Historietas y personajes del Songkran, ese ‘mojado’ fin de año tailandés
El Cachorro es un gran tipo al que todos queremos. Aunque más de uno piense que es innecesario ver sus nalgas blancas en más ocasiones de las que resulta necesario, claro. Pero es que al muchacho le gusta eso de sentir cómo sus pellejos se tuestan al sol mientras remoja sus partes bajas sin roces de bañador.
Si le invitan a una fiesta en un lugar con piscina lo encontrarás tomando copas con la misma indumentaria que el David de Miguel Ángel, seguramente frente a alguna mirada de asombro. Porque el Cachorro puede ser cariñoso como un Yorkshire pero calza un manubrio que ni un pura sangre.
Siendo de gustos tan en carne viva, nuestro Cachorro siempre contaba los días que faltaban hasta la llegada del Songkran, el fin de año tailandés pasado por agua. Se embutía en un bañador minúsculo como los que visten los forzudos en Mister Olympia, pero luciendo sin pudor su físico de delgaducho falto de aceite en su blanca piel. Y, pistolón de agua en mano, se dedicaba a empapar al personal a diestro y siniestro.
Aún recuerdo aquel lejano primer Songkran para él, que también era el mío. Y rememoro con cariño una noche en el colapsado RCA cuando se había acabado el agua para las pistolas y el whisky para los bocas. Una damisela con manivela le hizo ojitos al buen Cachorro y pronto estaban juntos bajo el escenario, donde las bailarinas rociaban con agua al personal a manguerazo limpio. Pero para manguera la que agarró la moza que antes fue mozo. Ahí estaba el cachorro con su trapito de culturista profanado por una mano y viendo cómo le sacudían la nutria en público mientras él disparaba a chorro. Chorros de agua de su pistola, que conste.
Desapareció el Cachorro después de que le examinaran a su amiguito y también aquella que manoseó dicho asunto bajo los aspersores. No dio señales de vida al día siguiente nuestro amigo y cuando apareció lo hizo con un arma aun más grande. Porque lo de la testosterona y los pistolones es el arroz de cada día en los días de Songkran.
De aquel primer Songkran hace ya mucho, pero lo recuerdo como si fuera ayer. Al fin y al cabo, canta cual almeja si es el primer fin de año tailandés de cualquier tipo distraido, la que para mí aún sigue siendo la mejor fiesta de Asia. Porque ese primer chapuzón te pone una sonrisa en la cara de esas que, a ciertas edades, cuesta mucho lograr. Vale, es una opinión muy personal -muchos odian estos días en remojo-, pero para aquellos a los que nos guste meternos en el barro y perder el control son fechas únicas.
En la calle, Songkran solo dura tres días en Bangkok. Pero en las discotecas al aire libre puede alargarse hasta seis días. Por supuesto, eso yo no lo sabía cuando fui a cenar a Beef Lovers en mi primera noche previa a un Songkran, vestido con tejanos y zapatillas. El plan era tomar algo en Zaleng con Cachorro y Cristiano, pero no imaginábamos la batalla campal que había montada. Da igual lo que hayas leído antes sobre esta fiesta o los vídeos que hayas visto. La sensación es indescriptible cuando la vives en carne propia. Y estábamos a punto de descubrirlo.
Cristiano y Ele vivían al lado de aquella zona, así que fueron a cambiarse al ver semejante panorama humedecido. Yo opté por tirar por la tangente y me compré una bolsa impermeable para proteger el móvil y la cartera. En unos segundos estaba empapado. Cristiano llegó con dos pistolas y un cubo de agua. Desde el escenario no paraba de caer agua y en la discoteca nos pusieron una botella de whisky con los vasos tapados donde, irremediablemente, se filtraba el agua que nos empapaba.
Recuerdo estar disparándole agua al personal y riendo a plena carcajada, como si nunca antes me hubiera desternillado igual. Cristiano me arrastró a una cabina llena de espuma y salimos los dos de la misma guisa que el muñeco de Michelín. Fuimos a recargar las pistolas a una piscina gigante en mitad de la discoteca al aire libre y acabamos tirándonos agua a cubos con cualquiera fulano que por allí pululaba.
Desde aquella primera noche cada año paso por Ratchada 4, con su escenario gigante y con tanta agua a chorro que parece que esté lloviendo a mares. Sin embargo, Songkran es mucho más que ello. Una festividad que durante varios días paraliza el país, y en los que salir a la calle significa mojarse aunque no quieras. Porque en cada esquina hay un grupo de amigos, jóvenes, familiares o niños tirando agua a todo el que pase por allí.
Mi amiga Ele también sabe lo que es vivir la experiencia de un primer Songkran en Tailandia. E igualmente lo que es padecer alguno de sus inconvenientes. Nunca he visto tan feliz a alguien tras haber destrozado su iPhone. Porque la buena de Ele, en mitad de la locura que supuso aquel primer Songkran para ella, tuvo una idea cuando vio cómo algunos niños se metían en los cubos de agua. No quería ser menos.
En muchos lugares en Songkran puedes pedir un cubo gigante de agua para recargar tus pistolas y empapar al personal. En un momento de la noche, alguien quiso echar mano al cubo para llenar su pipa y se encontró con la cabeza de Ele. Allí estaba ella, sumergida en el cubo cual chaval siamés. Su móvil no sobrevivió a dicha encrucijada, pero le dio igual, el momento mereció la pena. Si hay que buscarle pegas a Songkran que no sea por eso y si un caso que se levante la voz por los múltiples accidentes de tráfico. Desgraciadamente, aún muchos optan por conducir borrachos en unas fiestas en las que las carreteras están llenas de agua.
Postureo de Songkran para los nuevos tiempos
Desde hace unos pocos años, la fiesta de Songkran se ha puesto cara en según qué lugares. Más que nada, porque zonas como RCA han pasado a alojar grandes festivales de música electrónica. Los veinteañeros siameses se han aficionado a los carísimos festivales de música electrónica, por los que pagan entre cien y 300 euros para ver a unos tipos poniendo discos.
En Songkran se han popularizado los grandes eventos de música electrónica con pinchadiscos internacionales, a los que está prohibido llevar pistolas. Se dispara agua a cholón desde cañones frente al escenario, por lo que acaba todo el mundo mojado igualmente. Pero en lugar de interactuar con el personal, los que allí van están más centrados en saltar frente al tipo que pone la música o en hacerse selfies, la moda poco pasajera de un coqueto siglo XXI.
Este año me invitaron a uno de los mayores festivales en Bangkok, Siam Songkran Music Festival, y he de decir que pese a no ser lo mío fue bastante divertido. Para otros lo fue aun más, a juzgar por sus mandíbulas desencajadas, claro. Se dice que estos eventos son lo más destacable de Songkran. aunque yo lo dudo. Son sin duda el lugar donde a uno le hacen un mayor agujero en el bolsillo y donde la selfie se cotiza mejor. La clientela presente está más pendiente de tomar la autofoto perfecta que muestre lo bien que se lo están pasando que por asuntos sin duda menos importantes. Como simplemente pasárselo bien sin necesidad de mostrarlo al mundo.
Sin embargo, a aquellos que les guste ese tipo de música seguro que lo disfrutan más que un servidor. Y eso que yo, que fui con mis expectativas más bajas, acabé saltando como un adolescente y pasándomelo muy bien.
Al fin y al cabo, todo lo que es un festejo de Songkran está más revolucionado y pasado de vueltas que las Variant de los noventa en los barrios del extrarradio. Por eso, muchos aún se preguntan de dónde viene esta locura de tirarse agua como si el país estuviera poseído, pensando que la razón podría ser que abril es el mes más caluroso del año.
En realidad, es una historia muy siamesa la razón del Songkran, esa forma que tienen de darle la vuelta a todo. El año nuevo en los países budistas del Sureste se celebraba poniendo algo de agua en las personas mayores y en aquellos a los que se les debía respeto. Para limpiar de impurezas a los seres queridos y empezar el año limpios como patenas. Y de ahí se distorsionó y enloqueció hasta lo que es hoy en día.
La guerra sigue -y seguirá- en las calles
Este año tenemos a un nuevo Cachorro en Bangkok. Y el sábado pasado era una gozada verlo corretear por la fiesta de Snop en Ratchada soi 4. Cargado con su pistola, disparaba a todo aquel que por ahí pasara. Llenaba de hielo su gigantesco subfusil y luego se tiraba los cubitos por todo el cuerpo. Gritaba, reía y se convulsionaba. Nunca lo vi tan feliz en sus cuatro meses en Bangkok.
Y sin embargo, son muchos -muchísimos- los que odian el Songkran. Yo les entiendo. Acabas empapado y lo de enganchar alguna infección bacteriana está a la orden del día por lo sucia que está el agua. Conozco el caso de un tipo que agarró una gonorrea unos días después de jugar con el agua y su novia de entonces le dijo que sería por la piscina de espuma sucia de la discoteca Narz. El urólogo le confirmó al muchacho que bien pudo haber sido así.
Desde las autoridades, lo de limpiar el país de la celebración de Songkran es algo que se comenta cada año. En una nación donde se censuran los besos monárquicos y los culos desnudos en el estreno de la temporada de Game of Thrones, lo normal es que a los que mandan no guste el libertinaje que se vive en estos días en remojo.
Recuerdo una mojada tarde en Silom, uno de los barrios principales donde festejar en el año nuevo siamés y que es conocido por ser el Chueca de Songkran, la zona gay por excelencia. En una esquina dos tipos siameses musculados, ataviados únicamente con un taparrabos tan minúsculo como los que le gustan a Cachorro, se besaban y se abrazaban con un deseo que muchos otros quisieran vivir.
Llegó entonce una pareja de extranjeros y dijo que aquello era vergonzoso y que semejante falta de decoro era para los allí presentes un engorro. Para mí la estampa era más bien bella y es una pena que no se interiorice como la normalidad. Que dos personas se deseen debería ser más normal y menos criticado. Y lo de divertirse lo veo igual, ¿qué problema hay en que durante unos días todos volvamos a ser niños?
Por supuesto, a los de verde que rigen el país a base de golpes de Estado y se llenan la boca de conservadurismo y religión no les gusta que eso sea así. Por eso, este año también nos dijeron que la policía iba a prohibir las celebraciones en Khaosan, uno de los enclaves míticos en Bangkok. La excusa este año fue la inminente coronación en mayo del Rey Vajiralongkorn en dichos alrededores.
Igual que ocurre cada año, se avisó desde el Gobierno que se perseguiría a aquellos que vistieran trapitos poco decorosos. Se amenazó a mujeres con y sin manivela que si subían a las redes sociales fotos sugerentes en camisetas mojadas serían perseguidas por las autoridades y juzgadas por falta de decoro. Meter mano en entrepierna ajena se dictaminó que sería castigado con hasta diez años de cárcel. Para los que bebieran y condujeran a toda mecha, seis meses nomás.
Por suerte, todo fue parte de ese postureo informativo por parte del Gobierno, que al decir algo en favor de la recta moral espera que su discurso cale en el imaginario colectivo, para luego dejar a todo hijo de vecino que haga lo que le dé la gana. A mí, personalmente, lo que me molesta es que el debate no se centre en concienciar a los conductores y penalizar a los infractores. Mucha gente muere en las carreteras estos días.
La guerra de agua seguirá en las calles. Y yo recomiendo a todos los que desconozcan el Songkran que vengan al menos una vez en la vida a Tailandia durante el año nuevo siamés. Porque vuelves a ser un niño. Porque somos muchos los que decimos que es quizás la fiesta más divertida de Asia, y porque además dura hasta que tu cuerpo aguante.
También porque muy pocos fenómenos son tan tailandeses como la manera en que tienen los siameses de celebrar su año nuevo. Viviendo como si fuera su último día en la tierra y dejándose los remilgos y los tapujos escondidos en algún cajón bajo llave.
Es posible que luego no te guste el Songkran, al fin y al cabo son muchos sus detractores y yo soy un tipo bastante alocado cuya opinión es muy personal. Pero si gusta a mujeres y hombres, solteros y familias, niños y mayores, algo sin duda ha de tener.
Es más, si estás leyendo estoy hoy y estás en Tailandia por primera vez yo cambiaría cualquier plan para hoy y me enfundaría en las típicas camisas de flores que se llevan estos días por aquí. Porque Songkran ha acabado en Bangkok y en casi todo el país, pero hoy empieza el Songkran de Pattaya, mucho más alocado y la única forma de seguir festejando la llegada del año nuevo. Si no fuera porque mañana vuelo a China y la próxima semana me acercaré a la Barcelona de Sant Jordi tengo claro que ahora mismo estaría de camino a la ciudad del pecado.
Queremos la foto del Cachorro
Songkran always top. Aun habiendolo vivido muchas veces ….. hay q reconocer q es una fiesta divertidisima y unica en el mundo ?
Cono creo que ese se ve el carnaval mas grande del puto mundo. Aqui por mi area se dice que el carnaval de Rio de Janeiro es el mejor. En mi pais se celebran 4 dias de carnavales pero no es el new year. Me atrevo a decir que cuando estaba mas chico el carnavale de Venezia me gusto mas en lo que es decoracion de los trajes que lo que he visto hasta ahora por mi area, pero la verdad que esto se ve una tremenda parranda muy grande, se puede sentir la vibra de una celebracion a lo grande bueno es el nuevo ano carnavalero Tailandes.
Esto creo que me falto en este viaje vivirlo deberia volver a Tailandia para vivir esta experiencia se ve muy divertido.
Si esos militares se olvidan de Khaosan es por que la diversion debe ser tan acogedora esa energia thai que por eso salen despues pintados la cara y sonreidos como las mujeres de Myanmar que se ponen esa pasta en la cara para pensar que se ven mejor asi. jajajajaajja
Que pais, que pais hermano increible, estoy agradecido conmigo mismo que nunca fui un nacionalista y extremista de defender mis raices y decir que es lo mejor pues realmente, el tailandes viviendo con poco o mucho tiene un gran pais para relajarse,amar y digerir una tremenda energia de su propio pueblo y de sus costumbres que no me averguenza aceptar que hicieron algo mejor que nuestros descendientes.
Happy New Year, Thailand 2562
Que la pases bien, espero algun dia celebrarlo por alla con usted mi estimado amigo.
Yo lo viví hace 6 años, en Bangkok, ya que venia de Pattaya de estar 28 días en esa maravillosa ciudad del pecado, aún recuerdo que me mojaron al menos diez veces, y durante el día me cambié tres veces de ropa, y ya no salí más del hotel porque no tenia más ropa y al día siguiente volvía para Barcelona, después de 34 días. No me molestó para nada las mojadas, ya que lo entendía, era su fiesta nacional, lo único que yo no estaba para mucho trote, ya que el que tuve en Pattaya para mi edad entonces 60 años, no fue poco y venia casi destrozado.
Además no me molestaba el baño en la calle, pues hacia un calor impresionante, comparado con Pattaya, o eso me pareció a mi, ya que sabía que no había mar, y con esos edificios tan altos, para mi que hacia mucho más calor que en Pattaya.
Como bien se hace constar en el artículo posiblemente el mes que yo estuve medio Marzo y medio Abril, hacia un calor, de día y de noche, impresionante.
El calor es una de las cosas que más de chocó y eso que estoy acostumbrado a él, ya que en Barcelona hace calor en verano, pero en Almería he estado más de 100 veces en verano y también hace y he vivido en Málaga y también, pero no se puede comparar, en Tailandia hace mucho más. Al menos me pareció eso a mi.
Un saludo a todos.
pd) recomiendo a cualquier soltero, divorciado, etc, etc, que se precie, que visite Pattaya, al menos una vez en su vida, y si no le gusta, pues se vaya a otras partes del País, que me constan que son más tranquilas, más baratas, pero se lo pararán bien y verán algo diferente. Yo no he podido repetir.
En una hora, estoy en calle Concell de Cent nº 290 de Barcelona, voy andando.
Lo que tardo en arreglarme y ponerme en la calle a andar, tengo unos 30 minutos a pie.
Después de cinco o seis días nublados, ha salido el sol. Así que voy para allí.
Un saludo.