Animales y maltrato, ¿mal de Tailandia?
No puedo saber lo que realmente siente un animal en su piel, pero cuando llegué a Asia por primera vez me identifiqué con un perro. Con uno de esos que te miran con los ojos perdidos y moviendo la cola. Y no fue porque me gustase ir por ahí a cuatro patas y poniendo el hocico en culo ajeno. Bueno, eso también tiene su aquel, pero no iba el asunto por esos derroteros.
Me sentí como un perro por la falta de comunicación. En mi primer día en Asia, en la contaminada Pekín, me vi tirado en mitad de la calle, sin haber dormido y sin techo. No había teléfonos inteligentes, ni GPS. Así que yo miraba a la gente y decidí preguntarles por una dirección. Y los pekineses, los de dos piernas y no la raza perruna, me miraban de manera extraña cuando yo ladraba en inglés.
Ellos repetían frases en su idioma, esperaban que les entendiese. Sonreían, me seguían hablando y me miraban como a un bicho raro, pero con cariño. Incluso una mujer sacó una cámara de fotos y a mi lado colocó a su hijo, con gafas y vaso de fideos en mano, para inmortalizar el momento. Luego se largó, sin más, y me dejó a allí oliendo a fideos picantes y sin saber aún cómo diablos llegar a Sanlitun. Y mira que era fácil el camino.
Aquel primer día en Pekín tuvo final feliz porque, claro, la situación no era crítica. El problema era únicamente de comunicación, como a veces entre humanos y animales. Pero también había una falta de empatía y bastante pasotismo. A los de Pekín que me topé entonces les daba igual lo que me pasase. Podían sacarse la foto conmigo, dedicarme sonrisas y buenas miradas. Pero sin siquiera plantearse qué necesitaba yo o por qué les hablaba.
Lo mismo que ocurre con muchos de los que se han hecho fotos con tigres drogados en Tailandia.
Como aquellos que ríen en dantescos espectáculos donde monos van en bicicleta y elefantes pintan cuadros. Sonríen, hacen la foto y hasta le dirigen algunas palabras al bicho. Sin plantearse qué es lo que el animal necesita o desea.
Salvando las distancias porque, obviamente, yo tengo pasaporte y si me pasa algo la policía tendrá que mover el culo. No ocurre lo mismo con los de cuatro patas en países como Tailandia. Mientras que el pueblo siamés, que siempre alardea de amar a los animales, quizás debería plantearse si no están siendo demasiado animales con su fauna. Igual que los extranjeros que participan en según que espectáculos.
La vergüenza del Templo de los Tigres
No soy un tipo yo que guste mucho de los animales. Me crié en un piso del extrarradio barcelonés, donde tener mascota era complicado y siempre me apasionaron más otros menesteres. De niño, eso sí, adoraba a los perros callejeros. Quizás por eso me gusta que en Bangkok aún haya chuchos deambulando por las calles o delante de las tiendas de conveniencia, disfrutando del aire acondicionado. Pero no tengo animales ni me intereso mucho por ellos.
Porque prefiero oler a gasolina que a estiércol, el medio rural me aburre. Es algo personal. Y aun así, no encuentro un por qué al maltrato animal. Sobre todo cuando no tiene razón de ser. ¿Qué sentido tiene dañar a un bicho que vive, respira y siente dolor? Jamás entendí a quienes han de dañar a un animal para sentirse superiores.
En Tailandia, desgraciadamente, es fácil ver maltrato animal cuando hay dinero de por medio. En un país al que los turistas vienen a ver elefantes, monos o tigres, lo habitual es dañar a esas especies para mantener el espectáculo. Y en eso, creo yo, la culpa es de tailandeses y extranjeros.
Me escribe mucha gente preguntándome por asuntos turísticos, si bien yo no soy un especialista en ello. Y en numerosas ocasiones me preguntan por el mejor templo para hacerse fotos con tigres. Mi respuesta suele ser siempre la misma:
“Si vas a ir al Templo de los Tigres de Kanchanaburi o similar, averigua lo que puedas sobre esa atracción turística. Infórmate sobre si los animales están drogados y encadenados en contra de su voluntad, porque quizás yendo allí contribuyas al maltrato animal. Yo no te voy a juzgar por ello, pero está bien que lo sepas y si quieres ser parte de ello lo hagas de forma consciente”.
En la mayoría de ocasiones, nunca recibo respuesta tras haber comentado dicho asunto. Porque el turista que quiere hacerse la foto con un tigre sedado prefiere mirar a otro lado. Incluso alguno ha tratado de decirme que estoy muy equivocado y que en estos santuarios los felinos viven mejor que en libertad. Claro, como los que abogan por un dictador que mantenga a su población domesticada.
Ahora mismo, en cambio, los defensores del Templo de los Tigres de Kanchanaburi ya no están tan a la defensiva. Meses han tardado las autoridades tailandesas en registrar las instalaciones de este centro budista dedicado, decían, al cuidado de la especie. Cuando llegaban los agentes del Gobierno, los monjes se plantaban delante de ellos y no les dejaban entrar. Qué buenos chicos, como los niños de Chanquete ante su barco.
Tras haberse destapado sus secretos, hace una semana, el Templo de los Tigres ya es indefendible. Se ha podido leer en la prensa de todo el mundo, pero está bien recordar que, en esa atracción a la que tantos turistas han ido a hacerse la foto, se confirma oficialmente lo que ya sabíamos. Que los felinos estaban drogados y eran maltratados.
Crías muertas, colmillos y garras listas para enviar a China, pieles y cualquier otro turbio negocio se hacía por parte de los monjes y encargados del templo. Habían túneles secretos para huir en caso de redada y los cuidadores y los monjes tenían las túnicas cargadas de billetes.
El propio abad del templo, conocido como Luang Ta Chan, decía tener poderes paranormales y la capacidad mágica de controlar a los tigres. Considerado como un “hombre loco” por el escritor y experto en animales salvajes Anchalee Kongkrut, se enriqueció gracias al comercio ilegal de colmillos, pieles y garras. Y también al de restos biológicos de los felinos encapsulados en amuletos. Productos muy demandados por la superstición siamesa y china. Hasta comerciaba con la carne de los tigres al venderla a restaurantes para grupos, ya que muchos creyentes esperan tomar la fortaleza del animal comiendo su carne.
En Tailandia, ahora mismo, tienen el dilema de qué hacer con los monjes y el abad a cargo del templo. Porque cuando los acusados visten túnicas naranjas siempre existe el beneficio de la duda -y el de buda-, porque a la religión no se cuestiona. Aún con todas las pruebas, es posible que no paguen por la masacre de la especie.
Yo prefiero hablarles a los turistas, porque si el Templo de los Tigres existe y es un negocio muy lucrativo es también debido a ellos. ¿Merece la pena maltratar a una especie animal para hacerse una foto?
Y el templo de Kanchanaburi está clausurado ahora mismo, pero en Chiang Mai y en Phuket sigue existiendo el Reino de los Tigres, lugar que muchos visitantes defienden en Tripadvisor. Una atracción casi calcada a la recientemente cerrada, en la que sus detractores avisan de que los tigres están más drogados, ya que suelen estar sin cadenas.
Desde luego que yo no entiendo demasiado de animales, pero no me cuadra lo de estos santuarios. Un tigre es un depredador, no opino que su hábitat natural sea estar encerrado en espacios minúsculos y tumbado todo el día. Menos aún creo que no le molesten las hordas de turistas buscando su foto.
Elefantes y monos, ¿dantesco espectáculo?
Peor son los espectáculos circenses de monos y elefantes tan habituales en el norte del país. En ellos, primates y paquidermos tocan la guitarra, pintan, saltan entre cuchillos y realizan acciones a las que son forzados tras meses siendo adiestrados en el sufrimiento. Realizan los shows con sus cuellos encadenados y con miradas de terror en sus caras.
Cada vez hay menos de estas atracciones porque son numerosos los artículos de prensa denunciando sus atrocidades y porque cada vez más turistas están concienciados. Y en mi última visita a Chiang Mai he podido ver que son menos visibles. Agencias que operan en el norte del país me confirman que han cerrado muchos de estos shows.
Lo de los elefantes es más difuso. Todos nos hemos criado viendo imágenes de gente montada a lomos de paquidermos, en películas y en documentales. Y sin información, es un error habitual pensar que es algo común. Por eso muchos suben a un elefante en sus viajes por Tailandia y otros países sin remordimiento alguno.
Hoy en día, está demostrado que el elefante ha tenido que ser dañado y su voluntad destrozada para poder realizar ese trabajo. Y que en la tierra de los elefantes cometan semejante abuso es para plantearse por qué demonios el paquidermo es el símbolo de Siam.
Sin embargo, eso os lo explica Marc en su blog mucho mejor que yo, que para algo es un amante de los animales y conoce lugares donde los elefantes no son sometidos al maltrato habitual. También saben mucho de ello Carme y Toni, creadores del blog ConMochila, donde además de hablarnos mucho de viajes también tratan de concienciarnos sobre el maltrato animal.
Como ya he dicho, no soy animalista, esa palabra tan en boga hoy en día. Asumo que el reino animal sufre y mengua por la actividad humana, somos demasiados. Tampoco soy vegetariano. Pero más allá de lo necesario, ¿requerimos maltratar especies protegidas por divertimento? ¿Compensa que un animal sufra para tener una foto o creernos Tarzán?
El Reino de los ‘animales’
Tras desaparecer su elefante, con el que se había criado en un ambiente idílico en el que los animales son parte de la familia y se les trata como a parientes, el joven Kham viaja a Australia para buscar a su hermano de trompa y cuatro patas. Y usará todos sus conocimientos en el arte del Muay Thai para descubrir quién secuestró al animal.
Así empieza Tom Yum Goong, la que para mí es la película más interesante en la carrera de Tony Jaa, muy divertida y con grandes escenas de acción. En ella, cómo no, se mezclan todos los tópicos siameses. Prostitución, transexuales, drogas, supersticiones, mafias y comidas picantes. Y ante todo los elefantes.
La cinta, eso sí, es pura propaganda siamesa. En la que se representa que los elefantes son sagrados en Tailandia, tratados como personas, y que -cómo no- los extranjeros han de atentar contra tan bucólica imagen. El elefante de Kham es secuestrado por una mafia china, cuyo matón principal es vietnamita, y que además de prostituir a indefensas siamesas cocinan a animales exóticos para servir en Australia.
Toda la cinta emana romanticismo hacia la imagen de los animales en Tailandia, y sobre todo por el amor por los elefantes. Sin embargo, la mayoría de los paquidermos que hay en Siam se usan para actividades en las que sufren y mucho.
Históricamente, los elefantes cargaban a soldados como si fuesen carros de combate. Y los espectáculos de monos circenses eran populares en la alta nobleza. Hoy en día el turismo puede ser responsable del abuso del animal nacional, pero los culpables somos todos. Los de fuera y los locales.
Quizás sea por culpa de esa incomunicación que comentábamos al principio. Cuando dos personas se pueden entender un vínculo se crea. No podía expresar lo que yo quería en China, y por eso me sentí como el perro al que le ríen las gracias pero por el que nadie trata de entender qué necesita. Lo que padecen los elefantes que transportan turistas o los monos obligados a pintar cuadros para regocijo del público.
Más allá de que a veces los propios tailandeses se llaman monos los unos a los otros por una cuestión racista, esa falta de entendimiento con los animales es la que, a mi parecer, provoca todos estos abusos. Que ciertamente ocurren en todo el mundo -sabemos mucho de eso en España-, pero en Siam el turismo puede parar gran parte del maltrato.
Incluso con los perros, la mascota más común, existe cierta falta de entendimiento. A los perros callejeros se les abandona sin más, a su suerte o a la de esas personas que les compran salchichas en los 7 Eleven y se las ofrecen mientras ellos se tumban frente a sus puertas. Esperando recibir el fresco del aire acondicionado.
En cambio, la mascota más popular en Bangkok es, ahora mismo, el perro pomerano. Porque con su mata de pelo y su tamaño de risa luce muy bien para la foto. Los ves a puñados en la capital, y sus propietarios nunca se plantean que esa raza, originaria de Alemania, sufre muchísimo bajo el calor de la gran urbe siamesa.
Mientras los pomeranos sirvan para hacerse selfies todo estará bien. Ni siquiera los dejan caminar libres por las calles, lo que está de moda es llevarlo en brazos. También son populares los perros muy peludos de regiones nevadas, y por su gran tamaño a esos sí los ves caminar. Tan lentos como el calor les permite.
Quizás Tailandia no sea diferente a la mayoría de países en el trato hacia los animales. Tampoco soy yo nadie para dar ejemplo de ello; no tengo la solución y desconozco el panorama. Como he dicho, estoy muy lejos de ser un experto en estos menesteres, aunque sí conozco bien las artimañas de muchos negocios turísticos siameses. Aunque bueno, personalmente me pensaría dos veces lo de visitar granjas de cocodrilos o templos de tigres. Quizás sea mejor darse una vuelta por el monte.
Bien dicho, gran artículo.
Muy bueno!!!
Estimado Luis, acabo de leer tu nuevo libro y me temo que….. Me ha sabido a poco!!!!!!!!! Queremos más!!!!!!! Mucho más!!!!!!!!!
Me lo he pasado bomba y me lo he leído de dos tirones, en dos mañanas BIEN DISFRUTADAS y con mucha risa. Para los que te seguimos desde hace años, este libro es un buen complemento a todo lo que sospechamos que se queda en los bastidores de tus artículos….
Muchas felicidades por todas las novedades que te ha traido el 2016, y, por favor… Danos másssssssssss!!!!!!!!!!!!
¡Muchísimas gracias Mal! Anima una barbaridad leer comentarios de apoyo como el tuyo. Y bueno, ahora a seguir con Bangkok: Bizarro, que es lo que toca. El siguiente libro que preparo ya será una novela, pero para ese aún falta… ¡Saludos!
Mierda que problemón todo esto…… pero vamos el templo de los tigres en Tailandia, animales drogaos y encadenados para espectáculo turístico. Y que podríamos decir de todos eso grandes circos de animales que dan la vuelta al mundo, si pensamos que solo en Tailandia ocurre esto y que solo se debe censurar a Tailandia por maltrato de animales y espectáculo turístico, me parece que esta muy mal.
Que los tailandeses parecen monos y Los monos con guitarras bueno eso cambia al menos es un mono que tiene talento musical no creen?
Los monos desde hace mucho tiempo se han usado para muchos experimentos científicos por que dicen que tiene algo en común con los seres humanos, entonces se debe censurar a la ciencia por usarlos, estoy seguro que en algún momento los han tenido que drogar o darle alguna especie de medicamento en contra de su voluntad para ver que resultado tiene el experimento. Entonces se debería cerrar todos los laboratorios científicos.
El problema es que el ser humano seas científico o no para saber cualquier resultado muchas veces se necesita usar un animal.
Por ultimo quiero mencionar que en este templo los animales podrían estar drogaos, pero no muertos. Existe un lugar en Nepal donde celebran un festival de matadero de animales y creo que ni siquiera se los comen. Que podría ser peor?
Tampoco soy vegetariano y no creo que serlo o no ser tenga que ver con algún tipo de grado espiritual o de conciencia superior por serlo, ya que pienso que desde tiempos antiguos en la era de los dinosaurios se puede decir que existió una batalla de sobrevivencia entre dinosaurios y hombres. Pienso que el hombre tuvo mas suerte en alimentarse y pudo cazar mas. Si hubiera sido diferente, quizás nosotros hubiéramos sido la carne de ellos en la actualidad.
Se puede entender que el ser humano domina el reino animal desde hace mucho tiempo y por desgracia debemos usar este reino para muchas cosas. Realmente no estoy de acuerdo con el maltrato animal, pero todos entendemos que animal podemos tener como mascota, claro para aquel que le guste.
Pienso que los animales que se comen renacerán en mejores reinos, ya que están alimentando muchas personas. Igual los vegetales y las plantas medicinales. Realmente creo que este reino existe en muchos casos para beneficio de nosotros.
No te las des de barrio de extrarradio no flipes majo …y menos el rey de la noche allá …con el tiempo que llevas poco sabes majo ….normal escribes para el mundo !!
No encuentro un ‘porqué’ al maltrato animal. A pesar de la caja de ortografía, adoro tus artículos. En mi primer contacto con este país, Tailandia, me están armando a asistía mi mirada crítica. Un saudo
Me gustó leerte. Me aclaraste algo el tema. Grácias.
Tomas (Argentina)
Cuando alguien suelta el rollo de los animales que viven mejor que en libertad pues como para meterlos en la carcel una semana con el mío de que en la carcel tienen cama comida y compañía no te jode.