Cuando es el ‘farang’ quien se convierte en ‘araña’
Escuchar la historia de alguno que llegó a Bangkok buscando carne y salió desplumado es el día a día de por aquí, algo tan común como lo de comer arroz. Los hechos siempre son los mismos. Suelen conocerse bajo las luces de neón y al calor del whisky. Él, hombre extranjero y de redondos ojos en busca de amor o un simple revolcón. Ella, encantadora señorita de sonrisa amable y toqueteo aún más notable, que esperará un momento de flaqueza de nuestro muchacho para cobrarse amabilidad y roce. El tipo de muchachas a las que yo llamo arañas.
El término no es mío. Lo de llamar arañas a estas dulces señoritas sin oficio pero con beneficios fue idea de un fiel compañero de copas que, cuando va a los más sucios clubes de la ciudad, suele ir sin calzoncillos, por lo que pueda pasar. Se le ocurrió al ver tatuajes tradicionales budistas en las espaldas de muchachas de dudosa reputación, lo que él llama “la marca de la araña”.
A mí me gusta la idea. Al fin y al cabo, las arañas le doran la píldora al que cae en sus redes para luego clavar su aguijón. Mención especial si es una araña-transformer, de esas que esconden manivela bajo la falda. Lo de aguijonear en ese caso puede ser además dolorosamente físico.
No obstante, lo que nadie duda es que las arañas suelen ser mujeres. O casi mujeres. Y siempre nacidas en Tailandia, mientras que sus víctimas son hombres occidentales. Sin embargo, el pasado mes se dio el caso contrario. Un hombre europeo engatusó a un buen puñado de mujeres tailandesas, haciendo gala del engaño, para luego robarles sus ahorros. El farang se convirtió en araña.
Nuestro hombre -y orgullo de todos aquellos que alguna vez fueron desplumados- es un mozo alemán ya crecidito en sus recientes 40 años. Aunque se conserva bien y ganó algún dinero haciendo de extra en algunos culebrones siameses, esos que siempre acaban en boda. Quizás viendo la simpleza de semejante producto televisivo descubrió cómo engañar a un tipo de mujer tailandesa en concreto.
Siguiendo el ejemplo de tantas y tantas arañas, el muchachote germano decidió probar suerte en páginas de contactos en Internet y especialmente en Love Time, donde contactó con un buen número de señoritas de bien. Igual que las jóvenes de vida alegre y demás señoritas que fuman buscan clientela o víctimas en la red, nuestro farang tenía la misma intención.
Durante un periodo de tiempo determinado, este alemán se ganó la confianza de muchas señoritas que no fuman y logró sacarles hasta tres millones de bahts. También se metió en las sábanas de muchas de ellas. Al menos, eso es lo que consta en el informe policial redactado tras su arresto, aunque sabiendo que ha sido residente ilegal en Tailandia desde hace casi tres lustros, seguramente no era la primera vez que engañaba a alguien.
El engaño, no obstante, tampoco era todo lo elaborado que se espera de alguien con 14 años de experiencia. Siempre contaba a sus víctimas que había sido contratado por la importante petrolera local PTT, y que estaba a la espera de unos papeles que tenían que llegar de Alemania, para dar credibilidad el asunto. A mí también una noche también me dijo una cualquiera que era enfermera, si bien el único enfermo al que la vi tratar fue a un extranjero sexagenario que la invitaba a whisky en la mesa de al lado.
Y mientras las arañas intentan sacar dinero con excusas que van desde la historia de que el buey de su familia ha estirado la pata en Isaan hasta la reinversión en un negocio infalible, nuestro farang ya en la cuarentena utilizaba otro clásico recurrente. Que podía conseguir cargamentos de iPhone a bajo precio. La misma estafa que te encuentras cada día en segundamano.es, vamos.
¿Qué lleva a un extranjero a ser ‘araña’ y robar?
Más allá de que era un estafador, algo debía pasar por la cabeza de nuestro alemán para que acabase dedicándose al sucio negocio del robo. Muy probablemente fuese un tipo con una labia excelente y viese una manera fácil de ganarse el arroz. Pero quizás también fuesen los más de 14 años viviendo en Tailandia sin abandonar el país.
Porque nuestro hombretón y araña de profesión llegó con 26 años a Tailandia y nunca abandonó el país. Seguramente quemó su pasaporte al llegar a Siam. El caso es que, desde entonces, estuvo cometiendo overstay. Quedándose sin permiso en el país. Las leyes tailandesas dicen que la multa máxima por haber sobrepasado el límite de tiempo en el país no puede ser superior a 20.000 bahts, menos de 500 euros. Te hayas pasado un par de meses o tres lustros de ilegal.
Su historia me recuerda a la de otros hombres que quisieron convertirse en araña y sacarle todo a sus amantes tailandesas. Conozco un par de casos en los que dos tipos jóvenes y de lengua entrenada lograron vivir como reyes en casa de sendas novias. Ellas pagaban todo y ellos prometían buscar trabajo. Como empleo no encontraron pero otras amantes sí, al final fueron sacados a patadas de sus hogares de beneficencia.
Pero el caso que mejor recuerdo es el de un amigo íntimo cuyo nombre no diré, que logró devolverle la jugarreta a una araña siguiendo su mismo estilo. Mi colega y compañero de barra, tras beberse hasta el agua de los floreros y no recordar ni el nombre de mamá, se agarró del brazo de la primera que pasaba por un local de esos a los que se llega en ascensor tras cruzar un restaurante a las 8 de la mañana. El desastre estaba servido.
Cuando estaban en el taxi, alguna neurona de la quijotera de mi amigo fue lo suficientemente lúcida como para dejar claro que lo de ir a su hotel no era buena opción. Temía por su cartera y por su ordenador, como Joaquín Sabina en Medias negras. No en vano, se había empollado los foros de Rumbo: Tailandia -en aquel momento Destino Tailandia-, lectura básica en español para conocer los entresijos del país. Así que cambió de plan y convenció a la joven para ir a un hotel.
A la mañana siguiente y tras haber ocurrido lo que ocurre tras las paredes de los hoteles, ella no estaba cuando él se despertó. Su cartera seguía allí, pero faltaban 2.000 bahts, unos 50 euros, y mi colega se había quedado con lo justo para coger un taxi de vuelta a su hotel. Al menos la araña pensó en ese detalle y tampoco se llevó su móvil, que en aquellos tiempos valía menos que su camiseta.
Todo hubiese quedado en una mala experiencia si no fuese porque, curioso destino, cuando mi amigo regresó al país al cabo de unos meses se encontró a la susodicha de nuevo. En el mismo club, a unas horas similares y con la misma mirada que ella le dedicó una vez. Y no, la joven no recordaba a mi compinche. Seguramente era otro más de los que se llevaba a la cama.
Jugando al límite, mi colega nos abandonó y se fue con aquella a tontear. Ella contestó. Él siguió maquinando su plan. Y acabó convenciéndola de que fuesen a un hotel lo más barato posible, que ella sin duda conocía. Ya allí, él le pidió a ella que registrase la habitación con su carné de identidad, ya que él afirmó haber olvidado su pasaporte y toda identificación.
Nuevamente volvió a pasar lo que ocurre en habitaciones de hoteles, pero mi amigo -que siempre cuenta esta historia cada vez que se bebe dos copas- escondió todas sus pertenencias y, a la mañana siguiente, la araña seguía en la cama. Mi amigo se vistió y luego la despertó a ella. Y entonces le preguntó si no le recordaba.
No queda nunca claro cuando mi compañero cuenta su historia cómo lo hizo, pero siempre resume que le exigió a ella que le devolviese el dinero de aquella noche. También explica que la araña gritó y se encabritó hasta que él le recordó que había dejado sus datos en recepción. Y que, definitivamente, ella le dio 3.000 bahts para compensarle. También él tuvo la deferencia de dejarle algunos bahts para el taxi.
En su situación, yo no me hubiese atrevido. Las arañas suelen trabajar por su lado y están bastante desprotegidas. Pero llevarte un navajazo cuesta muy poco dinero a quien te lo desee si sabe donde encontrarte, y hay veces en las que esta ciudad no es tan grande. Él estaba de turista pero, viviendo aquí, es un riesgo muy grande jugar a semejante juego.
Sin embargo, me quedo con esta historia para recordar por qué a las arañas las llamamos arañas. Un fenómeno tailandés que llena páginas de libros dedicados a la materia y que a mí sólo me apena en el sentido de que demasiado farang cree que toda tailandesa es muchacha de vida alegre.
Que toda joven que se acerca a determinado tipo de extranjero sea araña no significa que toda tailandesa sea araña. Igual que no todo hombre de ojos redondos gusta de irse con prostitutas, como también también muchos piensan en esta parte del mundo. Sus motivos tienen. Es lo que más se ve en según qué lares de Bangkok.
Yo para salir de noche con los amigos “en busca de” siempre he usado símiles futbolisticos, menos durante la Erasmus que con mi compinche vasco usábamos temas de pesca. Para las arañas habras “tejido” ya seguramente un diccionario de palabras, en el que junto a Spiderman saldra una foto de tu amigo 😀
Por cierto si no se si sigues el foro de Spaniards.es (españoles en el extranjero) pero hubo una entrada al tema que no tiene desperdicio y aqui la dejo. Saludos
http://www.spaniards.es/foros/2013/08/29/robado-en-bangkok-como-un-pardillo-consejos
Pues Chicho, si bien conocía de pasada Spaniards, no había leído semejante hilo. Lo he devorado enterito y he de decir que me ha gustado mucho. El autor tiene todo mi respeto y un par al haber luchado con lo que le ha tocado luchar. Sobre todo lo relacionado con su infección, aunque la historieta de irse a Isaan a buscar a la ladrona es de comedia y de las buenas. De lo mejorcito de estar en Asia es poder toparte con gente tan poco ortodoxa e interesante 🙂
Mierda ese Alemán desde los 26 años viviendo en Tailandia ilegalmente, como le hizo ?
Por cuantos años se convierto en araña? cuantos años le darán de cárcel ? Ahora si le dieron su arañazo que shitsero. Creo que lo peor que le puede pasar a un extranjero es estar preso en un país extranjero.
Realmente creo que la mujer tailandesa es dócil araña, pero no todas son fiables, como esa historia que pienso que tu amigo tuvo suerte quizás del navajazo. Los otros que vivieron con sus novias tailandesas pueden ser la cara dócil de las tais.
BENDITO SWING!!!!!!!!! y benditos tus posts, me hacen recordar noches en la sin city!
Mencion especial a las Arañas siamesas que viven en España….
Estas si que son verdaderas Viudas Negras…
Abran los ojos y desparramen la vista….
Igual que latín américa es mejor salir corriendo en la maratón de Tailandia………Como dice la canción de Barricada nadie evita la paliza por salir corriendo!!