Kuala Lumpur, ¿qué te ofrece la capital de Malasia?

Lo de Malasia no acaba de cuajar del todo. País musulmán hasta la bandera, el regusto amargo al que te transporta recordar la expresión “callo malayo” y ninguno de los atractivos de sus vecinos del Sureste Asiático. Y sin embargo, el país tiene su público.

Será gracias a lo pomposo del nombre de su capital, Kuala Lumpur. O incluso a lo melódico que suena pronunciar Malasia, algo que a más de un turista de ojos redondos le incita a creerse explorador de cantimplora en una mano y cámara de película revelable en la otra. Además de, por supuesto, la imagen de las Petronas, que se vende tan bien como la Sagrada Familia de Barcelona.

Y sin embargo, a quienes llevan tiempo en esta cara del mundo la ex colonia inglesa no acaba de convencerles. Es más, su capital suele ser objeto de burla al ser tachada como “la Albacete de Asia”.

No es que yo tenga nada en contra de esa provincia ni de los buenos amigos que tengo en Villarrobledo -qué gran vino por allá-, sino por el dicho. “En Albacete, caga y vete”. Pues en Kuala Lumpur igual.

Yo reconozco que mi primera impresión de la capital malaya fue bastante decepcionante. Me pareció un lugar cómodo y más o menos agradable, pero aburrido y sin mucho por contar. Ahora, tras varios viajes por allá y dos semanas en enero instalado en Kuala Lumpur, he de reconocer que le tengo algo más de cariño.

Malasia no sería un lugar al que yo iría desde España invirtiendo las únicas dos semanas libres que tuviese en un año. Aunque me sorprende la enorme cantidad de turistas españoles que sí lo hacen, creo que la industria turística del país vende más humo que otra cosa.

 

Un país ‘casi’ desarrollado y ‘bastante’ musulmán

 

Lo que aquí escriba se acompaña del reportaje que escribí hace un año sobre cómo hacer un Visa Run en Kuala Lumpur. Dos semanas más en la capital de Malasia, además de un paseo por el resto del país, dan para actualizar un poco la información. Y dar algunas recomendaciones bizarras.

Sigo pensando que Malasia es quizás el país menos interesante de la zona, tanto para los que buscan turismo de guía azul como para los que quieren escarbar en las raíces del Sureste Asiático. El lado salvaje de Camboya, la falta de modernidad en Birmania, la enormidad y diversidad de Indonesia o el sol de Vietnam. Malasia no tiene nada de eso.

¿Qué tiene de bueno Kuala Lumpur? Su comodidad. La comida malaya no es que sea muy interesante, pero en cualquier barrio de la capital encontrarás comida de toda Asia y también occidental. El transporte público es muy eficiente y todo está ordenado, más o menos limpio y civilizado.

Quizás sea por eso que Kuala Lumpur -y Malasia en general- resulta tan aburrida. Aunque en Occidente se siga pensando que es un país pobre o poco desarrollado, es todo lo contrario. La herencia inglesa de este país que no llega a los 30 millones de habitantes se notó para bien, al contrario que en otras ex colonias.

No existen tuk tuks, ni vehículos estrambóticos. El tráfico es ordenado casi como en Europa, los salarios son bastante buenos y no hay un desfase entre clases sociales como el de Tailandia u otros países de la zona. La educación, hasta hace pocos años, era toda en inglés y de buena calidad.

Y un dato que habla del desarrollo del país: los malayos no necesitan visado para visitar Europa.

Sin embargo, el nuevo Gobierno se está cargando este desarrollo en pos de una nueva ola de nacionalismo y religión. Las clases ya se dan casi en su mayoría en bahasa, la lengua local, y los medios son poco imparciales. Hasta se está planteando el ministerio de Transportes permitir los tuk tuks tailandeses en las calles de Kuala Lumpur, lo que ha provocado que la sociedad malaya se lleve las manos a la cabeza.

Veremos, no obstante, cómo salen de la actual crisis del petróleo, ya que a ellos les afecta enormemente. En esto de salir de las crisis, los malayos antes se lo montaban bastante bien. Cuando se produjo la crisis de los tigres de Asia, a finales de los 90, todos los países de la zona se rindieron y pidieron el rescate financiero al FMI. Menos Malasia.

En aquel momento, los malayos se apretaron el cinturón y abandonaron la crisis al poco tiempo, saliendo reforzados. Tailandia, Indonesia y el resto de países afectados sufrieron una recesión mayor, ya que tenían que devolver la deuda del rescate. ¿Está tan bien preparada Malasia como entonces? Quizás no, pero están en mejor posición que sus vecinos.

Luego, es imposible obviar lo de la religión. Malasia es un país oficialmente musulmán, con la luna creciente y la estrella por bandera. El calendario festivo se rige por el Islam y, aunque exista libertad de culto, a los católicos y budistas se les pone difícil el asunto.

Nada que ver, eso sí, con países árabes. Esto es Asia y aquí el Islam se entiende de una forma muy diferente, aunque Malasia sea de los países más proactivos en la defensa espiritual. Y los malayos quisieron focalizar en los negocios y ser la banca musulmana más importante de la zona.

Eso hace que Kuala Lumpur sea el patio de recreo de todos los hombretones adinerados del petróleo árabe, que pasean a sus mujeres en burka orgullosos por el centro de la ciudad. Los puedes encontrar fumando shisha y escuchando canciones árabes en cualquier terraza de Bukit Bintang.

Ellos, además de todos los trabajadores ilegales procedentes de India -la cara más oscura de Malasia es su tráfico humano y explotación laboral-, hacen que la mezcla sea homogénea, pero poco atractiva. No obstante, no hay que obviar que un tercio de la población es china, y con ello ya se armó el belén.

Los chinos malayos -que nada tienen que ver con los hijos de Mao- controlan buena parte del país y las zonas financieras. Y si bien en Tailandia se mezclan bien y son admirados, no en Malasia. Existe una pugna entre malayos y chinos que siempre tiene pinta de acabar mal, pero que acaban solucionando de una u otra forma.

 

¿Dónde moverse en Kuala Lumpur?

 

Algo muy bueno que tiene Kuala Lumpur es que es reducida. Nada que ver con lo gigantesca que es Bangkok, ni mucho menos con las gigantescas capitales de Asia Pacífico. Incluso Singapur es más grande. Así que, si te gusta andar, puedes hacerlo todo a pie.

Por otro lado, la red de transporte público nada tiene que envidiar a la mayoría de grandes ciudades europeas -ya me gustaría algo así en mi Barcelona natal-, con numerosas líneas de metro y monorraíl. ¿Dónde alojarse? A mí siempre me ha gustado la zona de la mezquita de Masjid Jamek. Allí confluyen todas las líneas de transporte público, por lo que puedes ir a Sentral, Bukit Bintang o KLCC sin problema.

A evitar, bajo mi opinión, es donde van la mayoría de occidentales, el barrio chino de Kuala Lumpur. Porque no es allí donde vivan los chinos malayos, sino porque el barrio es un invento para turistas cortados por el patrón de siempre.

Mercadillos con los mismos gallumbos falsos y las baratijas que hay en cualquier garito del Sureste Asiático, comida bastante cara y un servicio bastante malo. Los hoteles son viejos y estrambóticos. En realidad, el barrio chino de Kuala Lumpur intenta ser un Khaosan, pero sin toda la diversión del barrio mochilero de Bangkok.

La mayoría de turistas de ojos redondos van al barrio chino porque es lo que sale en las guías azules y por la concentración de hoteles enfocados al occidental. Pero es un lugar tan auténtico como lo es Benidorm en España. Y además sin alcohol a buen precio ni fiesta, ya que estamos en un país musulmán.

El lugar más reconocible es, por supuesto, KLCC. La zona de las torres Petronas, donde se encuentra uno de los mayores centros comerciales, Suria, y un enorme parque donde ir a correr o a hacer ejercicio.

Alojarse en tan céntrica zona no es necesario, a menos que quieras rascarte el bolsillo en un hotel de cinco estrellas con vistas. No deja de ser un barrio de negocios y para que los turistas retraten la típica imagen de postal. Pero hay que reconocer que Malasia hizo muy bien los deberes al crear este centro de la ciudad, reconocible y pintoresco. Uno de los éxitos para atraer turistas a tan común ciudad.

Y luego está Bukit Bintang. Si evitas el hecho de que está mal comunicado por transporte público -el año que viene se espera que llegue el metro-, puede ser el mejor barrio de Kuala Lumpur. Un paraíso para los amantes de la comida y lo que vendría a ser el Sukhumvit de la capital malaya. Si quieres salir de copas -a precios desorbitados-, este es también tu lugar.

 

Qué comer y dónde salir en Kuala Lumpur

 

Me ha costado mucho pillarle el tranquillo a Kuala Lumpur en esto de agradar al estómago. Más allá de dejarse el sueldo en los clásicos lugares recomendados a precio de oro, no es la capital malaya una maravilla gastronómica como Bangkok, donde en cualquier esquina puedes encontrar algo delicioso.

De buenas a primeras, las especialidades malayas no me apasionan. Es menos picante la comida que en Tailandia y no muy variada. Y si bien algo similar ocurre con la camboyana, nada que ver. El plato nacional es Nasi Lemak, del que tenéis una foto arriba, y no es nada del otro mundo para mí.

Sin embargo, a mucha gente le gusta más este tipo de cocina porque tiene menos especias y es menos picante, así que ya sabéis. En realidad, he encontrado muchos sitios buenos donde comer, aunque pocas veces se trataba de comida malaya.

No obstante, hay un plato totalmente malayo que me parece sensacional, pese a lo básico que es. Se llama Kuay Tiao Penang, y es una versión isleña y diferente del Pad Thai. Es más, en este caso me parece una especialidad de fideos mucho mejor que la tailandesa.

Mi primera recomendación, ideal para los recién llegados que quieran algo sencillo, es comer un Kuay Tiao Penang en el subterráneo de Lot 10, en plena esquina de Bukit Bintang. Además, en el mismo lugar hay un montón de puestos de comida china y malaya a buen precio, unos dos euros y medio el plato. Muy recomendable.

Para desayunar, en la misma Bukit Bintang puedes encontrar, en la esquina contraria a Lot 10, una cafetería y pastelería de nombre Tous Les Jours. Precios económicos, café y comida muy buenos y enchufes y WiFi por si quieres trabajar un rato.

Un lugar de excelente comida malaya se encuentra lejos del centro, en la planta baja del centro comercial Digital Mall. Si os apetece comprar electrónica, videojuegos u ordenadores, no dejéis de ir alli, mucho mejor que Low Yat en el centro. Y además tiene ese restaurante ideal con curris como el de la foto.

De cara a la noche, sin complicaciones podéis ir hacia Jalan Alor, una calle donde se reúne el turismo asiático en busca de comida callejera. Hay restaurantes vietnamitas, tailandeses, malayos y sobre todo chinos. El precio está bastante aceptable y la comida es buena. Infinitamente mejor que lo que encuentras en el barrio chino.

En caso de que eches de menos la comida española, en la zona de fiesta, Changkat Bukit Bintang, tienes tres de ellos. El primero es Cerdo, que trata de jamón serrano. El segundo es Pisco, más una discoteca que otra cosa. Y el tercero es Pinchos, el que más me gusta para hacer unas tapas.

Si prefieres comida más picante pero occidental, La Boca es un restaurante mexicano muy cerca de Bukit Bintang, en el centro comercial de lujo Pavillion. Es, en comida mexicana, de lo mejor que he encontrado en esta parte de Asia. Son excelentes sus fajitas.

Si ya quieres más sorpresas, ¿te imaginas encontrarte con Julio Iglesias en Kuala Lumpur? Pues sí. Muy cerca también de Bukit Bintang, delante de las galerías Starlight, encontré una churrería española. Con máquinas zumeras y las churreras de toda la vida en la piel de toro.

Lo más curioso del caso es la foto que presidía la churrería. La inauguración del lugar con los dueños bien sonrientes, entre los que destaca un caballero tan español como es Julio Iglesias. ¿Qué hacía el hombre allá vendiendo churros? Ni idea. Pero hay que reconocer que el chocolate y las porras estaban geniales.

Bueno, ¿y qué hay de salir de copas en Kuala Lumpur? Obviamente, es algo mucho más soso que en Tailandia. Lo de ser país musulmán aprieta y el alcohol es caro. Aun así, hay varias zonas y alguna discoteca. Lo mejor de todo ello, para lo que he podido ver en estos años, es Changkat Bukit Bintang.

Son un par de calles cargadas de bares que parecen pubs con terrazas al aire libre y pistas de baile. Abren como restaurantes entrada la noche, y cierran a las dos de la madrugada convertidos en discotecas. Uno de los garitos más famosos es Pisco Bar, el restaurante español mencionado anteriormente.

Yo me lo pasé bien en un tugurio al que me llevó un amigo chino-malayo que trabajaba en el último hotel donde me alojé. Se llamaba Route 66 en la planta de abajo -nada que ver con la discoteca de Bangkok- y Mango’s en la de arriba. Había un show de muchachas cantando éxitos en inglés que me recordaba a alguno de los más sucios antros de Bangkok.

Obviamente, se veía algo de ambiente de pago en aquel Mango’s, ya que Malasia puede ser un país musulmán, pero esto sigue siendo el Sureste Asiático y la carne a la venta siempre se encuentra. Pulsad en el vídeo de abajo para ver qué había en Mango’s aquella noche.

Para los que conocen el Sureste Asiático y saben lo que es un lounge tailandés, decir que existen opciones similares en Kuala Lumpur. Este tipo de discotecas tienen cartas de bebidas y también de chicas para animarte la noche. Pagas para que te rían las gracias nada más.

En Kuala Lumpur, uno de los más populares es Bintang Garden, justo al lado del hotel Ritz. Mis conocidos chinos-malayos dicen que son más baratos que en Bangkok y menos elitistas. Si a alguien le interesa, ya sabe donde ir.

Para acabar, mencionar Sky Bar, la propuesta de copas y rascacielos en Kuala Lumpur. Se trata de un bar un tanto elitista en lo alto de un hotel, muy popular y visitado. A mí me parece que las alternativas similares en Bangkok son bastante más atractivas, aunque las chicas pueden apuntar que los miércoles beben gratis allí.

Con todo ello, se puede entender que Kuala Lumpur da para bastante, aunque no deje de ser esa “Albacete de Asia”. Sigo pensando que es un lugar algo aburrido, pero al menos es agradable y cómodo. Igual el año que viene toca otra visita a Malasia, a ver si así le pillo el gustillo al país.