Manila, la más fina en las islas Filipinas
Recuerdo la amenaza con la que la delegación de una empresa española establecida en el Sureste mantenía a raya a sus empleados. “Al que me la líe, lo mando a Manila”, solía vociferar el capo al mando de su oficina central en Bangkok. Y señalaba en el enorme mapamundi que colgaba de la pared ese archipiélago que son las Filipinas y donde seguramente Cristo perdió la alpargata y algo más, que por allí lo de la cruz y la misa les va y mucho.
Filipinas queda lejos desde Tailandia y sus diversiones, pero se me ocurren lugares muchísimo peores donde a uno le pueden enviar a currar. Que aquello no es como mudarse a Kuwait o a Catar. Es más, el conjunto de islas que aún guarda algo de regusto español -pero no mucho- se me antoja como un lugar donde estaría encantado de pasar una temporada. Incluso una larga temporada.
Aun así, en todos estos años jamás había visitado las Filipinas. Por lo lejos que están desde Bangkok, al menos económicamente. Sin lowcost entre ambas capitales, el billete a Manila puede costar lo mismo o más que volar a Japón, ¿y cómo resistirse a una enésima visita a los nipones? Así que el paseo por Manila lo tenía siempre en la recámara. También porque al ser un país tan extenso, quería que la primera vez que llegase a las islas bautizadas en el pasado como felipinas -por eso del entonces Príncipe de Asturias- pudiera quedarme mucho tiempo en el país. Al final, no pude resistirme.
El mes pasado cogí los bártulos y me fui una decena de días a Manila. A ver qué me encontraba en la capital, según dicen algunos, más esperpéntica del Sureste. Lanzarse al meollo de todo el archipiélago era demasiado, son demasiadas islas. Y, qué diablos, ¿qué mejor para tomarle el pulso a un país que patearse su principal urbe?
Su herencia española y su extremo catolicismo, la suciedad y la miseria, la alegría y el callejeo o el pasotismo y su visión egoísta. También la americanización de una sociedad tan del Sureste y a la vez tan poco asiática, la no tan exagerada violencia y la falta de una industria turística madura. Y también Rodrigo Duterte, claro. Todo ello y mucho más es la capital pinoy, que así es como se apoda al pueblo filipino. Y desde mi visión de tipo que se recorre Asia y que pasa la mayor parte de sus días en Bangkok, trataré de contaros el por qué ya estoy pensando en mi próxima escapada a Filipinas.
Aviso, este artículo es el más largo en Bangkok: Bizarro hasta la fecha. Así que quien quiera ir directamente a algún aspecto concreto del contenido, puede hacerlo mediante este menú:
- ¿Por qué visitar Manila?
- Barrios de la capital filipina.
- Su herencia española y americana.
- La delincuencia en la capital pinoy.
- Su deficiente transporte público.
- Comida filipina en Manila.
- Salir de fiesta en la capital filipina.
- Puerto Galera, la playa más cercana.
- Filipinas y su gente.
¿Y por qué Manila y no otras islas?
Cuando dije que me iba a Manila unos días, más de uno me preguntó si era para hacer el cada vez más sobado reportaje sobre la guerra de las drogas del presidente Rodrigo Duterte. No soy tan osado, desconozco el panorama político y social filipino como para ponerme a analizarlo en un primer viaje. Aunque, bueno, mucho de lo que se ha escrito en prensa sobre el país en los últimos meses se ha redactado sin pisar el archipiélago. Ya saben, si hay sangre de por medio vende.
A más de uno le parece, sin embargo, que si no te dedicas a lo de informar nada se te ha perdido en Manila. Incluso muchas voces me alertaron que con Filipinas en manos de Duterte el país no es seguro. Pero todo eso son exageraciones, aunque muchos hagan caso de dichas afirmaciones. No en vano, pocos turistas se ven en la capital. La mayoría no sabe lo que se pierde.
Más allá de Makati y Malate -uno es el barrio para occidentales y el otro para los nipones-, lo normal es no toparse con muchos extranjeros en la ciudad. Y esa es parte de la alegría de Manila. No hay demasiados hoteles comparado con otros destinos del Sureste, faltan servicios para el de fuera. Eso es lo que hace que, para algunos, sea una ciudad donde aún merezca la pena ir debido a su falta de explotación.
Obviamente, Filipinas tiene un volumen turístico notable. Pero casi ningún viajero se queda en Manila o siquiera en Luzón, la isla donde se encuentra la urbe. Como me comentan sus residentes y quienes trabajan allá, lo normal es que el turista aterrice en la capital desde otro continente y embarque hacia otra parte del archipiélago sin hacer siquiera noche en la ciudad más importante del país.
Lo que sale en las guías y lo que es más popular son las playas de Borácay, El Nido, Puerto Princesa o Cebú. Y seguramente también sea lo más bonito. Tengo amigos que viven periódicamente en algunas de esas islas y hablan maravillas de aquello. Pero, para conocer un país en una primera visita, nada como su capital. Que por algo en Manila vive el mayor número de filipinos. ¿Qué de bueno ofrece la urbe?
- Es una ciudad enorme. Casi gigantesca. Todo lo que se conoce como la Gran Manila es un titánico pegote de 17 regiones administrativas entre las que hay un montón de barrios, a cada cual más extenso. Si te gusta caminar, te vas a hartar.
- Cada esquina de Manila tiene algo que contar si te sientes curioso. Chabolas donde los católicos se reúnen a rezar y se fustigan si es necesario; colmados cochambrosos en los que beberte una San Miguel con un barrigón tatuado mientras un gallo de peleas pasea por ahí; o callejones donde los niños desnudos son felices saltando en un charco. Miseria y opulencia pueden darse la mano en cada rincón, los nipones tienen sus lujuriosos masajes y los occidentales polla en mano un par de barrios donde alquilar amor por un par de horas. Y caminando por sus calles puede pasar de todo. Manila quizás no sea bonita, pero es asombrosa.
- La comida filipina no destaca mucho -luego hablaré en detalle sobre ello-, pero la oferta gastronómica de Manila es de excepción. Vale, hay demasiada chatarra estadounidense y la aglomeración de McDonald’s, KFC y demás marcas americanas aburre. Pero también hay excelentes restaurantes nipones, chinos, tailandeses y asiáticos en general.
- La noche de Manila merece una visita. O muchas. A quien le guste lo de amanecer entre copas disfrutará de la capital filipina como en pocos lugares. Es de las mejores noches de Asia en opinión del que escribe.
- Los filipinos son unos tipos particulares. Si bien a veces pueden ser algo egoístas -normal con lo poco que vale la vida en buena parte de su país-, suelen tener una buena educación y una conversación interesante. Hay gente muy amable, casi todo el mundo habla inglés y no suelen mirar mal al de fuera. Y para los hombres solteros, pues bueno, se liga mucho. Quizás demasiado.
- Aún con la escasa oferta hotelera en comparación con otros lugares del Sureste, Manila es una ciudad barata. Y el resto de Filipinas aun más. Una San Miguel suele costar un euro en casi cualquier sitio, comer es más económico que en Tailandia, los taxis se pagan con calderilla y con poco dinero vas tirando.
Obviamente, Manila no es para todo el mundo. Los puntos que yo he expuesto arriba son importantes para mí. Y por ello la capital filipina es desde ahora una de mis ciudades favoritas en el Sureste junto con Bangkok y Nom Pen. Pero lo que a mí me fascina a otros les puede poner una mueca de horror en su expresión.
¿Qué es lo más doloroso de Manila?
- El tráfico es infame. Es más doloroso que en Bangkok y lo pondría al nivel de Yakarta o peor. Curiosamente, conducen de manera mucho más cívica que en otros países del Sureste, el problema es la nula respuesta pública a la congestión en las carreteras. El transporte público, bueno, luego lo comentamos porque parece de risa.
- Mucha gente se queja de la delincuencia y, si bien a Occidente nos llegan imágenes terribles de la capital filipina, no es para tanto. Si se va con cuidado, Manila puede llegar a ser muy tranquila y, en mi opinión, el problema de la criminalidad está sobrevalorado. Pero influye, y muchos turistas están intranquilos con ello. Esa fama es la que provoca que al salir de los barrios para occidentales sea casi imposible ver unos ojos redondos si no van dentro de un taxi.
- La suciedad es parte del paisanaje. Manila es una ciudad sucia, con unos edificios en mal estado y recargada de chabolas. La miseria se palpa en el ambiente. A veces, es tan exagerado que pueden juntarse los más lujosos centros comerciales frente a las peores barracas.
- La ciudad gusta -y mucho- si te apetece ver caos, desorden y mugre, además de poder descubrir cómo viven los manileños de la calle. Pero si lo que buscas son idílicos lugares turísticos de foto, olvídate. Más allá del antiguo barrio español, poca cosa hay. Manila es una urbe fea según los patrones clásicos de las guías de viajes. Pero a mí me parece encantadora.
Lo dicho, Manila no es para cualquiera. Pero si quieres tomarle el pulso a Filipinas, quienes llevan ya un tiempo en el país comentan que es imprescindible vivir la vida de la posiblemente ciudad más caótica de todo el archipiélago. Y yo estoy muy de acuerdo.
¿Dónde moverse en Manila?
Aterricé en Manila a las 5 de la madrugada habiendo volado desde Singapur, donde pasé un día previamente. A veces, es más barato volar allí o a Kuala Lumpur y pasar uno o dos días para ir luego hacia Manila en lugar de ir directo desde Bangkok, lo que además te permite volver a visitar alguna de esas ciudades. Si, como yo, no te importa dar una vuelta de más y tienes tiempo, pasar por otras capitales es una muy buena opción.
Fui a dejar la maleta al hotel en Makati, donde pasé las dos primeras noches. Curiosamente, al lado me encontré un tugurio con señoritas de dudosa reputación y extranjeros de distinto pelaje. Ya todos con un aspecto muy decadente. Así que lo primero que hice en Manila fue tomarme algo allí de mañaneo, sin saber que aquel garito llamado Time hacía por allí las veces del Swing de Bangkok. Maravilloso.
Ese primer día que empezó tan temprano y sin haber dormido la noche anterior lo dediqué a caminar. Y a caminar mucho. Casi 25 kilómetros. Porque aunque los taxis sean baratísimos y Uber funcione de fábula, a mí me gusta conocer una ciudad a pie si es posible. Cargando con mi ordenador y mi dinero, siguiendo las rutas que me indicaba mi teléfono, lo primero que pude constatar es que lo de la violencia manileña es una exageración. Y eso que crucé muchas barriadas de aspecto deplorable.
El barrio donde me alojé aquellas primeras 48 horas, no obstante, es quizás el menos peligroso. Makati es la zona donde suele vivir la mayoría de los occidentales, que se sienten más cómodos teniendo el centro comercial Greenbelt cerca y las barriadas lejos. También allí está la avenida Burgos, que vendría a ser un Soi Cowboy destartalado y la zona principal donde los de ojos redondos pueden buscar sexo de pago.
La Gran Manila es una urbe gigantesca, ya lo hemos dicho, y para muchos quedarse en Makati es lo conveniente. La seguridad es mayor, hay restaurantes y servicios, transporte fácil y hoteles. Aun así, pierde algo de gracia, al ser un distrito muy occidentalizado, si bien hay mucho movimiento de noche. Otras zonas son:
- Ermita y Malate están en la zona más céntrica de la capital filipina. Tienen mucha más vida que Makati, en mi opinión, además del fabuloso parque Rizal. Eso sí, la seguridad es algo menor. También es allí donde se reúnen más turistas asiáticos y los japoneses tienen su pequeño barrio nipón, con tantos restaurantes como casas de masajes.
- Fort Bonifacio es una de las áreas de reunión de gente joven. Muchos restaurantes y las discotecas más exclusivas. El lugar es divertido a la noche, pero se va bien en taxi y durante el día pierde parte de su gracia.
- Ortigas es la zona exclusiva, algo parecida a Siam en Bangkok, pero mucho más elitista. Aquí están los mayores centros comerciales y algunos restaurantes internacionales de renombre. Sin embargo, el skyline es bastante tosco y no es un lugar fantástico para pasear. Solo recomendable para los amantes de las compras y que quieran estar alejados de la Manila del centro.
- Hay otro distrito financiero en la zona de Taguig, al este de la ciudad. Se supone que es de nueva construcción y muy artificial. Así como no me arrepiento de haber dormido una noche en Ortigas y pasar algunas noches por Fort Bonifacio, esta otra nueva área me parece poco atractiva.
- Más allá de las zonas más céntricas de Manila, a mí me apasionan los barrios de Tondo y Binondo. El primero es una de las zonas de mayor densidad demográfica del mundo, un conjunto de barrios manileños donde hay que andarse con ojo porque no suele haber occidentales, aunque durante el día no ha de pasar nada. La zona es puro caos. Luego, Binondo es donde se encuentra el curiosísimo barrio chino de la capital de Filipinas, que es uno de los rincones más variopintos de la ciudad. Cabe decir que en Manila me gusta más el estilo de comida china que la que se elabora en Bangkok.
- Y los barrios que quedan. La gran Manila es tan grande que es muy difícil conocer todos sus recovecos. Pasay, por ejemplo, está cerca del aeropuerto. Un aeródromo, por cierto, que está plantado en mitad de la ciudad.
Nos hemos dejado una parte muy importante, el barrio colonial donde se establecían los españoles. Pero es que aquello tiene tela para más que una reseña. Intramuros se llama el lugar y aún guarda parte del sabor añejo cuando los colonialistas hacían de las suyas por ahí.
Intramuros, ¿lo único que queda de España en Manila?
Aún hoy en día los hay que fantasean con que en Filipinas se hable español. Pero no. Más allá de unas cuantas palabrejas y expresiones, no me encontré a ningún manileño que hablara nuestra lengua. En las felipinas hay muchos detalles que te hacen sonreír con lo que supuso el paso español por allá, pero de eso ya hace mucho.
Lo que sí es un alivio es que en Filipinas no te topas con personajes que te aburran hablando del pasado colonial de España. Nadie te da la chapa con los supuestos males del colonialismo, ni te mira mal por algún supuesto genocidio -siempre según ellos- provocado cientos de años atrás. Simplemente, pasan del asunto. Y yo lo agradezco. Que mis antepasados nunca se hicieron las américas y yo poco tengo que ver con la conquista del nuevo mundo.
Cuando le dije a algunos manileños que era español, se limitaron a decir que estaban muy orgullosos de lo que el país que me vio nacer había dejado por allí -sobre todo su exacerbado catolicismo- y entonaron alguna frase en nuestro idioma. Algunos dicen que nos miran con admiración, pero eso también me parece pura fantasía. Simplemente, ha pasado mucho tiempo desde la era colonial y ese pasado les importa un carajo y no condiciona sus opinión sobre nosotros, ni para bien ni para mal. Dicen admirarnos cuando están frente a un español más que nada por pura educación, pero no porque seamos los reyes del mambo como otros piensan.
La herencia española, eso sí, se nota en algunos platos de su cocina -tienen una paella cuyo aspecto haría llorar al niño Jesús- y en buena parte de su idioma. Pero donde no solo nos han comprado la moto sino que también se han hartado a hacer caballitos y a trucarla es en lo del catolicismo.
Es simpático descubrir que el long time de muchas señoritas de saldo y esquina, en los domingos, acaba por la mañana muy temprano y no a mediodía. Porque hay que ir a la iglesia, claro, y la Santa Misa solo se celebra de mañana o de tarde-noche. O que quienes trabajan en la capital se dejan parte del sueldo cuando hay un bautizo, una comunión o una confirmación en su pueblo perdido en otra isla del archipiélago. Da mal fario no ir, así que se pasan el año de festejos al calor de la cruz y del sol del trópico.
Si bien lo de la religión en las felipinas es también muy del Sureste, con sus exageraciones y sus licencias. Son capaces de la mayor de las barbaridades con tal de que los demás vean cuán católicos son y de llevar el sufrimiento al extremo. Ahí están los que se crucifican en Semana Santa. Luego, pues no pasa nada si hay que pasar por el bar de karaoke a tocar culos para olvidar el mal trago.
No podían faltar tampoco las supersticiones, tan propias de esta parte del mundo. En Filipinas también hay hechiceros que hacen de las suyas y el dogma de Cristo puede modularse al antojo por parte de algunos interesados. Los filipinos son casi tan supersticiosos como los tailandeses. Solo que lo llevan a su terreno, al de la cruz y la sangre de Cristo.
Más allá de su enquistada religión y de algún hábito como dormir a la tarde, poco queda del pasado español en Filipinas. Pero, claro, ¿qué se podía esperar de la lamentable gestión colonial española de la época? La chispa de la revolución por la independencia del país fue el fusilamiento del héroe nacional José Rizal por parte de España. Cuando Rizal se sentía español, escribía en castellano y solo pedía que su país fuera otra provincia española y no una colonia de la que sacar partido.
Lo que sí se nota es la influencia estadounidense. Se habla inglés en casi cualquier sitio y el idioma tiene carácter oficial. Eso facilita mucho lo de moverse por el país, y en Manila es un alivio. La fiebre consumista y “el sueño manileño” al estilo americano también se dejan ver. Y la comida basura está por todas partes.
Todo ello simplemente hace que la mezcla sea curiosa. Los filipinos tienen ya bastante con lo suyo como para preocuparse por su pasado colonial o cuando estuvieron controlados por Estados Unidos. Ellos van a misa, duermen su siesta, comen sus Big Mac y todo está bien. Aunque siempre haya alguno que busque su momento de gloria al evocar el aburridísimo discurso del malvado colonialista. Será mejor hacer como los filipinos y pasar página.
La ‘supuesta’ delincuencia filipina
¿Hay que tenerle miedo a Manila? En mi opinión, no. Solo respeto, como a cualquier otro lugar del mundo. Mucho se habla de lo que gusta la sangre al pueblo filipino. La carnicería que es su Semana Santa, donde todo se tiñe de rojo y saltan trozos de carne. O por supuesto la actual guerra contra las drogas de Rodrigo Duterte. Pero la ciudad no es un polvorín donde debas temer por tu seguridad en todo momento.
Para quienes le tengan respeto la urbe y teman lo que se dice de ella, lo mejor es quedarse en barrios como Makati u Ortigas y desplazarse en Uber. Pero si se siguen las normas básicas, no ha de pasar nada. Dejar de visitar el país o la ciudad por miedo a un atraco me parece innecesario.
Quizás pasearse con un colgante de oro en las barriadas de Tondo a medianoche no sea la mejor opción, ¿pero para qué? Durante el día yo no tuve ningún problema y coincidí con mucha gente viviendo allá en que el tema de la violencia se exagera desde fuera.
Sin embargo, es mi posición. Otros me dicen que, tras patearse Asia, no se han sentido tan inseguros como en Filipinas y sobre todo en Manila. Y algo ha de ocurrir,porque delante de muchos bancos y otros comercios es fácil ver a agentes armados con ametralladoras. A la entrada del tren aéreo también puedes encontrarte a un oficial, subfusil en mano.
Lo que me queda pendiente y que me vuelve loco es, sin sorpresa alguna, indagar más en la guerra de las drogas de Duterte. No se puede defender nada la sanguinaria política del presidente filipino, casi tan incendiario en las calles como en sus declaraciones. Y aun así, ¿cómo es posible que el pueblo haya aupado a semejante cafre?
Pero más allá de las cacerías que organiza -y que a mí personalmente me parecen abominaciones-, resulta sorprendente la popularidad de la que goza semejante individuo en su país. Es normal ver carteles de apoyo a Duterte en tiendas y restaurantes, también toparte con manileños que visten camisetas con su cara como si se tratase de un cantante de rock. Sus fotografías ocupan las portadas de todos los periódicos y muchísima gente lo admite sin ruborizarse: Están a favor de su política.
Yo no puedo estar de acuerdo con él, aunque haya hecho algo bien. Las guerras contra las drogas me parecen un tremendo error de cálculo -y en eso Tailandia tiene experiencia-, y suelen ser de un populismo extremo. Además de la carnicería que suponen. Pero algo pasa en Filipinas para que tantísima gente esté de acuerdo con él. Para que goce de una popularidad enorme.
En muchos casos, según los propios filipinos es debido a que, dicen, está combatiendo la corrupción y mejorando la calidad de vida del país, lo que les hace mirar hacia otro lado cuando se habla de la batalla por exterminar la drogadicción. Yo no sé si esto es cierto y me cuesta creerlo, pero les otorgo el beneficio de la duda. Es muy fácil quedarse con lo superficial, lo que se lee en prensa y se dice en la calle. Pero me gustaría averiguar más sobre un político que, de primeras, a mí me repele por su bárbara política internacional, sus incendiarias declaraciones y la matanza que está protagonizando. Y sin embargo, me fascina la popularidad que logra.
El transporte publico más difícil
Moverse en Manila puede ser un verdadero terror. El tráfico ya hemos comentado que es demencial, pero es que la alternativa del transporte público es para echarse a llorar. O para armarse de valor. Y no hablo de los socorridos jeepneys. Sino del tren aéreo de Manila, su MRT.
Olvida el fastuoso -aunque insuficiente en líneas- transporte publico siamés. El MRT de Manila son unas pocas líneas de un lentísimo tren aéreo en el que haces cola para todo. Da igual si vas fuera de la hora punta, siempre esperas entre 10 y 15 minutos para comprar el billete. Luego, el acceso es pesado. Y acceder al vagón casi imposible.
Más allá de que las estaciones sean feas y se caigan a trozos, o que los vagones huelan mal y no funcione bien el aire acondicionado, el problema es que es lento. Entre esperas y la escasa velocidad del tren, al final no merece la pena. Algo ha de hacerse con el transporte público de Manila, porque aquello sí que es sufrido.
Comer en Manila, ¿regusto español o tradición asiática?
He de darle una segunda oportunidad a la comida pinoy. Porque sin duda se come muy bien en Manila, pero no acabo de cogerle el punto a la gastronomía de Filipinas. Tiene algo de interesante, vale, pero no me parece brillante.
No es un problema por la enorme cantidad de restaurantes asiáticos de muchísima calidad que hay en la ciudad. Japoneses, chinos, tailandeses e incluso vietnamitas. También hay notables opciones occidentales sin tener que recurrir a McDonald’s y demás.
Porque se nota mucho la influencia estadounidense en Filipinas. Además de los conocidos restaurantes de comida rápida americanos, hay infinidad de marcas locales que ofrecen lo mismo. Si en Filipinas los índices de obesidad no son más altos me atrevería a decir que es por la pobreza del país, ya que la oferta gastronómica no es la más saludable.
Hay una especie de paella adaptada a los gustos filipinos que es mejor no probar si, como yo, lo tuyo es el arroz del Mediterráneo. Aunque parece ser que sí hay buenas opciones para tan española variedad, donde yo la encontré era otra cosa, ni siquiera un arroz con cosas. La tortilla española -que la vi en varias cartas- es la de la foto un poco más arriba. Estaba bien, pero de española poco.
De la gastronomía filipina que me encontré recuerdo que era muy popular el adobo, una especie de carne marinada y un arroz caldo que se parecía más al khaotom tailandés que a cualquier caldoso ibérico. Me quedo con las sopas y las carnes con curris, bastante sabrosas.
No obstante, lo de comer en Manila no es un problema. Como ya hemos hablado, hay infinidad de restaurantes de comida internacional y, qué diablos, la comida filipina de calle y más habitual puede ser que esté muy lejos de la tailandesa, la vietnamita o incluso la malaya, pero es decente y entra bien.
Cuando menos, me queda la intriga de seguir buscando especialidades filipinas en mi próximo viaje.
‘Party Like a Rock Star’ o salir de fiesta en Manila
Al que le guste salir de fiesta en Manila se puede hartar. Hay un sinfín de opciones todos los días. Desde que cae el sol hasta bien entrada la mañana. Y teniendo en cuenta lo barata que es la cerveza y lo asequibles que son los licores, en la capital pinoy se puede festejar como si fueras el Rey del mambo aunque seas un Don Nadie.
Porque en fiesta, Manila no tiene casi que envidiar a Bangkok, y eso es mucho decir. Vale, Siam sigue siendo la meca. Pero los filipinos están ahí muy cerca. Discotecas enormes, bares a reventar y afters lúgubres, ¿qué más se puede pedir?
Una recomendación que considero muy importante si se empieza la noche cerca de Fort Bonifacio es, quizás, la terraza más animada de Manila. Bunk Bar, que está a cinco minutos caminando de la parada de MRT Shaw Blvd. Podéis ver la dirección en su Facebook o ir al edificio PCSO con Google Maps y cruzar la calle. Bunk Bar está dentro de un cochambroso edificio de oficinas en la octava planta.
Bunk Bar merece la pena y mucho para empezar, la comida no es muy buena pero compensa el ambiente y las San Miguel a precio de derribo. Además, sirven la versión Super Dry, de mucha mejor calidad.
Otra opción para empezar con una cena y copeo, sobre todo si vas solo, es The Plantation en Makati. Un restaurante con la música a todo trapo donde se reúnen muchos oficinistas de la zona a ponerse como las cabras. Puedes buscar un sitio en la barra y cenar allí, seguramente conocerás a alguien. Yo estuve dos veces y en ambas ocasiones hice migas con los grupos de filipinos y filipinas que había al lado. Incluso con dos tipos nos fuimos luego a copear tras conocernos allí en la cena.
Discotecas en Manila hay muchas, sobre todo en Fort Bonifacio y en Makati. En el primer barrio de los dos está el garito ahora mismo más popular de la capital, Valkyrie.
Se trata de el discotecón. El garito por excelencia ahora mismo. Valkyrie es grande, lujosa, vistosa y muy popular. También es un garito caro para ser Manila. Por ejemplo, la botella más barata se va a los 70 euros, si bien la cerveza tiene un precio de unos tres euros.
Personal joven y ya crecidito, muchos manileños y algunos extranjeros, facilidad para conocer gente. Valkyrie bien merece una visita, aunque sea porque es el lugar de moda y también la gran discoteca manileña. Si bien yo me lo paso mejor cuando avanza más la noche.
De las discotecas que quería conocer, había una que me causaba especial curiosidad. Con el casi impronunciable nombre de ZZYZX -en honor a una extravagante carretera en Las Vegas- se vende como un garito en la avenida Remedios de Malate frecuentado por coreanos y damas que trabajan en las casas de masaje y karaokes del lugar, a veces con ganas de seguir de oficio y otras de quemar lo ganado. Vamos, un auténtico tugurio asiático.
Desconocida incluso por bastantes extranjeros que viven en Manila, ZZYZX ofrece todo lo que le puedes pedir a una noche bizarra asiática. Entre los poco respetuosos surcoreanos, la música estrambótica y la fauna que sale de trabajar en las casas de masaje se junta lo más variopinto de cada casa. No suele haber occidentales, yo no vi a ninguno.
La botella de ginebra -y a saber por qué carajo bebí gintónic aquella noche- es bastante asequible, algo menos de los 50 euros con mezcla y hielo. Y el sitio cierra tarde. Pese a lo dantesco del lugar, una de las noches más divertidas de Manila la viví allí. Recuerdo, aunque no muy bien por qué, que nos juntamos un puñado de gente al salir del ZZYZX y nos metimos a lo salvaje en un Uber para ir a Makati. Asia y sus excentricidades.
En Makati hay varias discotecas también. Y una de las que acaba muy tarde es el Time, que he comentado un poco más arriba.
Y sí, Time en Manila me recuerda a Swing en Bangkok. Allí se junta todo lo que no sabe qué hacer con tal de no irse a casa. Prostitutas a la caza, gente pasada de vueltas, occidentales por un tubo y buscando rascar algo agarrados a sus vasos de tubo y un ambiente muy decadente.
Si bien Time a veces es caro y otras no, depende de si hay algún tipo pinchando discos que te venden como importante. Vamos, como si el público de la discoteca fuera a enterarse de algo. En cualquier caso, muchos residentes en Manila dicen aquello de “vayas donde vayas, acabarás en el Time”. Pero opciones en la noche manileña hay muchas y no deja de ser un pasatiempos fantástico en la capital filipina.
Ligar pasando por caja
Merece la pena hacer un pequeño anexo para tratar el asunto de ligar pasando por caja en Manila. Vamos, a lo del viajero que llega polla en mano y billetera en la otra. Porque Filipinas es el otro gran destino del turismo sexual en Asia.
Aun así, y que me corrijan los expertos, lo de los bares de señoritas en Manila está muy lejos de ser divertido en comparación con Bangkok o Pattaya. Simplemente, es más barato. Los bares de la principal zona de luces rojas de Manila, la calle Padre Burgos, me parecen aburridos.
Solo destacaré Ringside. Un verdadero cachondeo de bar en el que hay combates de boxeo protagonizados por enanos cada día, mientras las meretrices bailan y piden que las inviten a copas. No quiero ni imaginarme lo que pensarían de aquello los amantes de lo correcto y de la recta moral si se pasasen por allá.
Todo lo relacionado con el sexo de pago en Filipinas tiene un aspecto bastante más nauseabundo que en Tailandia. Como algún íntimo amigo que es cliente habitual me comentó, en Manila las mozas están por el dinero sin contemplaciones. Y en Bangkok también, pero al menos te hacen creer que no.
No hay que olvidar que el archipiélago, pese a sus rascacielos y sus centros comerciales que quitan el hipo, es un país pobre. Muy pobre.
Para dejar una anécdota, comentar que en el centro comercial Greenbelt 3, en Makati, hay otro lugar interesante en relación a todo lo que sea el sexo de alquiler.
Muchos de los muchachos recién llegados a Manila en busca de amistad o un poco de calor suelen recurrir a Tinder. Y así es normal que muchas veces conozcan a damas que les citen en el Café Havana. Un sitio tranquilo durante el día que a la noche se transforma.
Pese a estar en un centro comercial lujoso y tener aspecto de bar normal, Café Havana es donde se reúne buena parte de las meretrices que van por libre, las famosas freelance. Así que es curioso ver a tantos mozos ir a una primera cita en Havana sin saber que les van a vender algo.
A la noche, Café Havana es un tugurio que siempre está bien visitar al menos una vez. Todas las damas son damas de la noche, los hombres extranjeros, y juntos bailan salsa cubana mientras beben mojitos. Impagable.
Puerto Galera, la playa de Manila
No viajé a Filipinas por sus playas, pero qué menos que irme unos días a ver el mar. Aunque no tenga tanta fama, en la isla de Mindoro y relativamente cerca de Manila tenemos Puerto Galera, una agradable población donde disfrutar de arena y sol.
Se puede llegar desde Manila tras viajar al puerto de Batangas, lo que son cuatro horas de autobús, y luego cruzar a la otra isla en una hora de travesía en barco. Merece la pena, ya que Puerto Galera me dejó un fantástico sabor de boca. White Beach es una playa maravillosa para pasar el día, donde disfrutar de sus aguas cristalinas y su arena muy fina.
Lo que me pareció más interesante de esta playa filipina fue que no tiene la misma industria turística que en otros lugares del Sureste. Las playas no están infestadas de hamacas ni de restaurantes plantados en mitad de la arena.
A nivel natural, White Beach es fantástica. No hay mucho que hacer más allá de tumbarse al sol o tirarse al mar, pero ya es suficiente.
Cuando cae la noche, la zona más animada es Sabang, a una decena de kilómetros de Puerto Galera. Allí, además de unos cuantos restaurantes interesantes, encontramos la única vida nocturna del lugar. Se traduce en un puñado de bares de alterne cochambrosos donde los hombres coreanos hacen de las suyas.
También es una zona -dicen- excelente para bucear. Porque en Sabang la playa es nula, pero está abarrotado de escuelas de buceo que tienen un precio similar a las de Tailandia.
Epilogo; Manila y su gente
No quiero caer en los tópicos de que la gente de tal país o cuál ciudad es fantástica. Suele ser el recurso al que nos acostumbran las guías de viaje, y cuando a uno le sonríen un par de veces ya se piensa que todo el mundo es muy amable. Pero los filipinos tienen algo, sin duda hay algo que es diferente.
Ellos mismos lo dejan claro con la entereza que demuestran para hacer los trabajos que nadie quiere en cualquier parte del mundo. Hay amas de casa filipinas en toda Europa, en Japón, en Hong Kong o en Singapur. Camareros en todo el mundo y el servicio cara al público de Oriente Medio recae en sus hombros también. No se puede decir que no luchen.
En Manila, cualquiera puede encontrar de todo. Gente amable y divertida, pero también cafres y algún malnacido, que de esos hay en todo el mundo. Pero -y eso que las diferencias sociales son gigantescas- a mí me dio la impresión de haberme encontrado con una población curiosa, con ganas de conocer a extranjeros y sin demasiados prejuicios.
Quizás sea el hecho de que hay muy pocos occidentales en comparación con otros países de la zona. Eso se hace muy notable en el hecho de que -y que conste que es opinión personal- Manila es la capital del Sureste donde parece que es más fácil ligar sin aflojar la billetera. Y eso ya es decir mucho. Puedes estar en un H&M probándote una camiseta de ocho dólares y que la dependienta te ofrezca su número de teléfono.
Sin duda Filipinas es un país con demasiadas carencias. Y esa pobreza se nota. Así puedo entender que se hable mucho del egoísmo del pueblo pinoy, o que si a alguien le pasa algo en la calle el personal pasa olímpicamente. Pero es que, para muchos, están de paso en esta vida que les es realmente jodida.
Casi todos los que vivimos en Asia conocemos a algún filipino fuera de su país. Yo me he juntado con muchos -por ejemplo mi entrenador de boxeo en Bangkok es manileño- y me han transmitido las mismas sensaciones que sus compatriotas en Manila. Trabajadores, divertidos y educados. Y ya solo por ello, merecerá la pena volver pronto a Filipinas.
Que currada de artículo! Después de pasar 6 meses en Filipinas, 3 de los cuales en Manila (barrio de Mandaluyong), no puedo estar más de acuerdo contigo en muchas de las cosas que dices. Entre ellas el tema de la seguridad. Si bien es cierto que pasamos la mayor parte en nuestro barrio (de día, de noche, a pie, en triciclo…), las veces que nos movimos por el resto de la capital para diferentes gestiones nunca tuvimos sensación de peligro o amenaza. Creo que la maraña de casas destartaladas y calles repletas de triciclos, cocinas callejeras (de las que se ponen de noche en una esquina con el caldero lleno para dar de comer al viandante en una larga mesa de cara a la pared y luego de día desaparece y solo quedan unas bolsas de basura), estación de trenes y buses, la aglomeración de personas, polución y tráfico de nuestra zona, hizo que nos acabásemos acostumbrando al estilo Manila y viviésemos con más soltura.
La comida es un castañón, de eso podemos dar fe; no brilla Filipinas precisamente por su cocina. Ahora bien, los mangos de la zona los mejores del mundo.
La San Miguel super dry un buen descubrimiento. Nosotros la descubrimos meses después de llegar en Moalboal. Lástima no haberlo hecho en Manila, porque la Red Hourse termina por machacarte cuando te pasas de la ralla…
Y sobre la gente doy fe de que son de lo mejor de la isla. Siempre estuvimos bien acogidos allá donde fuimos, siempre. En nuestro barrio de Manila, sin guiris, éramos los únicos blanquitos de la zona y ya era habitual los saludos de la gente que ya se había habituado a vernos a diario. Por poner una anécdota decir que nos sacaron de una habitación de una homestay (por cojones) en Kalibo porque era el cumpleaños de la hija de la dueña y nos hincharon a comer y a beber cervezas hasta que lo dimos todo en el karaoke.
En fin, que Filipinas tiene tela y nosotros la recordamos con mucho cariño, y este artículo me ha hecho recordar nuestro paso por allí.
Amigo, da gusto leerte! Saludos desde Japón! Y en otra cena en Chiang Mai o donde sea a ver si tenemos ocasión de hablar! Saludos desde Kyoto.
¡Qué bueno Toni! Seis meses es una alegría sin duda, una buena estancia en Filipinas. Aunque le dieras mucho a la Red Horse, esa es una cerveza cabrona. Y la comida… pues lo dicho. No destaca el país por su gastronomía, la verdad.
¡Queda pendiente esa charla! Precisamente, voy a Japón la próxima semana, e imagino que estaré en Kioto el viernes, así que si sigues por allí quizás podamos hacer una Asahi, ¡saludos!
Gracias por este articulo tan largo. Caminar, delle mitre…has puesto en palabras lo que siento exactamente y agradezco el optimismo y realismo. Cecilia
Gracias por tus palabras, Cecilia.
Como siempre un artículo muy interesante y distraído.
No he podido volver a Tailandia, pero tengo un vecino de escalera, que es Filipino de Manila, que se jubila sobre Julio próximo y como sabe que me gusta el sudeste asiático, me ha dicho que lo acompañaré a su País y me lo enseñará.
Y soy un asiduo como siempre de tu blog.
Recibe un afectuoso saludo.
Caramba, Luis, qué maravilla de artículo! Como siempre, ameno, didáctico y completo. Se entiende por qué te eligen hasta los cocineros famosos para plagiarte… 😉 Ya tenía yo ganas de conocer la patria pinoy, pero ahora me dejas aún más curioso. Gracias, mil gracias, por tus crónicas! Son el bálsamo de Fierabras para todas las nostalgias asiáticas.
Muy bueno el artículo!!! 🙂 Aunque no estoy de acuerdo contigo en algo… a mi la comida filipina me encanta! jajaja
Que buen viaje para conocer algo mas del sudeste asiático, siempre interesante tus artículos Luis.
No se por que pero en Asia a mi Filipinas no me llama la atención a pesar de que tienen un gran campeonazo como lo es Pacquiao que creo que le gano al Weather americano, pero bueno en USA nadie de afuera gana un boxeo me parece a mi.
Realmente con este articulo me parece que a Filipinas le hace falta algo, pienso a la vez que las noches en casi cualquier país del Sudeste Asiatico es mejor que estar viviendo por estos lugares donde estoy después que no sea Bangladesh donde la gente vive con menos de un dólar diario pero con tremenda inestabilidad y la gente vive con muchas diferencias. Realmente de seguro Filipinas es un destino mucho mejor pero realmente para mi es muy difícil vivir en un lugar donde la comida nacional no tenga un buen sabor y aromas que puedan abrir el apetito de una manera que desde adentro te provoque probar mas cosas. Pues un plato bien dado con buenas aromas puede ser un gran culo y buen par de tetas también y si igual es barato pues es mucho mejor el aromazo currileño o lo que sea que tenga. Coño hermano y si te vas a casar por esos lados ya cuando lo otro no funcione por lo menos que el plato este bueno de adentro para recordar un buen momento con big ass, big tits y como fue el bodyslam en la kamma, puta madre esto esta mejor compadre. Me quedo en este sentido hasta el final en Thailand Bro !
Honestamente la cerveza esta cara a un dólar en cualquier lado? o solo en bares? pues el chino de la tienda a lado de mi casa vende una lata nacional a menos del dólar.
Eso si la noches aquí son mucho mas caras, no hay duda en eso. Así que una vez mas lo diré siempre en el Sudeste Asiático es el lugar para fiesta y mujeres, empezando por la Meca Buda Thai. No se quien dirá que hay otro lugar mejor? El que lo piense que hay otro lugar debe estar bien drogado.
Estupendo artículo, como de costumbre. Se confirma que este blog es la mejor guía de viajes para los que nos gusta movernos por Asia. Manila nunca me ha llamado mucho la atención, más allá del barrio de Intramuros por la cuestión histórica y tal, pero… ¡Vive Dios que el bareto ese de los combates de boxeo con enanos habrá que visitarlo algún día!
La verdad es que yo también me sentí bastante seguro en ese país. Manila tiene su punto, aunque personalmente me quedo con el juego que da Bangkok. Ver al personal que hay desde Nana Bts a Asok no tiene precio , y todo.de buen rollo.
La comida thai me pareció mejor, al igual que la oferta cultural, pero si creo que las pinays con una buena posición social están más predispuestas a establecer amistad con los extranjeros que las thais.
En cuanto a la marcha , el.hecho de ir en Semana Santa , me cortó bastante pues casi todo estaba cerrado. Me gustó Greenbelt , aunque no difiere demasiado de lo que encuentras por aquí , ya que está bastante occidentalizado. Valkyrie no la disfruté pues v í
Ví mucha gente joven y poca predisposición por parte de las pinays , aunque buen garito.
Gracias por tu artículo y a ver si nos vemos por Bangkok este verano, aunque la verdad no me importaría volver a Manila a explorar un poco más a fondo la ciudad
Yo también tengo pendiente la visita a las islas filipinas. Por una parte me apetece por las gestas históricas:
La conquista de Legazpi que fue toda una lección de diplomacia para la época, apenas tuvo conflictos, los resolvía pactando, evitando los enfrentamientos estériles, incluso consensuó la ubicación de Manila.
El hallazgo de Urdaneta, el viaje de regreso a Acapulco,”El tornaviaje” permitiendo que España fundara la primera compañía comercial que cruzaba el océano Pacífico “El Galeón de Manila” Si esa hazaña la hubieran hecho los ingleses habría un sinfín de películas sobre el acontecimiento.
Por otra parte me molestan muchas cosas:
La forma que perdimos las islas durante la guerra de Cuba de 1.898. Los americanos engañaron a los filipinos, entraron con el pretexto de expulsar a los españoles, que era lo único que les interesaba, según les dijeron y después de lograrlo con la ayuda de los incautos, se quedaron, como era evidente. Al descubrir el engaño se desató una guerra en la que murieron 1 millón de filipinos. El dominio español duró 250 años y el yanqui apenas 50, sin embargo prevalece el inglés y el español ha desaparecido. Después de alcanzar la independencia de USA, Filipinas era uno de los países más avanzados de Asia, ahora es uno de los más retrasados. Cada vez que hay un desastre natural, una erupción o un tifón, el país queda arrasado y depende de la ayuda extranjera para no perecer de inanición, Filipinas tiene unos índices de población demenciales, por si las condiciones naturales no son las más aconsejables para residir, encima están petados como en una lata de sardinas. En conclusión, todas estas razones me producen cierto rechazo, motivo por el cual me debato entre las ganas de ir y el rechazo. Todo un dilema.
Gran artículo, muy currado y de acuerdo con tus comentarios en general. Yo viajo todos los meses a Filipinas y la gente es lo mejor de ese país. Son divertidos, tienen un aire latino entrañable, pero se te ocurra competir en karaoke, arrasan. Si quieres entender porque Duterte es tan popular recomiendo que vayas a Davao, la ciudad donde fue alcalde durante mucho tiempo. Saludos
No me extraña que te atraiga lo del populista mandatario filipino. Se ha propuesto eliminar las drogas y a los vagos y maleantes del país, con la aprobación de una parte importante de la sociedad. A grandes males grandes remedios y algunos periodistas sensatos que no les parece bien esas medidas empiezan a temer por su integridad.
Si se te ocurre ahondar en esa historia, ya puedes ir con pies de plomo y editar tus artículos desde Bangkok. Que en Manila se está desatando una guerra encubierta y los “periodistas traidores” no son bien recibidos.
Sin que venga a cuento:
la leche, Luis: Cada blog que leo a fondo, cada bitácora, cada diario de Youtube, me acaba llevando a ti. Jolines, chico, apareces más que el Papa! Tu última aparición, en “enormepiedraredonda”… Qué les das? Eres como ir a Fátima, pero en Bangkok!
Wow! Es la primera vez que he leido un articulo tan currador y preciso de Manila. Soy de allí (vivía en Las Piñas del Gran Manila donde se puede vivir el atasco demencial como has dicho jeje) pero hace 3 años me moví a Bilbao y leyendo tu articulo me venían buenos recuerdos de mi ciudad.
Tienes razón, es una cultura curiosa y a mi también me cuesta comprender la complexidad (y lo que voy a llamar incoherencia) de los filipinos como gente. No hay nada mejor que ir a Manila para aquella incoherencia y los contrastes de la cultura filipina. Y eso es lo que me encanta de mi ciudad. Siempre digo que se puede describir como “pleasant chaos.” Ese caos me relaja.
Estuve en Filipinas en mayo y, por supuesto, no me iba a perder de conocer el famoso Cuco del sudeste. Habiendo visto Tegucigalpa y Managua, Manila no me pareció tan fea. Anduvimos caminando por Malate, el intramuros y el barrio chino hasta el Divisioria. Eramos los únicos turistas y mas que para mirarnos de cerca no se nos acercó nadie. Nadie te manguea un peso, ni un pucho, ni na de na. Nadie se acerca para verderte nada insistentemente, si no te venden, conversan amablemente. Algunas empleadas de los comercios dibujaban una sonrisa nerviosa cuando les hablábamos y miraban extrañadas porque hablábamos inglés sin ser europeos. Mugre en las calles y situaciones que te dejan con la boca abierta por unos metros hay en todo el sudeste. Patear una rata que sale de un restaurant y que a nadie se le mueva un pelo, con el tiempo, tiene su lado encantador. Jajja! Me moría de risa con los niños que, carentes de todo freno inhibitorio, me miraban de arriba abajo como si hubiera caído de otro planeta. Imagino que es porque están mas acostumbrados a ver hombres occidentales por esa cuestión de que algunos encuentran con facilidad el amor de su vida justamente donde el hambre define la mayoría de las elecciones. Coincido con el que dice que lo mejor de Filipinas es su gente: alegre, amable, solidaria y respetuosa. Volvería mil veces!
Respecto del idioma y la herencia española, noté cierto orgullo por la cuestión gringa, desde el idioma hasta banderas en la ropa y accesorios. Según me contó una nativa de El Nido, la generación que hablaba español como su madre ya murió y no les enseñaron el idioma a su descendencia. Ella solo sabía frases sueltas que hablaba con sus hermanos en tono de broma.
Respecto de la comida, me gustó, me pareció sabrosa aunque no muy variada. Sacando el arroz blanco, que al segundo día ya lo odiaba, los sizzling que preparaban en los pequeños restaurants de locales de Moalboal eran exquisitos, las salchicas tipo parrilleras dulces eran riquísimas. El pescado, casi siempre pez espada, también me gustó, los langostinos jumbo… El olor a salsa barbacoa los primeros días me encantó y después ya me asqueaba. Extrañé mares los lácteos que son caros y feos, por lo general de soja. Mas de un vegano obsesivo estaría feliz al ver que los pibes pueden criarse sin consumir lácteos.
Esta bien tu reportaje , para ser un periodista del mundo; digo? Pero manila si es una ciudad peligrosa sin llegar a ser como las grandes urbes de latinoamérica , yo la comparo con lima , y te has dejado el L.A cafe o café manila se llama ahora , un garito 24h lleno de mujeres que hablan con hombres que no conocen . te sobra universidad te falta calle
Hola. Te sigo desde hace varios años y he leido casi todos tus posts. Llevo varios años viviendo en Tailandia y me han sido de gran utilidad. Al igual que tu, tenia siempre pendiente el viaje a Manila. Este año me decidi finalmente y ha sido un gran descubrimiento. He ido ya en 2 ocasiones. Solo he estado en Pasay, Ortigas, Makati y BGC. Estos 2 ultimos son en mi opinion los mas recomendables para quien este preocupado por la seguridad y disfrute paseando por las calles.
Con el tema de la comida filipina, no termino de encontrar algo que me guste. La veo en general poco sana, mucho frito… y como bien dices de la paella ni hablemos.
Me llamo muchimo la atencion Bank Bar en BGC. Hacen unos cocktails espectaculares y la entrada al garito es de lo mas curioso. Se encuentra dentro de un 7/11. Como si fuera un lugar secreto y clandestino, mas aun al estilo del Rabbit Hole en thonglor.
Dejo aqui un enlace de youtube donde se puede ver lo curioso del lugar y de lo escondido que se encuentra su entrada dentro del supermercado. https://youtu.be/pguh6kgLFF0
Un saludo y deseando leer tu siguiente articulo.
genial articulo muy buen trabajo sigue asi