Historietas y jugarretas del masaje tailandés
Un clásico del paseante de visita por Siam es el masaje tailandés. No el que viene con final feliz -ese tiene otro público-, sino el que se entiende que es terapéutico y otorga miles de beneficios que casi nadie sabe para qué sirven. Todo el que viene por aquí espera poder contar que le han masajeado bien. De la forma que sea.
Así es normal que mi amigo Berto, en su primera noche por aquí, acabase de cenar en la calle 38 de Sukhumvit y le apeteciese un masaje. Con la panza llena, antes de subir al tren vio el letrero de un garito que se llamaba Tulip. Y que ofrecían masajes. Así que pensó que no era una mala idea darse un homenaje antes de volver a casa.
Berto, que también es periodista, vivía por aquella época en China y sabía bien de qué iba esto de los masajes en Asia. Y al ver que bajo ese desconchado letrero del Tulip no había dulces chicas ofreciendo sus servicios no intuyó dobles intenciones. pensó que aquello era un local de profesionales del masaje y no del masajeo, que no es lo mismo.
El tal Tulip, pese a sus anuncios en la puerta anunciando los beneficios que aporta el masaje tailandés, tenía unas habitaciones de paredes desconchadas y camas chirriantes que no otorgaban mucha confianza. Pero ahí se instaló el bueno de Berto, que pidió el clásico masaje del país.
En mitad de la sesión, medio aburrido por la escasa técnica de su masajista, casi se queda dormido mi amigo bocabajo. Se despertó repentinamente cuando, sin esperarlo, la chica le bajó sus gallumbos. Y antes de que pudiese pensar por qué, empezó a notar algo muy húmedo. La joven había empezado a lamer su agujero negro con una pasión profesional que no había exhibido previamente. En jerga, que le comió el Donete.
No podía haber adivinado Berto que el Tulip se promocionaba ante la clientela nipona, cuyos barrios están bastante cerca de la zona donde está la casa de masajes. Y, claro, quien ha estado en Japón sabe de qué pie calzan sus hombres. La limpieza anal en Sukhumvit 38 es lo mínimo que te puedes esperar de sus oscuras pasiones.
En busca del masaje ideal
Si hay algo por lo que seguramente yo no elegí vivir en Tailandia, eso fue la popularidad de sus masajes. Siempre me ha parecido bastante aburrido lo de tumbarme para que alguien me sobe por cuestiones de relajación. Y no dudo que puedan ayudar a sentirte mejor, simplemente a mí no me gustan.
Puedo contar con los dedos de una mano el número de masajes a los que he ido en todos estos años en Tailandia, pero eso no significa que no merezcan la pena. Es más, teniendo en cuenta que aquí hay centros profesionales que cuestan menos de diez euros, su atractivo es comprensible.
De lo que sí puedo dar fe es de que no todos los masajes han de ser profesionales. Sólo hay que darse una vuelta por Sukhumvit o Silom para ver que muchos de ellos tienen truco. Como le pasó al cachondo de Berto, que desde su paso por Tulip le recomienda a todo el mundo que se acerque por allí.
Eso de que se ofusquen con el culo del que allí se presenta ha de ser habitual. Hace unos cuantos meses, me levanté con un horrible dolor de cervicales, así que decidí darme el único masaje del año pasado. Estaba una amiga de visita y le apetecía probar un masaje, así que no hubo excusa.
Fuimos a uno de esos establecimientos que se supone tienen cierta reputación y donde sólo trabajan profesionales en lo terapéutico. Nada que ver con las profesionales en paños menores ofreciendo servicios en la calle. Allí nos atendió una chica joven y una mujer de unos 50. Subimos los cuatro a una habitación bien iluminada y a mí me tocó la muchacha.
Todo iba según lo previsto cuando, estando yo bocabajo como Berto, la masajista me puso unas piedras calientes en la espalda que para algo serían. Lo extraño fue que entonces empezó a masajearme el culo como si aquello fuese el maná y, a la que me di cuenta, me bajó también los gallumbos.
No pude sino acordarme de Berto y su primera experiencia oscura y húmeda. Pero no, la joven me dejó con el culo al aire sólo para eso, para que me diese el aire. La imagen era algo grotesca, con mi amiga al lado viendo como la chica estiraba mis piernas y yo estaba enseñando el culo, con unas piedras en mi espalda.
Todo esto es más embarazoso cuando tienes en cuenta que, en mitad del masaje, lo más normal es que la sin hueso que no habla se ponga como una roca. Da igual la chica o la situación, si tienes una joven desconocida por ahí sobándote lo normal es que el ánimo se levante. Sus buenas discusiones tuvo mi amigo Cristian cuando su novia vio que él había alzado la tienda de campaña en mitad de un masaje con una señora mayor y entrada en carnes.
¿Y saben qué les digo? Puede que yo no tenga interés en el masaje tailandés, pero aquel día me arregló mi problema de cervicales. Quizás fuese el aire fresco en el culo o los intentos para no empalmar, lo que hubiese sido embarazoso con los gallumbos medio bajados.
¿Dónde disfrutar de un buen masaje tailandés?
En este tema en particular, yo no puedo recomendar pequeñas joyas escondidas por Bangkok en todo esto del masaje tailandés. Porque no soy alguien que sepa de ello y, como he dicho, casi ni lo he probado. Si quiero relajarme, yo prefiero pegarle al saco de boxeo. Cada uno a lo suyo.
Sin embargo, sí que puedo nombrar un par de lugares. En Bangkok, la mejor opción es Health Land. Es un centro de masajes con varios locales que tiene a algunos de los mejores masajistas del país. No esperes que sean muchachas guapas, son profesionales de lo suyo y eso nada tiene que ver con la apariencia. Yo fui una vez y me pareció ideal.
Además, Health Land es como deberían ser este tipo de lugares. Música agradable, todo limpio y bonito, habitaciones limpias y acogedoras y un servicio excelente. Además, no es caro. El masaje tailandés cuesta 500 bahts por dos horas. Algo más de 13 euros por 120 minutos de relajación. Yo iría allí, en su web tenéis mapas de sus locales.
La opción turística y popular en las guías es la escuela de masajes Wat Po. Situado el local principal junto al templo del buda reclinado, es un centro educativo de donde salen algunos de los mejores masajistas. También es posible hacer cursos de masaje allí.
Sin embargo, lo que tiene es mucho nombre y todos los turistas que haga falta. Los centros de masaje no son muy limpios, no disponen de duchas y ni siquiera te dan ropas para cambiarte. Peor aún, si te toca un aprendiz poco especializado, el masaje tampoco será todo lo bueno que esperabas. Además es caro, la hora son 420 bahts.
Por otro lado, en Chiang Mai hay una escuela de masaje tailandés en castellano. No la conozco, así que no puedo opinar sobre ella, pero amigos míos me han comentado que son profesionales y que el aprendizaje es notable. Se llama Nuad Boran y, si os interesa, podéis visitarla aquí.
Los ‘otros’ masajes sólo para ellos
Obviar que en Tailandia tienes otro tipo de masajes sería como pasear por Nana y no ver la carne que por allí se cuece. En muchos de los locales de masajes del soi 22 de Sukhumvit y en casi todos los del soi 33 el masaje viene con regalito. Aunque es fácil de adivinar, cuando sólo chicas enseñando pierna te reciben en la puerta y te dicen que elijas a la masajista que más te gusta.
La versión tailandesa del spa masculino son los aab op nuat, los sitios donde por unos 50 euros tienes derecho a dos horas de baño y masaje. Todo lo que pase en la habitación -y por supuesto que pasa- no se dice de cara a la galería. Ya hablé de ellos en el recorrido por lo turbio que tiene la noche de Bangkok.
Además, están los locales especializados en el masaje prostático. Que es como les gusta llamar al final feliz, ya que todo lo que esté relacionado con la prostitución está prohibido en Tailandia. En Bangkok hay varios de estos tugurios, en esta web hablan de algunos de ellos.
Se supone que además de que la masajista le dé a tu palanca, pues también usa su otra mano para buscar en el interior de tu próstata. Yo no los he probado y no es mi intención, aunque en el clásico del cine universitario Road Trip -para mí la mejor comedia del género- muestren sus bondades.
Desde luego, no es lo mío. Ya hace una década, cuando vivía en Lisboa, tuve que acudir al hospital por un tremendo dolor de huevos y el médico tuvo que inspeccionarme hasta el final. La próstata incluida. Su diagnóstico para mi dolencia fue que jugase menos con el mando de la videoconsola y le diese más al joystick que todo hombre tiene entre las piernas.
Quizás por eso los masajes prostáticos de Bangkok vienen siempre con final feliz, no vaya a ser que nadie sufra en su pelotera por un exceso de veneno.
Desde luego, alguna extraña pasión existe entre el culo y el masaje tailandés, aunque eso no es excusa para hurgar en próstata ajena. Para eso ya están las chicas con manivela, dirá más de uno. Aunque de lo que no cabe duda es que, si disfrutas de los masajes, este país es el lugar. De una u otra forma.
Yo que me paso todo el dia sentado tengo la parte baja de la espalda destrozada. Creo que probare el Health Land que comentas. Desde luego a precio no tiene competencia con lo que te encuentras aqui.
Hay otros de calidad que cuestan 300 bahts, pero sólo una hora. Un local como Health Land, a 500 bahts las dos horas, es imbatible. Luego están los masajes más de barrio, aquí al lado de mi casa cuestan 200 bahts por hora, pero me dicen que no son tan buenos. Si te gustan los masajes, aquí merece la pena y mucho.
No soy de masajes pero tengo entendido quelos buenos fisios hacen maravillas y ya tengo una edad para una ITV de espalda
Como fanático del masaje, no puedo dejar de recomendar el digamos “terapéutico”. Entre comillas, porque ya sabemos que no son fisios titulados como en España. Cada una tiene su “escuela” y muchas veces no tiene nada que ver el típico “thai massage” de un local a otro.
No obstante, me pasa una cosa curiosa, el mejor que me sienta es el primero tras un montón de tiempo. Es decir la mejor experiencia es cuando el mismo dia o al siguiente de bajar del avión, te dan un repaso. Y esto vale para todo masaje asiático. Luego parece que el cuerpo se amolda a los típicos estiramientos que te hacen y se nota menos el efecto. Por tanto yo particularmente los espacio estando aquí por periodo mensual como muy pronto. Estando con la frenética vida de turista, con la lengua fuera, yendo de pagoda en templo y de palacio en estupa, entre toda esa paliza a andar y calor asiàtico, se agrafece un montón el típico masaje de pies. Que normalmente acaba en un generoso masaje o estiramiento de espalda, cervicales incluidas.
He visto verdaderas maravillas al haber probado de todo. Desde los muy caros (Mandala Spa, en la cadena Marriot, desde 60€/h) a los baratos (Soi 77 de Sukhumvit paralela a On Nut que comunica con el Big C, 4€/h, 150bath) desde arreglarte una herida por roce de un zapato a base de aplicar unguentos, hasta incluso que salgas con una lesión que no tenías antes por un exceso de celo en una compresión. Lo recomendable para evitar esto último es avisar antes de empezar de las zonas sensibles. Las chicas suelen tener indulgencia en estos casos, o incluso hasta a veces te dicen si una parte está dañada o encuentran algo.
A mi, se me han puesto de pie encima en varias ocasiones (thai massage). Normalmente evaluan y avisan antes de atreverse con la técnica, otras veces te ven fuerte y se te suben a la chepa sin permiso. De estas últimas si la chica es de menos de 50kg ni te enteras, y casi mejor, porque el saber que tienes alguien encima de ese modo, a mi me estresa y a veces te fastidia la relajación que ibas buscando.
En la soi 77 de Sukhumvit, se encuentra la que yo creo es mayor cúmulo de garitos con masaje de Bangkok, y además los más baratos, 150bath/h. Hay al menos 15 en una calle de 125metros aprox. Entre comidas callejeras, ropa de segunda mano y nueva, una muchacha que te averigua el pasado y aventura el futuro, puedes encontrar tu paraíso particular. No son garitos de toqueteo y final feliz. Pero en todos podrás encontrar toda clase de técnicas y achuches que una mente occidental pueda imaginar. Desde el típico thai hasta el de pies, pasando por un body scrap de 2 horas por 500 bath, aroma terapia con aceítes, o cualquier otra variante de “untes” para el cuidado de la piel como oil, cafe, chocolat, coconut, aloe, milk, tamarindo etc. Y claro, disponen de ducha.
Para mi los masajes son como el picante. A los tais les gusta muy fuerte porque el alivio luego sea mayor (es mi teoría).
La última vez que fui a uno, a mi amigo le hicieron el famoso crujido de cuello, sin avisar, y por poco lo dejan en silla de ruedas.
hahahahaha, lo que me rio, con tus batallitas.
Puta madre que gran variedad de masajes y que precios. Que país mas relajante….. jejejej