentes gubernamentales dicen que hasta un millón de personas- se unieron para cantar el himno de la realeza que se usará para el vídeo que se pasa en los cines. Y sin embargo, tampoco podemos saber si los hay que no están de acuerdo con la monarquía. Porque, según lo que digan, pueden verse relegados a varios años de cárcel.

Ahora, en pleno luto, algunas masas han mostrado su peor cara al perseguir a aquellos que se atrevieron a no vestir de negro o a decir en redes sociales algo que no gustó a sus vecinos.

Un hombre vio cómo un centenar de personas se presentaron frente a su casa, en Phuket, por haber publicado en su perfil una cita budista que habla de la vida y de la muerte. Le gritaron, le acosaron y al final lo denunciaron a la policía. Los agentes no solo lo detuvieron, sino que lo obligaron a postrarse frente a una foto del difunto monarca, en mitad de gritos y desprecio. El motivo fue que decir semejantes palabras en un momento tan duro, sobre la vida y la muerte, es un hecho relacionable con la Ley de lesa majestad.

Varios casos similares fueron sucediéndose. Otro sonado fue en Samui, donde una mujer vio a centenares de personas acosarla y obligarla, delante de las cámaras, también a postrarse frente a un retrato, mientras recibía el peor de los tratos. Su delito fue decir algo en Facebook en contra del príncipe heredero, Vajiralongkorn. El jefe de la policía de Samui, orgulloso, salió frente a las cámaras para reivindicar el vergonzante linchamiento público que, para él, fue de un buen hacer excelente.

Desde el Gobierno, el ministro de Justicia aplaudió a todos estos policías de lo moral en relación a la monarquía y animó a los suyos a seguir cazando a quienes no respetasen el luto.

No obstante, empezaron a hacerse virales -y no para bien- los vídeos de algunos de los asaltos hacia aquellos que hablaron mal de la monarquía como el de este enlace. Y la opinión de demasiados empezó a cambiar, incluso muchos de los que alaban fervorosamente a Bhumibol y guardan luto lamentan la persecución contra quienes piensan de otra manera, además de denunciar estos ataques. Frente a este panorama, hasta el propio primer ministro, Prayuth Chan-ocha, ha tenido que pedir a los suyos que no increpen a aquellos que no actúen apropiadamente y que traten de estar en paz.

Intelectuales siameses como el profesor universitario Thinitan Phongsudhirak han recordado que los linchamientos y los arrestos contra quienes piensen diferente es para el país como dispararse en el pie. “A la minoría [de contrarios al reinado de Bhumibol] se les debe permitir mantener sus ideas y sentimientos sin persecuciones ni acosos, aunque igualmente han de respetar a quienes expresan su duelo”, dijo el titular de la Universidad de Chulalongkorn, partidario del monarca recién fallecido. Su sensatez es lógica, ya que los enfrentamientos -desde ambos lados- no le sientan muy bien a este país. Encarcelar e insultar públicamente pueden causar el efecto contrario a la represión que muchos esperan, e incluso podrían ser el detonante de una nueva crisis.

Se abre, sin duda, un periodo de incertidumbre. Fue una sorpresa que Vajiralongkorn no accediese al trono inmediatamente. Además, como regente ha quedado el otrora militar golpista Prem, ya en sus 96 años, y uno de los mayores defensores del nexo monárquico y militar como garantes de la unidad. Prem es también uno de los adversarios más claros que siempre tuvo el príncipe.

El próximo jueves habrá pasado la mitad del luto oficial del país, pero el Gobierno estará de negro hasta dentro de un año. Y a saber si todo esto no servirá de excusa para, nuevamente, retrasar las elecciones que nunca llegan.

Se espera que la sucesión se haga realidad, ya sea de manera sencilla o no. De momento, la pena por la muerte de Bhumibol es lo que mantiene la calma, pero resta la incertidumbre sobre qué podrá pasar en el futuro cercano. Los actores principales de todo esto, ahora mismo, son Prem, Prayuth y el príncipe heredero, quien desde luego no posee ni un ápice del aprecio que logró su padre. Además se espera que Thaksin Shinawatra, en algún momento, también se pronuncie. Y lo que el pueblo piense de ahora en adelante puede ser también una gran incógnita.

 

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Dos de las fotos de este reportaje han sido cedidas por David Alesina, fotógrafo documental español que acaba de afincarse en Bangkok. Visita su página web aquí.

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5 comentarios

  1. Fran dice:

    Una duda, ¿El duelo ha hecho también que suspendan o retrasen los nuevos capítulos de series allí? Porque sigo un par de ellas subtituladas y no se han actualizado desde aquello. Enorme entrada por cierto. Como casi siempre

    • Hola Fran. Por supuesto, los concursos, series y lakorns se han suspendido todos durante este mes por orden del Gobierno. La televisión es un erial en el que solo tienen cabida los reportajes propagandísticos sobre el monarca, con tonalidades apagadas y ropas negras. ¡Saludos!

  2. Bruno dice:

    Luis, te echaba de menos!
    Llevo tiempo descolgado de tu blog, y de los asuntos asiáticos en general, mis próximos viajes lejanos me llevarán al otro hemisferio.
    Pero menos mal que en estas circunstancias tan particulares podemos contar con tu visión informada y moderada de las cosas. Sabes que aquí, se habla poco y de manera muy superficial del Siam.
    Aprecio particularmente tu sentido profesional del sacrificio que te hizo investigar el luto de negro en los sitios y horas oscuras. Luis Garrido-Julve, el famoso corresponsal de guerras nocturnas! 😉
    Un abrazo fuerte Luis, tengo ganas de verte!

  3. Aaron dice:

    Vaya que gran descripción de la Monarquía Tailandesa parece algo mucho mas grande que un cuento de una estrella de Hollywood.
    Sin lugar a duda el Rey Tailandés fue un gran protagonista en la construcción de lo que es Siam hoy en día.
    Siempre he pensado que un gobernante que le interese su pueblo pues de seguro será recordado y eso es lo que pasa en Siam.
    La parte de los negocios de placer es una parte de Siam, y la cultura del Sanuk Sabai y la moda antigua de los vestidos de las tailandesas con la tetas al aire no es algo que uno deba asombrarse si es algo de la corriente sanguínea de las thai girl y las noches de los gatos pardos al estilo thai es simplemente su estilo de vida.
    En mi Facebook tengo muchas amigas tailandesas y si he visto que casi todas tienen un perfil negro de luto(además de que el negro siempre es un color para estas ocasiones siempre es un color elegante) pero ellas siguen con sus vida. Una amiga se fue a tu tierra natal a turistiar y ponía fotos muy feliz en la ciudad de Barcelona, no creo que esto quiere decir que esta feliz por lo que paso, pero realmente la muerte es parte de la vida y de seguro el Gran Rey lo sabia. Creo que el en la próxima vida será otro gran monarca……….Así que por mi parte le deseo lo mejor en la próxima vida, su muerte para mi es algo familiar, ya que he vivido casi toda mi vida a lado de mis abuelos.

  4. Mal dice:

    Caramba, Luis, haces gala de una dosis de testiculina bastante elevada…
    No querría ser un aguafiestas por nada del mundo, al contrario, pero…. no te da un poco de miedo que algún nacional de por allí lea tus artículos? menos mal que el traductor de Google es una mierda pinchada en un palo, que si no….
    En fin, que no solo le echas un par, sino que además tus crónicas siempre dan en el clavo.
    Siempre es un placer leerte, y también pienso que se te echaba de menos. probablemente en breve estaré por Siam, y me llevaré de libro de cabecera Tailandi en paños menoras (Claro!) para visitar alguno de los lugares que describes y meterme en cuantos lios pueda…
    Por cierto, sería un placer conocerte!

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