Racismo y patria: La triste historia ‘rohingya’
Quizás no lo vean como un mal menor. Incluso algunos es posible que anhelen soluciones. Sin embargo, sus acciones provocan que desde fuera les señalen con el dedo. Porque quienes mandan en Tailandia saben que su política en inmigración no gusta. Menos aún cuando se destapan sus vergüenzas.
En esta parte del mundo, lo de perjudicar a los de fuera para beneficio de los nacidos en el país de los hombres libres se mira desde las altas esferas como una cuestión de supervivencia. Hasta con mera normalidad. El problema es cuando se descubre el pastel, como ha ocurrido en las últimas semanas.
Tailandia lleva diez meses en la lista negra donde Estados Unidos recoge a los países que más se dedican al tráfico humano y, se supone, el Gobierno militar que rige el país es consciente de ello. Y si bien dijeron que pondrían remedio, lo dejaron para otro día y este mes les explotó algo peor.
Se hallaron más de 70 campos de concentración al sur del país, donde los inmigrantes ilegales son prisioneros hasta que sus familias paguen un rescate por ellos. Y, al lado, decenas de fosas comunes donde enterraban a los muertos que no aguantaban la presión.
Inmigrantes que no se colaron en Tailandia buscando una vida mejor, sino tan solo una vida. Porque pertenecen a la minoría rohingya, considerada como la más discriminada del mundo. Huyen de Birmania, donde no se les considera ni birmanos y sus vidas no valen nada, tratando de llegar a Malasia u otro país musulmán. Allí, cuanto menos, comparten religión.
Muchos de ellos no llegan. Mueren secuestrados en Tailandia o son deportados a su infierno birmano si los cazan, ya que Siam no cree en el asilo a refugiados internacionales.
Las noticias de los campos de concentración y sus consecuencias coparon portadas de los diarios internacionales más importantes estas semanas y también de la prensa escrita en inglés en Bangkok. Se ha hablado mucho de ello entre los de fuera que residen en el Sureste Asiático. ¿Y entre los tailandeses?
Mientras el Gobierno decidía cerrar el país a los refugiados rohingya y los dejaba vagando por el mar, sin alimentos ni alternativa, en Tailandia se comentaba otro asunto. Lo que llenaba informativos e inundaba las redes sociales era la boda de Chompoo, una actriz de culebrones convertida en Cenicienta que engatusó al más millonario de su barrio de millonarios.
Los rohingya son algo extraño para la mayoría de tailandeses que no viven al sur. Cuando salen en televisión, las imágenes siempre muestran las detenciones de los inmigrantes ilegales, sin mucha explicación y cala el vago mensaje de que son “un pueblo abandonado”, resaltando que en Tailandia no se puede quedar.
Así, para muchos es más fácil olvidar las imágenes de los ensuciados cuerpos morenos de una minoría musulmana que nadie sabe bien qué hace en el sur del país. Mientras que pensar en la blanca pulcritud de una boda en la que sólo en las flores del altar se gastaron 25.000 euros es más agradable. Un enlace con glamour en el que la que la novia recibió una dote de unos tres millones de euros. Por su cara bonita, claro.
Ella es tailandesa, aunque su pálida tez no cumpla con el estándar de belleza siamesa. Y él es también del país, aunque su billonaria fortuna lo coloca en un porcentaje de la población diminuto que poco representa al tailandés de la calle. Mientras que los rohingya, como dice sin pudor el primer ministro no electo, Prayuth Chan-ocha, son solamente “un problema importado”.
Sus vidas en manos de la mafia tailandesa
El pueblo rohingya es posiblemente la minoría étnica más amenazada del mundo moderno. Musulmanes y de origen mayoritariamente bengalí, se movieron a Birmania en plena ocupación inglesa. Pero no esperaban topar con el Gobierno militar que aplastaba revoluciones.
Repudiados por la sociedad y sobre todo por el budismo birmano, la religión ha mostrado con ellos su peor cara. No los considera ciudadanos y los monjes se alzan contra ellos. Incluso en 2011, cuando los reformistas tomaron el poder y prometieron nuevos derechos para el pueblo rohingya, cientos de budistas salieron a las calles para que siguieran sin derechos. Luego está la lucha armada contra ellos.
Ellos prefieren quedarse en su hogar, en su Birmania. Pero ni siquiera Aung San Suu Kyi puede hacer algo. Los budistas se refieren a ellos como bengalíes o indios, no son birmanos en su ideario. Y ensalzan a sus gentes avisando que el Islam puede destruir su cultura, justificando la mano dura con ellos.
Esta panorama provoca que muchos rohingya decidan hacer las maletas y buscarse la vida en un estado musulmán. Optan por ser inmigrantes ilegales en un país musulmán en lugar de seguir siendo inmigrantes en su tierra budista.
¿Y dónde mejor que Malasia o Indonesia? Sin embargo, para llegar allí muchas veces la mejor manera es pasar por Tailandia.
Las mafias tailandesas, conectadas con altos cargos políticos y facciones policiales de cuestionables escrúpulos, optaron por sacar tajada de ello. Los campos de concentración al sur de Siam, en la frontera con Malasia, servían para ello. Encarcelaban a los refugiados rohingya y pedían a sus familias una mordida de más de 2.000 dólares por persona.
Muchos morían por inanición, agotamiento o maltrato. Sus cuerpos acababan en las fosas comunes, como se ha desvelado estos días.
Ahora, el Gobierno militar tailandés ha tenido que tomar cartas en el asunto. Ha de ser inminente que se desmonte la la trama mafiosa, avisa Prayuth. Sin embargo, nuevamente están ocultando algo. Ya han detectado quien fue el cerebro de los campos de concentración. Pero no lo hizo solo y no todos parece vayan a pagar.
Quienes luchan por la defensa de los derechos humanos venían denunciando este tráfico de personas, pero en Tailandia todo el mundo miraba hacia otro lado. Militares y policías dejaban pasar a los afectados y a sus captores. ¿Se ha detenido a algún cargo de las fuerzas policiales? No. ¿Y a algún militar? Tampoco.
Repudiados por los países vecinos
Las mafias esclavistas infiltraron a unos 25.000 inmigrantes, en su mayoría rohingya, entre enero y marzo, avisan en Naciones Unidas. Al explotar el problema en Tailandia, los barcos cargados de refugiados no pudieron entrar en Tailandia y se desviaron hacia Malasia e Indonesia.
Las leyes internacionales de refugio y asilo político afirman que un pueblo amenazado como es la minoría birmana tiene derecho a encontrar amparo en otra nación. Pero esto es el Sureste Asiático y Tailandia no ha firmado dichos tratados. A los rohingya, puerta.
Malasia e Indonesia, tras unos pocos días, también han echado el cerrojo. El país que hace frontera con Siam al sur ha sido más directo y ha dicho que no dejarán entrar a los barcos y que serán deportados para “enviar el mensaje correcto”. “No los queremos aquí”, ha confirmado el primer ministro.
En el caso de Tailandia, los de Prayuth están mostrando su peor cara. Tras el desastre manifiesto que supuso la aparición de las fosas, se están refugiando en su nacionalismo y escurren el bulto.
Ahora mismo, hay unos 200 inmigrantes ilegales cazados tras la persecución contra el tráfico humano arrancada este mes, y pagarán el pato casi seguro. El Gobierno plantea acusarles de inmigración ilegal, obviando que son refugiados y tratándolos como ilegales que quieren entrar a trabajar.
Eso puede encerrarlos en centros de detención durante años o deportarlos al infierno birmano. Y todo estará bien para ellos. No en vano, en febrero de 2014 ya enviaron a 1.300 refugiados de vuelta a su pesadilla en Birmania sin inmutarse. Bastante antes de que los militares cogieran el poder.
¿Racismo y patria?
La política en inmigración española puede ser vulnerable a abusos, pero desde luego en Asia se han ido al otro extremo y han llevado sus odios raciales a las legislaciones. Pocas regiones hay en el mundo que adolezcan de un nacionalismo tan extremo como en Asia. Y donde se ensalza a la patria, el racismo florece.
No quiero entrar en los tópicos de que toda persona es racista por naturaleza porque ni creo en ellos ni les encuentro sentido. A las personas nos determina la educación, la cultura que hemos recibido y nuestras vivencias. Si pensase algo diferente, ¿qué sentido tendría no vivir en mi país?
Tailandia puede no ser tan nacionalista ni racista como lo son Japón, Corea o China. Pero es un alumno aventajado de la clase. Toda educación se dedica a hablar de la gran patria que es Tailandia, las grandezas de la religión y las bondades de la monarquía. Que los niños no sepan que en América se hablan varias lenguas y que desconozcan a Adolf Hitler y a Gengis Kan se considera un mal menor.
Sólo así pueden entenderse las leyes de inmigración, que abren la puerta abierta a quien tiene dinero y ponen un muro a quien se quede a cero. Mientras hablan de “renovado amor” hacia los turistas occidentales, a los inmigrantes birmanos les bloquean el paso. A menos que vengan a trabajar donde los tailandeses no quieren ni acercarse.
El caso de los rohingya sale en televisión con frecuencia. Pero siempre bajo el prisma de que son un pueblo que está de paso y que nada tiene que ver con ellos.
El propio Prayuth, en una de sus patinadas nacionalistas, ha dicho que los rohingya y el tráfico humano son “un problema importado”, ya que “están de tránsito”. ¿Y no se le cae la cara de vergüenza al afirmar esto? No. Porque se lo cree y seguramente no dude que es el problema de otros. Del enriquecimiento de las mafias y los campos de concentración mejor ni hablar.
Sin embargo, estaban “de tránsito” y se irán. Previa mordida de 2.000 a 3.000 dólares a las mafias locales.
No me gusta acusar al pueblo tailandés de racista, ya que si a alguien se ha de culpar del enaltecimiento del patriotismo y del desprecio a otras culturas no es a las gentes del lugar. Sino a quienes lo dirigen. La culpa de lo que haga el hipnotizado no es suya, sino del hipnotizador.
Esta es una gran tierra con demasiadas maravillas. Sus gentes son como las de cualquier otro país, honradas y deshonestas, bondadosas y malvadas. Racistas y humanitarias. Todo depende de con quien topes.
Tailandia es un país maravilloso. Divertido y agradable. También Tailandia son sus playas, sus montañas y las grandes ciudades. La fiesta, las noches inacabables y hasta los cabarés de ladyboys en Pattaya. Pero todo lugar tiene una cara oscura y no ha de olvidarse.
No hay que dejar de visitar Tailandia por los momentos en que se pisotean los derechos humanos de esta manera. Pero tampoco obviar que ocurren. Este es un país en vías de desarrollo y hay demasiado trabajo por delante.
“No me gusta acusar al pueblo tailandés de racista,” dices, pero tienes que hacerlo, porque guste o no, lo son y mucho. Los blancos lo notamos menos por ser “ricos por la Gracias e Dios” (en la mentalidad de los thais), pero ni te cuento de cómo se trata a negros u otras razas. Y el “cariño ” que nos tiene es porque saben que tenemos más dinero que ellos y estamos más desarrollados, y siempre les va bien arrimarse al que tiene más, en especial gente que e su propio país son considerados de clase baja.
Asia es un lugar donde hay muchísimo racismo. Tailandia quizás pudiese estar en un infame ‘top 5’ de los países que más racismo practican en Asia Pacífico. Aunque siempre detrás de Corea, China o Japón, donde son más extremos.
El tailandés de calle y sin demasiado mundo visto también es racista con el occidental. Sólo que, como dices, al tener dinero -o aparentarlo- es muy diferente.
Pero no me gusta acusar a un pueblo entero de racismo, aunque se practique desde los de arriba -con sus leyes proteccionistas y sus camisetas amarillas para que luzcan los inmigrantes al ser deportados-, hasta muchos de los de abajo. Su educación nacionalista desde luego que no ayuda… Sin duda, es una pena. Pero hemos aprendido a convivir con ello.
Lo de siempre. A los negros de la Nba ningún americano blaco lo llama negrata. Por tener dinero.
Una cosa es ser racista y otra clasista.
Muy buen texto!!! a lo de, si son racistas o no, creo que si, que son racistas y xenófobos pero mucho tiene que ver en eso el progreso la educación y la información y.. claro…
Es muy obvio lo contradictorio de la boda de Chompoo y la historia de Rohinhya. Pero no creo que lo de la boda de Chompoo tiene algo que ver con el racismo y patria, y la triste historia de Rohingya ‘- –
Chompoo ha sido una actriz ya con exito que no necesite a alquien para hacerse cenicienta. Si una actriz extranjera similar que ella se viene a hacer la boda en Tailandia y optamos interesar en nuestra compatriota mas que una extranjera – eso si considero racismo.
Ni que decir que el racismo existe en todas partes del mundo, no voy a detallar.
Si quiere escribir un articulo del Racismo y patria de los tailandeses, es una cosa.
Pero que no relacione con Rohingya. Por la pena que sufren.
Su historia ya es muy complicado, mas que triste, mucho mas para acentuarlo con otro aspecto aun…
Lo de la historia de chompoo no tiene nada que ver con el racismo, es en sentido que mientras esta pasando lo de los rohingya, los medios de comunicacion se focalizan en un tema banal como es una boda de una actriz y un millonario
seguramente las imagenes del barco hayan aparecido en mas noticiarios europeos,que en los propios noticiarios tailandeses, mientras el barco estaba por sus costas a la deriba y les negaban la entrada por ser ROHINGYAS
El asunto era ese, que se habían descubierto las fosas con los cadáveres de los inmigrantes y desvelado la trama mafiosa, pero lo que copaba la atención en medios y redes sociales era una boda. Enlace, además, que sirvió para anunciar un sinfín de productos y marcas, destacando Visa, Dior o Converse.
Esta semana sí que se ha hablado mucho más del problema de los barcos que no podían atracar en ninguna costa. El primer ministro no electo tuvo un rifirrafe con una popular periodista de Channel 3 que meses atrás convivió con un grupo de Rohingya. Su respuesta a la polémica se ha convertido en la frase más repetida en redes sociales estos días: “¿Tienes sitio en tu casa para acogerles?”. Hoy también se está hablando de ello por la acusación de un inmigrante, que afirma la marina tailandesa les disparó al intentar llegar a tierra. El Gobierno aquí lo niega, si bien afirma que seguirán tratando a los Rohingya como inmigrantes ilegales y no como refugiados.
Veremos cómo se desarrolla todo. Pero la tesis que se está dando es que no pueden entrar y parece que se olvidan de hablar de las tramas mafiosas que esclavizaban y extorsionaban a los que llegaban a Tailandia.
Ciertamente ew bastante triste la historia, y la comparación con lo que acapara la atención en los medios surrealista. No obstante no sé tampoco hasta qué punto están bien informados otros medios, y qué parte es propaganda desde Tailandia. Porque yo lo que he oído en opiniones de calle es que los Ronhinya son una panda de vagos que pretenden que se lo den todo en bandeja, que si fueran como los birmanos que van a buscarse un trabajo pues estaría bien, pero que esta gente no quiere trabajar y lo único que hacen es quejarse. Incluso cuando recibieron suministros de los tailandeses decían que eso no se lo comían, que querían tostadas y ovaltine para desayunar. Como digo no sé hasta que punto será propaganda, autoengañarse para no afrontar el problema(como lo de decir que no tiene nada que ver con tailandia porque estén de paso), o incluso racismo como indicas(me da una sensación parecida a en España con los gitanos, que hay gente que piensa que no quieren trabajar solo exigir una vivienda de la que al final quemaran las puertas y sacarán los cables pa vender le cobre) pero creo que es cierto que es un problema de fondo que desde luego Birmania tendría que hablar con Bangladesh y los países originalmente implicados y buscar una solución definitiva, más allá de las acciones humanitarias que Tailandia y el resto de países deban realizar en casos puntuales como este.
Mierda que problema esto, realmente Indonesia y malasia debería abrirles las puertas ya que estos Roghinya pertenecen mas a esta cultura que a la Tailandesa, Ademas ellos quieren irse de Birmania donde tienen problemas con los budistas. Tailandia no debería ser el país que los tenga que refugiar, si ellos mismos quieren llegar a Malasia o Indonesia. No debería ser asi ?
Nunca viajé a Tailandia, pero leo novelas y veo muchas series thai y algo que llama mucho la atención es que si hay algún actor de raza mixta se lo recuerdan todo el tiempo. Me he enterado que estás personas a menudo son discriminadas o sufren bullying en las escuelas por su procedencia mixta. Incluso actores, a los que sigo les han preguntado por ello en entrevistas. Lastimosamente hay mucho racismo en Tailandia.