Musulmanes y terrorismo, la versión del atentado según Tailandia

Sospechoso bombas Bangkok

Adem Karadag es el sospechoso que la policía de Tailandia ya asegura que es quien plantó la bomba en el atentado de Erawan. Foto: Pornchai Kittiwongsakul / AFP.

A la policía tailandesa le gusta sacar pecho. Da igual el éxito que hayan logrado -o que quieran hacernos ver que han conseguido-, tarde o temprano siempre montan un show mediático y afirman haber resuelto todo caso. Ahora, más de un mes tras el atentado de Erawan, dicen tener a los culpables y conocer sus motivos.

El acusado es Bilal Mohammed, aunque las autoridades siamesas se refieran siempre a él a través de su apodo, Adem Karadag. No les acaba de gustar que su nombre completo que suene tan musulmán. Y para la policía de Tailandia es más que un sospechoso: Afirman rotundamente que fue él quien plantó la bomba que mató a una veintena de personas.

Finalmente, la investigación acabó por un camino que sonaba muy rocambolesco al principio. Que el atentado en Erawan ha sido perpetrado por un grupo terrorista que traficaba con musulmanes de raza Uighur entre China y Turquía. La bomba habría sido una venganza en este escenario. Pero hay mucho más allá en todo esto.

Es más, si finalmente el atentado fue perpetrado por una banda terrorista afín al movimiento Uighur, el gobierno militar no debería estar demasiado satisfecho. Más bien, debería replantearse la situación y preguntarse si tiene parte de culpa en todo ello.

 

Confusión y excesos informativos

 

Suckers Policía Tailandia Nana

Una foto ya mítica y para el recuerdo. El jefe de la policía, Somyot, y su portavoz, Prawuth, delante de tan explícito cartel, en Nana, para calmar a los extranjeros de visita. Foto: Policia de Tailandia

A la policía tailandesa le ocurre lo mismo que a gran parte de la sociedad civil del país. Tratan de trabajar como en décadas pasadas, cuando este país era mucho más pobre e importaba mucho menos en el mundo. Pero no se dan cuenta de que Tailandia ya tiene un lugar importante en el planeta.

Mientras el primer ministro no electo se vanagloria al predecir que -gracias a sus políticas- el país será primer mundo en una década, siguen chanchulleando sin pudor en lugar llevar a cabo investigaciones serias.

La búsqueda de una explicación en el atentado de Erawan ha sido el ejemplo perfecto. En otro momento, la policía habría optado por esperar a que la población se olvidase del asunto y que quedase sin solución.

Pero no han podido. Tanto por la presión de su pueblo como de la comunidad internacional. Porque a quienes mandan en Tailandia les da igual lo que piensen de ellos en el extranjero, a menos que pueda afectar a su entrada de divisas. Y este caso temblaba la inversión foránea en el país.

¿Qué imagen han dado al mundo y a sus gentes? Pues no muy seria. Lo primero que hicieron los altos mandos policiales fue pasearse por Nana y decirle a quienes por allí estaban en buena compañía que no se preocupasen. Que todo estaba bien y que podían seguir disfrutando de su actividad favorita.

Luego, limpiaron a toda prisa el templo para poder abrirlo de nuevo al público, destruyendo parte de las pruebas. Hasta la BBC encontró, de casualidad, restos clave para la investigación que la policía había pasado por alto.

Atentado Tailandia retrato robot

Del retrato robot del perpetrador del atentado a la imagen de Karadag.

Y para rematar, llevamos semanas en las que se detienen a varios sospechosos, para decir que todos ellos son el hombre de la camiseta amarilla. Ese que sale en todas las grabaciones de seguridad dejando la mochila donde supuestamente estaba la bomba. Luego, nos decían que estaban equivocados y que aún no tenían al culpable… hasta ahora.

Adem Karadag fue el primer detenido, a quien se le acusó por haber participado en el ataque terrorista. Se desmintió rápidamente que él fuese quien plantase la bomba, pero se mantuvo que tuvo relación. Mientras, el Gobierno reiteró en varias ocasiones que “seguramente” los culpables ya estaban fuera del país.

Pero no. Ahora, Karadag -dicen las autoridades- se ha declarado como culpable. Y no dudan en decir fuentes policiales que es él, que tienen pruebas claves para determinarlo. No está el caso exento de ironía si recordamos que la policía se repartió una recompensa de tres millones de bahts por haber cazado, precisamente, a este sospechoso el pasado mes.

A día de hoy, lunes 28 de septiembre, la policía afirma que deja de buscar a los sospechosos, ya que tiene a Bilal Muhammad, alias Karadag. Y que, junto al segundo detenido, Yusufu Mieraili, cometió el atentado. El cerebro de la operación, no obstante, está fugado.

El acusado, pese a ser de etnia turca, nació en Xinjiang, la provincia china de donde proceden la mayoría de Uighurs en el país más poblado del mundo. Y si realmente las claves del atentado van por ahí, el gobierno tailandés debería dar una explicación de las que nunca suelen dar.

 

La posible venganza de los Uighur

 

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Ciudadanos turcos protestan en Ankara contra la sede consular china, en defensa de la minoría Uighur. Foto: Adem Altan / AFP.

Pese a los despropósitos de la policía tailandesa en la investigación, es posible que hayan dado en el clavo con el acusado. O no. La falta de credibilidad es marca de la casa en el cuerpo siamés, y se la han ganado a pulso. Por su falta de escrúpulos en anteriores ocasiones y también por intentar censurar -patriotismo mediante- a quien pone en duda sus métodos.

Y sin embargo, tiene sentido que Karadag y Mieraili sean culpables y que las razones del atentado estén en la venganza de un grupo terrorista afín al movimiento Uighur. Los motivos y las nacionalidades concuerdan, y si tomamos la investigación como certera, puede concordar.

El problema es que las causas no son tan sencillas como nos venden. El Gobierno explica escuetamente la razón del atentado al decir que no fue un ataque con motivaciones políticas, sino perpetrado por una banda criminal que traficaba musulmanes Uighur entre China y Turquía. Y que dicho grupo quiso vengarse contra Tailandia por haber puesto fin a su actividad criminal.

Buenas palabras para una realidad más complicada. Los interrogantes son varios, el primero de ellos, ¿y quiénes son los Uighur? Se trata de una de las 56 etnias reconocidas en China, de origen turco, y que llevan instalados desde hace muchos siglos en la provincia de Xinjiang, al noroeste del gigante asiático.

China, ese país cuyo único activo real es su enorme población, reconoce etnias pero no gusta de su diversidad. Sobre todo, si se diferencian de los Han, la etnia dominante entre los hijos de Mao. Por eso, desde que llegó la República Popular y su comunismo particular, los Uighur no lo tienen muy fácil para vivir en China, el que ha sido su país ancestralmente, pese a sus diferencias.

Las denuncias que recibe la comunidad Uighur desde Xinjiang son notables. Se les mete en prisión por motivos políticos, son torturados y muchas veces desaparecen de la noche a la mañana. Su idioma está prohibido en las universidades y las mezquitas cerradas. Y son el único grupo étnico en China que aún sufre ejecuciones públicas por motivos políticos.

La difícil situación de los Uighur en Xinjiang es denunciada por Naciones Unidas, Amnistía Internacional y otros grupos por los derechos humanos, además de países como Estados Unidos. Y, por ello, muchos abandonan su lugar en China y tratan de llegar a Turquía, su país de origen.

Para ello, suele ser habitual pasar por el Sureste Asiático. Los Uighur no pueden abandonar China en circunstancias normales, su Gobierno no les deja. Así que lo hacen a través de las mafias que operan en esta región. Y aquí es donde Tailandia entra en juego.

En julio del pasado año, el primer ministro no electo y general Prayuth Chan-ocha tuvo que tomar una decisión con un grupo de 109 refugiados políticos Uighur. O inmigrantes ilegales, como los definió él. Habían sido atrapados un año antes en Tailandia y, aunque se identificaron como turcos, cuando descubrieron que eran originarios de China, los de Prayuth tomaron una decisión.

Enviaron de vuelta al centenar de Uighur al país del que habían escapado. A China. En contra de lo que suplicaban Naciones Unidas, Turquía o Estados Unidos. Haciendo caso omiso a quienes avisaban que serían maltratados a su llegada, y que podían enfrentarse a la muerte nada más aterrizasen en suelo chino.

La decisión de Prayuth fue altamente criticada, dentro y fuera de Tailandia, y se convirtió en otra de las polémicas acciones del Gobierno militar. En Ankara se lanzaron violentamente contra la embajada tailandesa para criticar la decisión del primer ministro y Estados Unidos lamentó que no se enviase al centenar de refugiados políticos a Turquía. Mientras, en China se excusaron al decir que, en Turquía, muchos podían convertirse en “carne de cañón” para el Estado Islámico. Sin pruebas, claro.

El investigador de Human Rights Watch Sunai Phasuk ya dijo entonces que “es sorprendente y desolador que Tailandia haya cedido a la presión de China” para deportar al centenar de Uighur. Y lamentó que “en China pueden enfrentarse a serios abusos, ser torturados e incluso que les hagan desaparecer“.

La controversia hizo perder los nervios al primer ministro no electo, quien incluso se enfrentó a los medios de comunicación por ello. “¿Qué queréis que hagamos? ¿Esperamos hasta que críen tres camadas de cachorros?”. Ni remilgos tuvo para usar un lenguaje que definiese a los Uighur con animales en lugar de personas.

Y luego, para echar leña al fuego, las imágenes desde China sobre el destino de los Uighur deportados al país de los hijos de Mao. Los medios de comunicación controlados por el aparato chino no se resistieron a lanzar vídeos e instantáneas de los musulmanes deportados con capuchas en la cabeza y números gigantes. Querían mostrar lo que les ocurre a quienes no comulgan con ellos.

 

China, un aliado ‘difícil’ para Tailandia

 

Tailandia Uighur China

Los medios de comunicación chinos no tuvieron problema alguno en emitir imágenes del escarmiento que recibieron los Uighur deportados a China.

Las imágenes superiores enfurecieron a muchos en Tailandia y, por supuesto, las palabras del Gobierno de Tailandia no pudieron calmarles. De nada sirvió decir que habían enviado a un equipo de investigación a China para velar por los Uighur cuando salieron las imágenes de su maltrato en el avión que los llevaba de vuelta a su hogar.

Sobre el destino de los Uighur deportados nada se sabe. Y se dejó de hablar del asunto hasta hace poco, cuando se pensó en ellos al relacionar el atentado de Erawan con la persecución a esta etnia de origen turco. Ahora, la relación es clara. Los detenidos son de etnia Uighur y originarios de Xinjiang.

Ese es el motivo por el que la explicación de la policía tailandesa sobre los responsables en el atentado de Erawan no convence. No se explica con la simpleza de una venganza por parte de una banda armada al quedarse sin su negocio de tráfico de personas.

Nada justifica el asesinato de personas inocentes. Y si una facción Uighur está tras el atentado en Bangkok, deben pagar por ello. Pero también el Gobierno tailandés debería asumir responsabilidades por haber encendido la chispa del conflicto. No son países comparables, pero en España se tuvieron que ir del poder quienes participaron en una guerra impopular que detonó el más terrible atentado sufrido en el país.

¿Por qué Tailandia cedió ante China e hizo caso omiso al resto del mundo al deportar al centenar de Uighur? Alianzas políticas. Tailandia ha sido un socio de Estados Unidos durante casi toda su historia contemporánea. El país más popular del Sureste Asiático era el refugio del capitalismo durante la guerra fría, y eso creó fuertes lazos de amistad.

Eso es algo del pasado. Estados Unidos tenía mejor relación con los enemigos del status quo en Tailandia, los Shinawatra. Y la irrupción de los militares de Prayuth fue un varapalo para el país más poderoso del mundo, quien solicitó elecciones y vía libre. No estaban por la labor los de verde.

Para contrarrestar la situación, Prayuth prefirió alinearse con China. Mientras se enfriaban las relaciones con Estados Unidos, el gigante asiático declaró a los militares siameses que no tenía ningún problema con la nueva dictadura militar -más bien les encanta- y se ofrecieron apoyo mutuo.

Los analistas temen que Tailandia se convierta en el gran aliado de China, con permiso de Corea del Norte. A Prayuth no le molestan las críticas que lamentan estar cerca de tan grandes dictaduras, sino que desea alguien en quien apoyarse ante el momento histórico que vive. Además, los hijos de Mao tienen una alta influencia en la zona y el dinero fresco que ahora no llega desde Occidente.

El primer ministro no electo sabe muy bien que Estados Unidos y las Naciones Unidas no ven con buenos ojos un Gobierno militar, pero se acercan tiempos duros. Para rematar, se teme por la salud del monarca Bhumibol, y el general y primer ministro ya ha hablado con el príncipe de cara a una sucesión ordenada. Y cuantos más apoyos reciba desde el extranjero, mejor.

Se desconoce si la alianza entre China y Tailandia cuajará. También si Estados Unidos dejará de ser un aliado importante en Siam, algo que personalmente yo pongo en duda. El Gobierno de Prayuth puede tener destellos de similitud con China u otras dictaduras, pero la sociedad tailandesa está muy lejos de modelos como el de, por ejemplo, Corea del Norte.

Además, en Siam pueden pagar muy cara una alianza con el país más poblado del mundo. De momento, han estado a punto de pagar más de mil millones de dólares por tres submarinos que les vendía el ejército chino. Ahora se lo están pensando, ya que se han dado cuenta de que quizás no los necesitan más que para marcarse el pegote con su nuevo socio y sacar pecho ante el mundo. Porque de eso se trata siempre, de sacar pecho.

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6 comentarios

  1. Malandro dice:

    El peso socioeconómico del mundo ha basculado hacia el Este. El foco de las atenciones internacionales, inevitablemente, se desplaza hacia allí. Tailandia llama más la atención. Ya no les es tan facil escurrir el bulto y que a nadie le importe.
    A pesar de todo, como describe Balcigalupi en su curiosa novela “La chica mecánica”, a los thais se la fuma todo y todos, menos el dinero; y provablemente, tras la gran catástrofe, será ellos los que salgan más indemnes mientras el resto del mundo ve asombrado cómo todo se desmorona. Porque a ellos se la fuma todo. Y siguen a lo suyo. Los farangs estamos de paso y solo arañamos levemente la superficie…

  2. Tik-Tak dice:

    Fuera del tema y referido a lo que le afecta al Turista:
    Esta demostrado. La Marina Real de Thailand…”No puede con las mafias instauradas”. No tiene poder disuasorio…¿por que será?. 555
    Por eso, “ellas” siguen campando a sus anchas
    El caciquismo persiste. La mala gestión.
    Y la corrupción más.
    Con unos cuantos submarinos Chinos…solucionado. Jajaja, me parto.

  3. Tik-Tak dice:

    “Pero no se dan cuenta de que Tailandia ya tiene un lugar importante en el planeta”

    NO creo…Una chica (de la familia) me comentó que ahora no es Tailandia el destino interesante, si no, Mauricio.
    Y allí se fué en Agosto 2015, con toda la tropa (4 en total).

  4. Tailandia tiene un peso relativo en el mundo, pero ahora tiene más importancia y no saben reaccionar ante ello. No es fácil, por ejemplo, vender gambas o pescado enlatado en Occidente si en los medios aparece cada dos por tres que el producto es barato por el tráfico de personas.

    Cuando no existía Internet y el país era poco conocido, los que mandan podían hacer y deshacer, endosarle crímenes al primero que pasaba por allí y no dar explicaciones. Ahora, claro, tienen problemas. Cuando protagonizan una investigación vergonzosa como la de los crímenes de Koh Tao o el atentado de Erawan les crecen los enanos. Ellos intentan hacer como siempre, cargarle el muerto a quien sea y no meterse con los que mandan y hacer como si nada. Pero ya no pueden. Así es normal que este Gobierno se altere porque no puede controlar su imagen pública ni lo que piensa la población. Ni siquiera comprando submarinos xD

    Por cierto, muy interesante la novela de Bacigalupi, ‘La chica mecánica’. Se nota que al bueno de Paulo le gusta Tailandia. Con sus conflictos entre los dos ministerios, la polarización social, el nacionalismo y, por supuesto, los occidentales confinados en su bar para extranjeros. Quejándose del calor e hartándose a alcohol.

    PD. No he estado en Islas Mauricio ni planteo pasarme por allí, pero apostaría que tiene mejores playas que Tailandia. Eso no es muy difícil, la verdad…

  5. Tik-Tak dice:

    Lo único bueno que tiene Tailandia, es, “embrujo”… para el que sepa encontrarlo. En sus distintas facetas, en sus distintos estadios. Fuera de eso, mejor ni hablar.

    Las playas en temporada alta; sí, son medianamente buenas “extremadamente contaminadas por aguas fecales”….etc.

    Pero, NO cuidadas, al igual que el Turista.

    PD: Me encanta ésta fina arena…templada. Siempre, todo es momentáneo y cansa.

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