Situaciones tailandesamente divertidas que pasan a diario en Bangkok (III)

Hombres de verdad no compran tailandesas Historias de Bangkok

Lo dicen también en tailandés porque no sólo los farangs compran. Sólo que en la lengua local dicen que “el hombre varonil no compra mujeres”.

Hace poco alguien preguntó en una de las comunidades online de españoles en Tailandia más numerosas en la red qué es lo que peor sentaba del país a los que hemos hecho vida en Siam. Cada uno contaba su historia, pero a mí lo primero que me viene a la cabeza si pienso en lo que menos me gusta es en el farang clásico en Sukhumvit.

Lo del señor blanquito y sexagenario acompañado de su jamelga de alquiler, claro. Pero más allá de la jodienda que es la fama que ambos dan al país, siempre hay historias que a uno le hacen reír. Como la primera mañana que amanecí viviendo en Bangkok, hace ya casi tres años, y cuando bajé a desayunar me encontré a un inglés viejo como los discos de Machín contando su historia a otros compatriotas británicos.

“En nuestro país no lo entenderían, y seguramente me crucificarían por admitirlo, pero cada día aquí es como un bonus. Tengo 67 años y esta chica de 25 me mira como si estuviese enamorada. No es sólo sexo. También me hace compañía, me cocina, se ríe conmigo y me acompaña a los sitios. Comemos juntos y me habla de sus cosas, y cuida de mí”. Esas fueron las palabras que blandía en la cafetería de mi apartamento aquel arrugado vejestorio mientras con una mano sostenía un té y con la otra manoseaba el culo de su jamelga de alquiler.

Esta es una de las historias que a diario uno se encuentra en Bangkok. Igual que las historias de taxistas que prohíben las felaciones y las escuelas al lado de prostíbulos de las que ya hemos hablado. O las de perros durmiendo en el 7 Eleven. Porque historias de farangs con facilidad para pagar hay muchas.

Montarse un bonus al estilo inglés es fácil en Tailandia. Porque mientras el Gobierno cada vez pone más trabas para visitar el país, con más dificultades para pedir visados de turista por seis meses o residencia por estudios, los arrugados lo tienen más fácil. En Siam les gusta tanto dar alas a los farangs de edades avanzadas que hasta tienen un visado para ellos. Retirement Visa se llama el asunto.

Si estás en los 20 o en los 30, te las verás putas para mantener tu residencia normalizada. Pero si tienes 20.000 euros en el banco y más de 50 años, Tailandia te abre las puertas para que puedas visitar los bares cada noche. No piden nada más a los hombres mayores. Un mínimo de 20.000 euros, 800.000 bahts, y 50 años. Así se entiende que Nana y Soi Cowboy parezcan a veces Benidorm en un viaje del imserso.

 

Montar en la moto que el policía ha requisado

 

Policía moto en Tailandia

Dos policías subidos a una moto que desde luego no pertenece al cuerpo. Foto: William Cowan.

Si la policía española viese cómo está motorizado el cuerpo en Tailandia, seguro que pensaban que en Europa aún no están tan mal. En Tailandia, los más afortunados llevan motos ligeras de 150. Pero hay pocas motos para tanto agente. Así que para que todo policía tailandés vaya en dos ruedas hay que hacer inventos.

El primer invento es decirle al policía de turno que se lleve su moto al trabajo. Pero si eso no es posible, ¡hay otra opción! El agente en necesidad se acerca al depósito de motos requisadas o multadas y coge la que más le apetezca. Así ves a los agentes a veces con scooters rosas con lacitos. Y sin forzarlas

Policía tailandesa de maniobras

Un simulacro de la unidad especial de policía. Con la moto de rigor. Foto: Reuters / Surapan Boonthanom

Esto es relativamente fácil porque alguna moto se queda con la llave puesta, o lo mejor de todo: muchas scooters baratas comparten la misma llave. Vamos, que como aparque una igual a tu lado igual te llevas la del vecino, algo que por rocambolesco que parezca, pasa a menudo.

Y la historia que se suele contar es que la policía coja tu moto requisada para el servicio de ese día. “Vuelva usted mañana, hoy Khun Somchai necesitaba su moto para poner unas multas”. Aunque a mí no me ha ocurrido.

Mi mejor historia con la policía llevando una moto que no es la suya fue cuando mi hermano Bali y yo preguntamos a un policía, que estaba repostando gasolina en una scooter rosa que clarísimamente no era suya, cómo llegar a una tienda de máscaras de gas que no sabíamos dónde se encontraba. Ni corto ni perezoso, nos invitó a los dos a montar en la moto para llevarnos en busca del local. Media hora con nosotros estuvo, y muy agradecidos nosotros. Siempre a su servicio, claro.

 

¿Volver de la discoteca en Tuk Tuk? Historia para olvidar

 

Tuk Tuk en Bangkok

Si la noche se tuerce y se retuerce, uno suele acabar con sus huesos en un local al que siempre se ha de prometer no volver. Y todo acaba muy tarde en ese antro, cerca del mediodía del siguiente día. Es entonces cuando, apartando a pilinguis que buscan sus últimos bahts, has de buscar cómo volver a casa. Para más inri, dicho garito está dolorosamente lejos de cualquier casa.

Cuando uno sale de ahí siempre tiene que negociar con los taxistas para que la carrera sea de legal y con taxímetro. Un día conseguí que uno que estaba en la calle, lejos de su vehículo, accediese a poner el taxímetro como manda la Ley. Entonces le acompañé al taxi y, oh sorpresa, me encuentro que lo suyo era un Tuk Tuk. Y el tipo sonriendo con la cara de “aquí no ha pasado nada”.

Tras poner yo mi mejor cara de poema y arquear mis brazos en jarra, le dije en tailandés que tenía más morro que morros tiene una camboyana de la selva. O algo así. Él seguía riéndose. Así que le dije que le pagaba lo que valía el trayecto en taxi, 80 bahts. Y accedió a llevarme, por supuesto sin dejar de reír.

A partir de ahí, me acostumbré a volver de aquel antro siempre en Tuk Tuk. La historia era clara. En los taxis, cuando llevas doce horas bebiendo y saltando en discotecas, siempre te quedas dormido. Y no mola quedarse dormido en un taxi tailandés. En Tuk Tuk a uno le da el airecito, así que no te quedas dormido y se hace todo más ameno.

Craso error. Un día otro conductor de Tuk Tuk no quiso entrar en mi calle y me dejó a cinco minutos caminando, para luego intentar robarme en mitad de la calle cuando le dije que me llevase a casa. Y cuando digo que intentaba robarme es porque intentó tirar de mi cartera. No lo logró, por suerte. Pero eso me pasó por incumplir una de las reglas básicas en Tailandia: no ir nunca en Tuk Tuk. Aunque, ¿cómo lo hubiera hecho si no para contar historias como esta?

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2 comentarios

  1. Aaron dice:

    Joder hermano el viejo de los 67 años tiene la razón y los 50’s allá es como los 20’s por estos lados. Seamos sinceros vivimos en nuestra sociedad cristianizada donde el matrimonio es sagrado nos matamos y nos jodemos todo para prepararnos para envejecer con una chavala que decimos que sera nuestra princesa. Al final el matrimonio es un verdadero rompecabezas donde el amor dura muy poco, pues sabemos la estadísticas de los matrimonios como realmente termina el asunto. El juramento de amor sagrado nunca se puede decir que sera así y francamente es muy aburrido saber que trabajas para envejecernos muy rápido ya que muchos se casan entre los 20-30’s para envejecer 50-70 años juntos o separados con hijos y muchas veces amargados. No que va no voy con este sistema, mejor busco pareja en siam, a los 38- 45 pero creo que es mejor.

  2. Antonio dice:

    La verdad es que entiendo que los de los ingleses viejos y borrachos buscando prostitutas jóvenes nos tiene que dar mala fama a los extranjeros.
    Normalmente cuando hablo con un talilandés hago bastante hincapié en que no todos los europeos somos iguales, como no todos los asiáticos lo son, y que el español medio tiene poco que ver con el borrachuzo en bañador y camiseta de tirantes que están hartos de ver.

    Por otro lado, tampoco creo que haya que tirarle tanto al jubilado que tiene la idea de terminar sus días en Tailandia junto a una chica (más joven y bonita que él, sí).

    Quizá a los jóvenes que opinan así les vendría bien casarse por amor con una compatriota de su edad, ver cómo la buena señora pasa miserablemente de él y está con él sólo por su dinero (igual que la tailandesa, pero haciéndose encima la digna) y en cuanto tienen unos cuantos hijos pide el divorcio, se queda con la casa, el dinero y los niños y lo pone en la calle.

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