La traición de la confianza
Hace casi un año me vi casi forzado por las circunstancias a escribir un artículo que titulé El crimen de la confianza. La crónica de lo que entonces se sabía del asesinato y descuartizamiento del consultor leridano David Bernat. En el momento en que escribí aquellas líneas, el principal sospechoso acababa de ser arrestado en Camboya. Artur Segarra. El amigo de Bernat que supuestamente le tendió una trampa para hacerse con su dinero. El único detenido por el asesinato del compatriota. El mismo que hoy ha escuchado cómo la justicia tailandesa le condenaba a muerte.
Siempre sonriente incluso con el traje de presidiario, bromeando con sus captores acerca de su afición al boxeo tailandés, para muchos fue la imagen perfecta de un criminal despiadado. Supuestos psicólogos decían en televisión que su comportamiento exhibía al perfecto psicópata. La policía tailandesa tenía al culpable ideal y el público a un monstruo.
Artur Segarra es culpable de planear el secuestro, asesinato y descuartizamiento de David Bernat, además de otros cargos, según la justicia tailandesa. Y su condena es la que se dicta estos casos en Siam si no hay confesión, pena de muerte.
Y es normal que no haya duda que Segarra está implicado en tan sanguinario caso. No solo las pruebas presentadas son contundentes al mostrar su participación -Bernat fue asesinado en su apartamento en el que entraron juntos-, sino que su huida con el dinero del consultor lo deja en evidencia. Además de que su versión de los hechos fue totalmente insuficiente.
Pero, más allá de que Artur sea culpable de la totalidad o parte del crimen, se abandonó la búsqueda de otros implicados. La investigación inicial de la policía tailandesa señalaba como culpables a la que llamaban “la banda del toro”, un grupo de españoles y tailandeses. Se dieron detalles concretos y se afirmó rotundamente que había más gente implicada. Pero al atrapar a Segarra se aferraron a él y cambió su versión. Desde entonces, en seguida dijeron tener pruebas para demostrar que el de Terrassa lo hizo todo él solo. Sin ayuda de nadie. Ni siquiera de la que era su novia y vivía con él.
Para la mayoría, esta explicación es suficiente. Alimentada por la sonrisa de Segarra que muchos tildan de malévola y por su, según algunos, macabro aspecto que llevó a los tribunales. Sin poner en tela de juicio la más que cuestionable investigación policial. Los hay incluso que afirman, prejuicios mediante, que sus tatuajes lo delatan como un tipo capaz de algo así.
La estrategia desesperada de Segarra
Una opinión bastante extendida es que “si hubiera otros implicados Segarra ya lo habría confesado”. Bueno, teniendo en cuenta cómo es Tailandia, esta posibilidad es difícil. Si realmente hay una banda capaz de planear un asesinato como el de David Bernat, la cárcel tailandesa no es el lugar más seguro desde donde delatarlos.
Es más, mencionar a esos posibles “otros” que confesó en su única entrevista desde que fue apresado nunca fue la intención del de Terrassa. Su estrategia era otra. La total negación y tratar de alargar el juicio, con la esperanza del todo o nada. Que la falta de pruebas le absolviese, aún con las indicaciones que le había dado el que fuera su abogado hasta verano, Worasit Piriyawiboon, en las que le advertía que si no hablaba sería muy difícil evitar la condena a muerte.
Personas muy cercanas al caso comentan que la estrategia de Segarra se ha basado en la confianza. Esa misma confianza que, parece ser, le sirvió como traición para engañar a Bernat. La misma confianza que le falló al fugarse a Camboya y dejarse ver por una ciudad tan turística como es Sihanoukville. Esa que en los tribunales le hizo permanecer tranquilo, mientras trataba de alargar el juicio.
¿Para qué cambiaba de abogado y forzaba a retrasar el juicio? ¿Qué le hizo tratar de impedir que las vistas terminasen solicitando traductores? Según las mismas fuentes, posiblemente esperaba un milagro que nunca llegó. Que la opinión pública o la diplomacia española intercedieran por alguien que, se veía claro, tenía todos los números para ser condenado a muerte.
No podía equivocarse más. Compasión no es lo que ha provocado su actuación desde que fue arrestado, sino odio. Señalado como el único acusado por el asesinato de Bernat, su sonrisa casi chulesca lo ha tachado de loco para muchos y fue calificado de psicópata. Aunque quizás a él lo que le pierda sea su fanfarronería.
Al fin y al cabo, no se le escapa que aún siendo declarado a muerte no significa que acabe siendo ejecutado. Una persona en contacto directo con la justicia del país comenta en privado que es “muy improbable” que realmente acabe recibiendo la inyección letal como en casos anteriores. Y que tarde o temprano se acogerá a un perdón real. Diplomáticamente no le interesa a Tailandia ejecutar a un occidental. Aunque, quién sabe, ahora mismo hay un régimen militar y un nuevo Rey y se tendrá que ver por dónde tiran.
“Ya está pensando en que lleven su historia al cine”
Hoy me comentaban dos personas que conocieron bien a Segarra lo mismo. “Arturo está loco, eso que hace es muy suyo”. Porque su bravuconería cuando vivía en Bangkok era más fuerte que él. No tenía problemas en juntarse con un desconocido y declararse como un prófugo de la justicia española.
Ahí se enmarca el gesto que ha hecho y que ha captado el fotógrafo de The Nation al llegar al juicio. Se ve en la primera foto de este artículo. Segarra extendió el brazo y dejó ver en la palma de su mano el pasaje bíblico Lucas 23:34. El mismo que dice “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
“Eso es muy de Arturo, aún en ese infierno tiene que chulear de ello”, opina uno. Otros que le conocieron creen que quizás piense ya en la película que se podría hacer de su caso. Ese gesto del pasaje bíblico puede ser fanfarronería -como cuando Samuel L. Jackon recitaba a Ezequiel en Pulp Fiction– o esa ansia de protagonismo. Pero también podría ser una última llamada de auxilio a la desesperada, aunque la sonrisa no acompaña.
La clave de todo, en cualquier caso, la tiene él. Solo él podría decir qué ocurrió realmente en su apartamento. Si hubieron otros o realmente lo hizo todo él solo. Si bien, las pruebas no se aguantan. Su implicación está demostrada: hay grabaciones donde se le ve ir con Bernat a su apartamento donde, obviamente, están sus huellas dactilares. El dinero fue a sus cuentas corrientes, se fugó a la desesperada retirando efectivo. Pero que lo hiciera todo solo ya es otro asunto.
Las cámaras que podrían inculparle o demostrar que no actuó solo, curiosamente, no registraron vídeo durante esos días. Nadie sabe si en su apartamento estaba solo o no. Luego está el hecho de que fuera tan tonto como para enviar el dinero a sus cuentas, y sobre todo que resultase capaz de descuartizar él solo a una persona y luego limpiar la casa tan a conciencia que los agentes tuvieron que desmontar una tubería para encontrar un rastro de ADN. Tras lograr eso, falla al no asegurar que las bolsas con los restos mortales del consultor se hundieran dentro del mar y no llegaran a flote.
Sin embargo, es él quien sabe qué ocurrió. La policía centró su investigación en él y en encontrar pruebas que lo incriminasen a él solo. Y, según explica Piriyawiboon, no encontraron nada determinante para demostrar que no hubieran otros. Pero eso en Tailandia da igual. El letrado, además, reconoce que él piensa que una persona es incapaz de montar todo ese golpe.
A modo de opinión personal mía, y tras muchas conversaciones en Bangkok con gente cercana al caso, también con la policía tailandesa y la española, e incluso con abogados y criminólogos, me sorprendería y mucho que realmente Segarra hubiera actuado totalmente solo. Aunque podría haber sido así, es una opinión bastante extendida entre quienes han seguido el caso desde dentro. Pero son conjeturas.
Algo muy diferente es que eso no exime de culpabilidad a Arturo. Y sin duda él ha de pagar por ello, hay pruebas que demuestran que él cuando menos planeó un golpe contra su compatriota. Aun así, si hay más gente implicada debería descubrirse. Y la investigación llevada a cabo por la policía tailandesa -a la que tuve acceso- fue muy escasa de medios. Agentes siameses que no hablaban ni inglés buscando pruebas incriminatorias contra Segarra a todo tren. Incluso me sorprendí cuando, en diciembre, me comentaron que se me había citado en el juicio como testigo y quedé como que no me había presentado. Pero es que a mi casa no llegó carta alguna avisando de ello y por teléfono tampoco me llamaron.
El único que puede arrojar luz sobre qué pasó realmente y quiénes son los otros culpables -si los hay- es, como ya se ha comentado, Segarra. Ahora será difícil que hable, por otro lado, ya que los presos tailandeses pasan unos meses en una celda de aislamiento como primer castigo y sin poder recibir visitas. Otras teorías sobre lo que pasó se han comentado en confidencias, algunas de ellas muy verosímiles, pero no hay nada demostrado. Y que se haya demostrado la culpabilidad de alguien, de momento, es solo del que hoy fue condenado a muerte. Con quien igual este caso da carpetazo definitivamente.
¡Que curioso, no hay comentarios sobre este asunto tan escabroso!
¿Será quizás que todos los que frecuentamos el reino pensamos que nos la pela lo que le pase a este individuo?
Tanto si le aplican la pena capital, como si se la conmutan por una cadena perpetua y acaba pudriéndose en una de esas cárceles tan acogedoras.
¡Que difícil resulta decir algo en favor de Segarra. Voy a intentarlo: Nadie merece estar en una cárcel tailandesa! ¡A excepción de Segarra, claro!
Supongo que a los familiares de David les parecerá que es insuficiente, no hay más que ver el careto sonriente que exhibe el elemento, quizás si se le pusiera a pan y agua no sonriera tanto.
¿Hacer una película sobre este tipejo? ¡No faltaba más!
¿No se hace una película sobre Blas de Lezo y alguien está pensando en llevar al cine la vida del tal Segarra?
Vaya por adelantado que si a alguno de nuestros directores se le ocurriera esa feliz idea, que le deseo se pase el resto de su vida haciendo compañía al ilustre de los tatuajes.
Realmente no cabe duda que esta implicado a mi me cuesta creer un poco que lo haya hecho todo solo. Pero si no dice nada pues creó que al final da igual pues quizás tenga un cargo de conciencia por haber estado en la escena de crimen de un compatriota suyo.
Realmente así mismo como pienso que tailandia es el mejor lugar para pasarla bien y tener una buena vida, creo que es la peor cárcel si la cagastes. Para mi en este caso aplica la ley de plomo portate bien.
Pues yo lo veo todo muy raro. Me huele mal lo de que Segarra sea el unico culpable, seguro que es culpable hasta la medula, pero no hay nadie mas detras? Ningun tailandes implicado?
Estupenda y esperada crónica. A pesar del aparente desinterés, a todos los que nos gusta el Reino y sus circunstancias nos horripila el asunto, y creo que todos nos alegraremos si a este tipo, en vez de a una inyección letal, lo condenan al desmembramiento en vivo, atado a cuatro caballos. Aparte de esto, solo se me ocurre recordar que a quien le interese este tema, puede releer tus crónicas y complementarlas con el libro del chef y periodista Joaquin Campos. En fin, no sé si un tipejo tan lamentable merece tanto esfuerzo pero al menos la información está ahí para quien tenga curiosidad.
Si Segarra es el culpable o no,no lo se. Pero si se que esto no lo pudo haber hecho una persona sola,es obvio que lo hizo un grupo de personas…
Bastantes similitudes con el caso actual, Sancho. No estaba muy informado del caso Segarra, de hecho, si no fuese por lo acontecido actualmente, ni me habría enterado. Como dijo Frank cuesta en una entrevista, España ya no ve ser conocida por su futbol o paella. Esperemos, no se genere un estigma contra los españoles que vayan a Tailandia.