En tiempo de guerra cualquier agujero es trinchera… o no
Hace un tiempo sufrí un curioso percance entre culturas y copas. Fue en el único tugurio abierto de madrugada tras pasearse la policía por (casi) todas las discotecas de la ciudad, donde nos arrastrábamos los últimos rezagados. También todas las arañas que aquella noche nada se habían llevado a la cartera. Y en la mesa de al lado, un inglés pagando whisky y llenando el vaso de su amada.
Pasados unos tragos, aquella estampa distorsionó y tenía al británico soltando bilis y escupiendo insultos en mi oreja. ¿La causa? Nada nuevo bajo el neón. La amada, un instante antes, le hizo ojitos a un amigo mío; luego brindaron mientras el pagador de whisky miraba su teléfono. Entonces alguna mano tocó algún culo y ahí se armó la marimorena.
Tras los improperios de rigor por faltarle al respeto a él y a su joven -aunque ella estaba tan ofendida como Neus Asensi en su última escena en Torrente-, no sé por qué diablos acabé negociando una tensa tregua con aquel tipo.
–¿Puedo decirte algo? –quise zanjar el asunto.
–No necesito que un español me diga nada.
–La próxima vez que te cojas a una buscadora de tontos –señalé con la mirada a su amorcito–, no te enfades si ella tontea con otro tonto.
Aquello volvió a ponerse feo. Sin embargo, en algún momento aquel tipo entendió que estaba allá más solo que la una, además que su araña lo había dejado colgado como un jamón. Así que quiso justificar la actitud de la joven con una frase que se escucha mucho por aquí en labios farangs.
–Que sea amable con cualquiera es algo tailandés. It’s a Thai thing.
Enchocharse de una chavala que se gana el arroz frotándose con otros, parece ser, es algo normal por estos lares. Y que luego ella se frote con el que pasaba por allá en tus narices no es algo negativo, sino sólo algo tailandés. Una diferencia cultural a aceptar. Vamos, que si se morrea con otro lo hace por hospitalidad.
Esta semana hablaba de ello con un amigo al comentar el caso de un emprendedor que perdió su dinero al confiarlo a un tailandés “muy simpático”. Se tragó lo de que por aquí con una sonrisa y de palabra se cierran los tratos. Hasta firmó un papel escrito en tailandés sin pensarlo dos veces. It’s a Thai thing.
Si hay un lugar en Asia donde cualquiera se come sus principios y hace lo que jamás haría en su tierra, ese es el Sureste y Tailandia se lleva la palma. Siempre bajo el argumento de que hay que respetar la cultura del país y que así se hacen las cosas en esta tierra. “Es algo tailandés”. La justificación perfecta.
Donde fueres… ¿haz lo que vieres?
Todo eso del donde fueres, haz lo que vieres está muy bien. Eso los ingleses deberían aplicárselo mejor, que no pueden vivir sin un pub con Guinness y fish n’ chips allá donde viajen. Los japoneses tampoco llevan mejor lo de alejarse de su gastronomía, pero en ese caso les puedo entender.
Sin embargo, todo tiene un límite. Y, a veces, prefiero olvidar ese refrán sajón que dice lo de When in Rome, do as the Romans do y prefiero que alguien pueda decir aquel clásico de Obélix: “Están locos estos romanos”. Por cierto, Obélix luciría fantástico como el farang común que corretea arriba abajo Sukhumvit.
Será el calor, pero algo ocurre en Tailandia para que tantísimos extranjeros sean tan sumisos ante las enrevesadas tradiciones siamesas. No somos pocos los que lamentamos cómo aquí tantísimos foráneos olvidan sus ideales. Y permiten lo que en sus tierras harían que sus madres se llevasen las manos a la cabeza.
Lo que más canta cual almeja está siempre relacionado con lo menos racional de todo hombre, la entrepierna. Desde enamorarse por las ingles de quien no habla una palabra en inglés hasta casarse con una señorita que fuma y pagar a su familia por haber criado a tan noble joven.
Cada uno hace lo que quiere y eso está bien. Y quien sabe de qué va el juego y juega sin dañar a nadie está en su derecho, el dinero está para gastarse. El problema es engañarse a uno mismo –“como le envío dinero ya no volverá a bailar en pelotas en una barra de bar”– o justificar lo injustificable diciendo que “es algo muy tailandés”.
El propio Stickman lamenta que es muy común que un farang se coma sus palabras porque it’s a Thai thing. Y deja este texto firmado por una mujer tailandesa donde ella explica que justificar la mayoría de acciones con eso de que “es algo tailandés” es una mamarrachada para arañar divisas extranjeras.
A veces, negociar en Tailandia puede ser duro. Los siameses no van a ceder fácilmente en sus costumbres y están acostumbrados a que los de fuera se adapten. Para estos casos, nunca está de más plantarse y recordar que los del Mediterráneo no tenemos nada que ver con el budismo del baht, las guerras en calzones y machete o sus hechiceros de magia negra y supersticiones.
¿Mi recurso ante semejante conflicto? No olvidar eso de “estos romanos están locos”. Respeto hacia sus ideas, claro. Pero sin olvidar nuestros principios. Nada mejor que recordar que los españoles somos descendientes del imperio romano y no de reyes que batallaban en elefantes. No es que seamos mejores, pero diferentes seguro que sí.
Pagar búfalos en Isaan no es “algo tailandés”
No es nada nuevo. El tema de las relaciones entre razas siempre levanta ampollas y Tailandia es un hub en todo esto, no siempre para bien. Muchas de las parejas mixtas están abocadas al fracaso desde su primer tórrido encuentro. Si bien muchísimas otras funcionan a las mil maravillas, ya que la pureza está en la mezcla.
Superadas las barreras culturales -y sobre todo idiomáticas-, si una relación falla o no ya depende de cada uno. El problema en Tailandia son los casos de quienes se la juegan a hacer de soldaditos marineros y se las cuelan con arroz.
Históricamente, el hombre tailandés solía mantener a su mujer y pagaba todo por ella. A la que tenía por esposa y a las que mantenía como mia noi, claro está. Pero la tradición dejaba claro que ella podía poner la mano.
Eso, hoy en día, ya no es así. Pero las arañas más lúcidas han logrado vender muchas motos a sus amantes de redondos ojos, entre ellas la de la manutención. No sólo cuando cambian de estado civil, sino desde la primera copa.
Si acabas saliendo con tu vecina en el barrio donde te has criado, ¿sería lo normal pagarle todo e incluso darle dinero cada mes? Si es así para ti, pues nadie te va a recriminar que lo hagas en Tailandia, claro. Estarías haciendo lo mismo que en tu tierra.
Pero si no es tu estilo y en Siam acabas con una chica que te exige que pagues por ella, argumentando que “es algo tailandés”, ves con ella a la tienda de deportes más cercana. Compra unas deportivas y sal corriendo mientras aún estés a tiempo.
Los tailandeses de clase media en Bangkok, hoy en día, suelen pagar la primera cena a su posible novia en un buen restaurante para impresionarla. Pero, a partir de la segunda cita, van a medias si chico y chica están en una situación económica similar. Y dependerá mucho del dinero que gane cada uno, porque hoy todo el mundo trabaja y lo de quedarse en casa pintándose las uñas no es una opción para cualquier muchacha de por aquí.
Eso de que enamorarse de una tailandesa te convierte en un cajero automático es un tópico injustificado. Muchas de ellas son así y las hay a puñados por los bares favoritos entre los que venimos de fuera. Y vuelvo a enlazar el artículo de Stickman escrito por una tailandesa explicando esto mismo, para que no se diga que es sólo mi opinión.
Las arañas sólo están en mayoría donde casi todas las miradas masculinas son de ojos redondos. Enamorarse entre Nana y Soi Cowboy no es una buena idea, por algo las autoridades siamesas bautizaron esa parte de Bangkok como “zona de entretenimiento”, ya que su función es recreativa y no de agencia matrimonial. Allí ni Jesús Puente con su caravana del amor hubiera podido arreglar semejante desaguisado.
Si además nos topamos con las costumbres culturales de los pueblos de Isaan, algo común entre extranjeros, todo se vuelve aún más movidito. Desde luego, el noreste puede suponer una dificultad extra en muchísimos casos. Asuntos como la dote en la boda o la ayuda a la familia son temas sensibles en las aldeas. Pero también hay romances de verdad, de esos en las que el deseo y la pasión son mutuos. No por ser ella de Isaan es el demonio rojo ni el farang un búfalo blanco.
Podríamos hablar largo y tendido sobre este tema, el más recurrente en foros de Internet sobre las vivencias de quienes hacemos de Siam nuestra residencia. Y es imposible llegar a un punto en el que todo el mundo esté de acuerdo. A nivel personal, y teniendo en cuenta que cada persona y cada relación son un mundo, yo recomiendo estar atento a lo siguiente:
- Antes de venir a Asia, si eres hombre soltero y curioso, más vale que seas inmune a según qué palabrería y te hayas metido en la cama con muchísimas más tipas de las que puedas recordar. Joaquín Campos, hablando de China, fija esa cifra en 75 actos.
- El idioma es requisito imprescindible si quieres pasar de la barrera de la cama. En las primeras semanas con quien sea todo se arregla entre sábanas, pero no cuando pasen unos meses. Hablando se entiende la gente, aunque sea en inglés.
- Yo no creo en eso de “el que primero llega se lo lleva”. Antes de comprometerse con una persona en un país al otro lado del mundo hay que conocer bien ese país y recorrerlo bien. En todos los sentidos y desde todas las posturas.
- La cultura tailandesa tiene mucho de querer quedar bien y hacerte sentir mejor. Donde ellos verán halagos para hacerte feliz tú verás mentiras. Y descubrir eso lleva tiempo, además de algún disgusto.
- Quienes cogemos un avión y nos plantamos en el otro lado del mundo solemos estar abiertos a nuevas experiencias y pensamos de una forma más global. Esto no es para quienes piensan que “como en casa en ningún sitio”. Y si tú eres más internacional, piensa que te entenderás mejor con una muchacha que sea abierta de mente como tú y no sólo de piernas. Si ella es intolerante con lo de ceder en sus costumbres puramente siamesas, dile de ir a esa tienda de deportes, que has de comprar unas zapatillas urgentemente.
Obviamente, esto es lo que pienso yo y no es más que mi opinión personal, no una verdad grabada a fuego. Las circunstancias de cada uno son diferentes y lo descrito aquí arriba es en líneas generales. No son reglas inamovibles, sino lo que yo considero merece la pena tener en cuenta.
Hasta en el siempre delicado terreno económico cada caso es un mundo. Si ganas cinco veces más que tu novia, pues no le vas a decir de ir a medias hasta en el puesto de fideos. Aunque creo que es importante alejar el aspecto económico de la relación -en caso de tener dinero- si no quieres temer preguntarte en un futuro si está contigo sólo por dinero. Si bien eso es en todas las culturas.
Lo que sí defiendo a capa y espada es que los tópicos no son más que eso, tópicos. Y que las tailandesas no son tan perfectas como unos dicen ni tan malas como otros las pintan. Son mujeres, con sus alegrías y sus defectos. Como cualquier persona en todo el mundo.
Por eso, mi consejo principal siempre es el mismo. No hagas aquí lo que no harías en tu tierra. Y que nadie te cuente milongas diciéndote que aceptes lo inaceptable porque es “algo tailandés” y que has de aceptar en su cultura.
No se trata de ser intolerante y de no respetar a los demás. Sino de respetar tus propios principios. Las relaciones entre diferentes culturas son mucho más divertidas si te gusta esto de recorrer mundo. Y tienen más de positivo que de negativo, sólo que siempre hay un tira y afloja entre las ideas de unos y otros. Un rifirrafe muy entretenido si hay respeto y no se acaba todo con un it’s a Thai thing.
Tampoco me vale eso de que, en Tailandia, has de hacer lo que se hace por aquí. En una relación donde hay dos culturas diferentes se ha de llegar a un término medio, no tirar tus principios a la basura. Y no sólo hablo de amoríos, sino también de negocios o cualquier relación en la que dos culturas diferentes se den la mano. O junten las palmas y se hagan reverencias.
Tailandia es un lugar peculiar en estos asuntos de culturas y amoríos. No creo que el marinero que contó a Carlos Goñi aquello de “en el amor y en la guerra cualquier agujero es trinchera” volviese de estas latitudes. A veces más que una guerra esto parece una carnicería.
Un tema complicado el de “Its a Thai thing” y el de pagar por la chica,cada pareja y cada relación es distinta y es dificil de aconsejar,todo depende de los factores…si fuiste en plan capo sobrado pagando todo,si la chica la primera noche se te tiró al cuello cual vampiro o si tuvisteis una relación normal como la hubieses tenido con otra chica de cualquier parte del mundo…
En mi caso pagué dote y no me parecio mal,aun con dote y boda por todo lo alto me salio más barato que una boda Española y sus padres queraron felices y como se suele decir..big face delante de amigos y familiares.
Y cuando mi mujer vino a España a vivir conmigo me pidio que le ayudase a mandar dinero a sus padres,hay que tener en cuenta que en Tailandia no hay jubilación como en España y son los hijos los que acaban haciendose cargo de los padres y más si son de zonas rurales.
La estuve ayundado durante dos o tres años y ahora es ella la que manda el dinero de su salario,ademas compartimos todos los gastos de la casa y viajes,eso si,antes de traerla le dejé muy claro que se casaba con un currela y que ella venia a trabajar tambien hahaha.
Yo creo que la cuestión es que ambos se tiene que adapatar a las costumbres del otro y compartirlas y respetarlas,siempre hay choques culturales,pero con paciencia y respeto mutuo todo se arregla.
Siempre me han gustado las asiáticas (especialmente de ciertos países), y espero conocer alguna en el futuro para una relación seria, si mis circunstancias lo permiten. Sí es así, espero evitar ser blanco de aprovechadas; al menos evitaré a las aprovechadas de la noche, porque el mundo del alcohol, las discotecas y ese tipo de cosas no me atraen en absoluto.
Eso sí, tendré que ser yo el que vaya para allá y no al revés. Lo de que ellas vengan a vivir a España lo veo dificultoso excepto para gente con trabajos estables y salarios decentes, además de problemas de otra índole que podrían darse; como los buitres, las españolas envidiosas, etc.
Personalmente, estoy viendo a muchas tailandesas últimamente en España. Casadas casi todas ellas. Cierto es que existen problemas importantes, como que te quieran comer la merienda todos los buitres que aparezcan. Llevar a una siamesa a una discoteca española, vestida con tacones y vestido, puede ser un problema para el tipo que vaya con ella. Se la querrán robar.
No obstante, en estos últimos años he conocido a muchos españoles casados con tailandesas y viviendo en Barcelona, Madrid, Andalucía y en otras ciudades con relaciones fabulosas. Las diferencias culturales se acaban superando y aunque hay mucha araña y demasiadas aprovechadas, también hay chavalas normales, como en todo el mundo.
Hay muchas que lo que quieren es a un pagador que les regale una vida, pero otras no. Arriba lo comentaba Sam cuando explica que su mujer envía su propio dinero a la familia. Están viviendo en España y han de trabajar si no están con alguien al que le sobre el dinero, obviamente. Lo de que envíen dinero, si sus familias no son ricas, pues es lo que hay. No hay pensiones. Y en Barcelona yo conozco a muchos grandes tipos felizmente casados con tailandesas que trabajan, hacen su dinero y son cumplidoras como las que más.
Las diferencias culturales, NoName, son siempre divertidas. Al principio pueden dar quebraderos de cabeza, pero lo hace todo más emocionante. No sólo en una relación, sino en cualquier situación que vivas en Asia. Y si no tienes un trabajo estable y al que te aferres, yo siempre digo que nada como venir a Asia. Aquí se disfruta mucho 😉
Hola Luis, soy uruguayo y debo decirte que aparte de ser tu sitio super didactico para quien se quiera aventurar por tierras siamesas, es tambien un cague de risa! realmente cuando estoy de bajon me pongo a leer tus cronicas y son lo mas.
Quisiera que algun dia escribieras sobre los “perroflautas” europeos (barbas, rastas y buen rollito) mezclados con los tailandeses, como los ven, etc..ya que veo que abundan las rastas rubias y las barbas con mucho rutilo! un abrazo
¡Gracias Alonso! Siempre anima leer comentarios como el tuyo para seguir adelante. Y el tema que comentas es potente, creo que es muy necesario hablar de ello un día, gracias por el aporte. ¡Abrazo!
Coño esa vaina de que es un thai thing suena un poco peligroso o quizás picaro, pero divertido. La verdad es que creo que en ningún lugar debes creerte algo asi. En cada lugar hay que darse a respetar, y respetar la cultura de los demás. En lugar de amoríos por todos lados, creo que eso es lo único que se debe considerar que es un thai thing y hay que aprender y agarrarle el truco para tratar de irse asi como…………. i dont pay jajajajaj
Claro, no hay que darle muchas vueltas. A veces lo mejor es aferrarte a lo tuyo y tirar hacia adelante 😉
jejeje…. si tienes razón, si embargo tengo mucha simpatía con el budismo y de hecho creo en los métodos budista y practico meditación. No uso la palabra aferrarme, me gusta mas pensar como buscar tu naturaleza propia que te permita de manera natural fluir en tu propio camino, suena como mas poético, no crees compadre.
Suerte, gracias por compartir tus historias, son muy buenas, realmente este es uno de los mejores blogs del mundo y esta tierra sin duda un paraíso.
Yo soy de malaga,he vivido en paraguay,lo que has contado de Tailandia es un clon exacto de lo que es paraguay,a diferencia que en paraguay no hay ni mar,ni ocio,ni nada,aburrimiento total,pero mucho interés económico de por medio